Comenzaron las clases, y es uno de los momentos más difíciles en la vida de los niños: el primer día de colegio. Es cuando salen del ambiente familiar para encontrarse con personas extrañas y ser sometidos a una disciplina hasta entonces desconocida para ellos. De los padres va a depender en gran parte que ese día se convierta en una experiencia saludable.
Es importante que antes de que suceda este primer día de escuela, despierte en sus hijos el interés por los libros, por aprender y descubrir cosas nuevas e interesantes. Así la escuela no será un suplicio para él, ni para la madre. Recuerdo claramente que esto me tocó vivirlo con uno de mis hijos. Él no quería quedarse en la escuela, lloraba y me suplicaba que no lo deje solo. Es duro para una madre esta situación, no es fácil, pero uno tiene que ser comprensivo, paciente y poco a poco hacerles entender que esta separación es por el bien de ellos. Ella tiene que entender que el cambio para los pequeños no es fácil.
El prekínder es donde los niños empiezan su vida escolar. Su importancia es enorme, porque constituyen el lazo de unión entre el calor y la seguridad del hogar y la vida de relación social, con disciplina y responsabilidades que ofrece la escuelita.
En el prekínder, ellos tienen oportunidad de jugar con otros niños de su misma edad, empleando juguetes y materiales, asistidos por maestros preparados que comprenden la falta de madurez en el desarrollo normal y las posibilidades de mejorar su conducta si así se requiere. Los niños adquieren conocimientos esenciales que más tarde les facilitarán los estudios, tales como los distintos tamaños y formas de los objetos, colores etc.… y la noción de ciertas cosas, como las cantidades, mucho, poco, uno o varios. El pasado, el presente hoy, ayer, y el mañana. Además, se producen otros resultados positivos que sorprenden a los padres y maestros.
En la mayoría de los niños, a los pocos días de estar en la escuelita, comienzan a comer y a dormir mejor o a llevarse bien con los hermanitos, con quienes antes tenían frecuentes peleas. Esto parece deberse a que están viviendo una experiencia nueva y satisfactoria. Su interés estaba reducido al hogar. Ya poseen en cierto sentido, una vida propia y nueva, “su” escuelita, “sus amiguitos”, “sus maestros”. Su actividad se diversifica.
Para la madre por otra parte, no solo es un descanso en las 24 horas diarias de cuidados que requieren los hijos de esa edad, sino que le da oportunidad de conversar acerca de los problemas infantiles con maestros especializados.
La edad ideal para ingresar al prekínder es de tres años. Se ha observado que los niños que empiezan más tarde demoran más en adaptarse que quienes lo hacen temprano.
Ahora hablemos de: el kindergarten, o jardín de infantes. Constituye una magnífica antesala de la primera enseñanza. La edad de ingreso, generalmente es a los 5 años, aunque esta puede variar según sean las necesidades culturales, sociales e intelectuales del niño.
El niño que asiste al kínder debe tener ciertos conocimientos no propiamente de lectura y escritura, sino de cosas prácticas que le permitan desenvolverse en este nuevo campo. Si usted no ha enviado a sus niños al prekínder, y sucede porque algunos padres no lo creen necesario, además, en ciertos países o localidades no existe este tipo de colegio, en este caso usted debe dedicar ratos del día a jugar y a enseñarle las cosas básicas de la escuelita.
Mediante el juego el niño aprende un sinfín de cosas. Vistiendo y desvistiendo un muñeco, así va conociendo las partes del cuerpo, con los trozos plásticos conocen las distintas formas, adquiere habilidad y sentido del equilibrio al colocarlos para formar torres o escaleras. También léales cuentos, facilíteles crayones y enséñeles a usarlos. Búsquele, además, amiguitos de juego. El niño que crece aislado o entre personas mayores, no solo se aburre, sino que más adelante tiene problemas en el trato con los niños de su edad.