Sin saber cómo y cuándo, hay matrimonios que un día descubren que aquello que era el amor de su vida desapareció.
«El amor es eterno mientras dura”.
En el plano de lo humano nada es eterno, y eso incluye los sentimientos.
En lo que respecta al amor es, quizás, el más intenso que todo ser humano tropieza por lo menos una vez en su vida. Pero, ¿qué hacer después de llevar una relación estable y feliz, durante varios años y descubrir que eso que un día fue amor y felicidad ya no existe?
En mi opinión, no es cierto que el amor muera de repente, somos nosotros los que lo dejamos a la deriva. Una situación de ruptura no llega de un momento a otro, sino que es fruto de un proceso lento en el que se han ido descuidando aspectos, como la falta de detalles, de cariño, actitud egocentrista, tener secretos y la lucha de poderes. Sí, de poderes, les pongo un ejemplo: existen parejas donde la mujer tiene una profesión y obtiene un fabuloso trabajo, por consiguiente, un buen sueldo que supera al del esposo. Esto hace que en muchos casos el hombre se sienta inferior a la mujer. Es aquí donde comienzan las diferencias, y por consiguiente la lucha del poder, y sobre todo el desamor.
En estos casos muchas parejas, en especial las más jóvenes, creen ya no amarse cuando aparecen los primeros problemas, o surgen otras oportunidades amorosas. De lo contrario, hay que corregir y tratar de solucionarlos para que ese amor madure y sobreviva. Es así de simple. Hay que seguir luchando para salvar la relación. Siempre digo que el matrimonio no es un “lecho de rosas”; no es fácil llevar un matrimonio, al menos no en los primeros meses. Solo tenemos que actuar con inteligencia y paciencia. Después de la “locura romántica” es que ambos se dan cuenta de la realidad del matrimonio, y es cuando en la mayoría de los casos, en lugar de lidiar con los problemas nuevos que se presentan, se tiende a proyectarlos sobre la pareja, y ese es el principio de muchas dificultades matrimoniales.
Se dice que el enamoramiento decrece aproximadamente a los siete años de relación, tiempo en que curiosamente se dan la mayoría de los divorcios. Aunque no creo en esta teoría, sí puedo decirles que lo que hace falta en una relación para seguir adelante es compartir los problemas así como el cariño sincero, los gustos, las prioridades en todos los sentidos, las metas, las ilusiones, y alimentar todo eso para crecer, y evolucionar.
Las relaciones no se acaban de un día para otro. El amor es como un ser vivo, que se duerme cuando se deja de alimentar y se olvidan los detalles.
Si estás en esta situación y aún sientes querer a tu pareja, no tienes por qué llorar, desesperarte, o sentir que el cielo se te viene encima. La mejor manera es sentarse cómodamente en un sitio tranquilo y hablar, comunicarse uno al otro, mirándose a los ojos, exponiendo sus puntos de vista, de lo que te gusta o no sin llegar a lastimarse (y que no te gane el llanto). LA COMUNICACIÓN es la base de toda relación. Yo siempre digo en mis charlas y escritos que la comunicación es la clave del éxito. Es importante para manejar el estrés y fortalecer la relación. Falta de comunicación indica falta de confianza en tu pareja.
Un matrimonio no puede sobrevivir donde existen problemas de confianza. Si lo negativo tiene más peso que lo bueno, tu matrimonio está en problemas y en necesidad de ayuda.
Si no tomas los pasos necesarios para resolver tus problemas matrimoniales, estos te llevarán a otras situaciones que destruirán tu relación de pareja. Hay muchos matrimonios que terminan en divorcio porque esperaron demasiado tiempo para buscar la ayuda o los consejos que necesitaban.
Siempre hay esperanza, aún en las situaciones más complicadas. Si consigues arreglar los problemas de buenas maneras, con comprensión, cariño, amor, y sobre todo con mucha CONFIANZA y COMUNICACIÓN, la batalla habrá terminado.