Conversando con unas amigas, se me ocurrió hacer un tanteo de sus vidas matrimoniales. A juzgar por la cantidad de divorcios, separaciones y soltería, pensaría que el matrimonio es una institución tambaleante y que la felicidad conyugal hace rato que pasó a la historia. Sin embargo, hay muchas parejas que han logrado inventar la fórmula perfecta para un matrimonio firme. Ellas, estuvieron dispuestas a compartir estos relatos conmigo.
Todas, (5 en total) 4, son estables con su pareja. La mayoría me dijeron estar satisfechas con el matrimonio, solo una no dijo nada, es la más joven y está divorciada por tercera vez. Tiene un novio, pero aún no se decide a formalizar. Otra de ellas, que ya está en los 45 años de casada, que para mi sorpresa dijo que había mantenido el matrimonio por distintas razones, entre ellas por el bien de sus hijos. El resto de las mujeres, sus opiniones se dividieron.
De acuerdo con lo revelado por estas mujeres, nadie estaba ciega con respecto a los defectos de su pareja. Los conocían tan bien como a los problemas que les trajeron, que son cosas que siempre suceden a través de la convivencia marital. Todas coincidieron en que las cualidades positivas pesaban mucho más que las deficiencias y las dificultades.
Otro de los factores claves para que una unión dure, según lo relatado, es tener fe en el matrimonio como un convenio y una institución permanente. Todas ellas, piensan que la actual generación toma demasiado a la ligera el voto de “Hasta que la muerte nos separe”, y que no tienen la menor intención de mantenerse firme en los tiempos de prueba y de acoplamiento.
Otra de ellas indicó que permanecería junto a su marido en cualquier circunstancia. No consideraba el divorcio ni siquiera como una opción. Las demás contemplaban el compromiso matrimonial bajo otro contexto. No lo veían como una cadena que une inexorablemente a la gente, aunque no haya felicidad completa, sino como una determinación de luchar en los tiempos difíciles y juntos.
La obligación para ellas significa la disposición a soportar la infelicidad temporal. “Tampoco es que me pasaría años enteros sintiéndose desgraciada en mi matrimonio, pero los tiempos difíciles son inevitables”, dijo una, que había cumplido 35 años junto a su marido.
Todas dijeron que sus aspiraciones y deseo es seguir luchando por su matrimonio para disfrutar juntos lo bueno de la vida y lo que les queda por vivir.
Lo que me asombró de todo esto es que la compatibilidad en el sexo fue una de las últimas razones necesarias para la felicidad de un matrimonio. Pregunté: ¿Pero esto quiere decir que el sexo tiene relativamente poca importancia en un matrimonio? Bueno, según como se mire, dijo una. Sí y no. Aunque no muchas de mis entrevistadas mencionaron el sexo como una de las razones fundamentales de su felicidad, la mayoría dijeron sentirse satisfechas con la vida sexual y estar bien acopladas con su pareja en ese aspecto.
Otra dijo: con 30 años de casada, califico mi matrimonio como extremadamente feliz a pesar de no tener relaciones íntimas muy seguido. Le dije, pero esto contradice el concepto que tienen los sicoterapeutas de que sí, es importante el sexo. Ella replicó que talvez los conflictos y problemas conyugales que nunca faltan hacen que esto nos lleven a NO entusiasmarnos mucho con el sexo.
Terminé diciéndoles, si por una razón u otra, hay algún conflicto en la pareja, es muy importante expresar los sentimientos negativos abiertamente sin llegar a los impulsos de violencia física. Si esto sucede, tiende a deteriorar la relación.
Se tiene que discutir los problemas en voz baja y normal. Y si, por el contrario, no se controlan, y se está subiendo el tono, hay que detenerse y empezar otra vez cuando todo se haya calmado.