Casi todas las personas aspiran a ser más espirituales. Y es así, como conocen los beneficios de conectarse con esa dimensión intangible que les ofrece la posibilidad de vivir con serenidad e integridad y de disfrutar del presente, sabiendo que el ser humano trasciende lo material y, que, a través del alma, está vinculado a todo.
Sin embargo, muchos que viven atrapados en el «correcorre» del trabajo y de la vida cotidiana, desperdician así, la oportunidad de lograr un momento genuino de conexión con uno mismo. Momentos que, en muchas ocasiones, esquivamos dejando eternamente postergado u olvidado en medio de las obligaciones de la vida diaria y no tienen tiempo para nutrir y desarrollar este aspecto de la vida.
Y, si es así, aclaro que la persona que cree que solo hay un momento específico para ser espiritual, cuando va a la iglesia, medita o reza el rosario, está viendo esta importante capacidad humana desde una perspectiva limitada.
Para mi punto de vista, ser espiritual es alimentar al corazón solo de cosas bellas, bonitas, y que alimenten el alma, con bellos sentimientos como: un abrazo, una caricia, un beso, un te quiero, o un gesto claro de amor. La realidad es que somos espirituales en todo momento; cuando meditamos esperando en la fila de las tiendas, sin apuros o desesperación, cuando rezamos antes de dormir, hasta cuando conducimos el auto, etc. Es una cuestión de voluntad. En algunas ocasiones estamos más conectados y atentos en esta capacidad, que en otras. En otras no, porque puedes sentir disgusto con la humanidad, cuando no te sientes contento, y lanzas un furioso insulto cuando un chofer agresivo embiste tu carro en la calle o carretera, o si te dan un pisotón en el súper, o simplemente en ese día amaneciste de mal genio.
Con todo esto puedes hacer un esfuerzo consciente por mantenerte conectado a tu lado espiritual en todo momento, y recibir el regalo de paz y serenidad que este te ofrece. Por supuesto, nadie lo consigue del todo. A fin de cuentas, somos humanos, y vivimos en un mundo material, con sus miles de problemas y exigencias que a veces nos sacan de quicio.
Es por eso que algunos de estos problemas, nos recuerdan que, en el plano espiritual, no es el sitio donde llegamos para siempre; es un camino que recorremos día a día, unos con más éxito que otros. Lo importante es saber que el plano de la espiritualidad estará siempre a nuestro alcance, y que podemos conectarnos a él para hallar el balance, la armonía y la paz que necesitamos para vivir plenamente.
La espiritualidad, muchas veces es concebida como un estado muy difícil o tedioso de lograr, porque forma parte de un mundo etéreo y distante, y por tanto carente de sentido pragmático para los jóvenes de hoy, y la vida moderna.
En mi caso personal, pensaba que, para ser espiritual, necesitaba contar con una serie de requerimientos, tales como: vestir de una determinada manera, ser siempre suave y sonriente, tener una familia perfectamente constituida, meditar o hacer yoga por largas horas. Tampoco soy de las personas que van siempre a la Iglesia. Simplemente no creo en los curas. Creo fervientemente en Dios, y a él lo tengo en mi casa.
Entonces, ¿cómo puedo ser espiritual y a la vez llevar mi vida tal cual es?
No creo que exista una respuesta única a esta pregunta. Lo que sí es cierto, y es que no es necesario cambiar nada de nuestra vida actual. Los cambios por lo general llegan solos.
Nadie puede señalar el camino, esto es algo personal, que solo tú puedes recorrerlo. Solo da gracias por todas las bendiciones, disfruta de la naturaleza que Dios nos dio, actúa con pasión, ríe con ganas, no le hagas daño a nadie y sé feliz.
Para terminar, solo te digo: para ser espiritual no es necesario estar metido en una iglesia dándote golpes de pecho, simplemente invoca a tu Dios, cuando quieras y donde quieras. Cualquier sitio es propicio.