El amor maduro hace que una pareja perdure y se acompañe en el trayecto de la vida juntos, sin infidelidades, rencores ni resentimientos, mirando siempre adelante.
También es verdad, hay matrimonios que no llegan juntos a la vejez, porque algunos no maduran, son personas que andan de flor en flor, buscando solo placer. Yo diría que son como frutos verdes que caen de los árboles antes de tiempo, sin madurar. De esta manera solo tuercen su destino, quedando solos, amargados y resentidos con la vida misma.
Yo, como mujer madura, afirmo que el amor maduro no es amar al otro porque lo necesita, sino necesitarlo realmente porque lo ama y lo respeta.
El amor puede trascender las barreras del tiempo, Incluso en la vejez, que, por cierto, no es una enfermedad ni el fin del amor; sino una etapa natural e inevitable. El amor que perdura es como el buen vino, que con la edad adquiere un carácter propio y ennoblece.
Con los años el amor madura, se vuelve más real y menos ilusorio, se ama a una persona única, aceptándola tal cual es, abandonando la espera estéril e inútil de los ideales que nunca se ajustan a nuestros deseos y expectativas.
Al comienzo del matrimonio, llegar a conocer a la pareja, y averiguar cómo es realmente, es tarea muy difícil que lleva tiempo y paciencia, porque simplemente no se deja sondear
La buena relación llega a través del tiempo y las experiencias compartidas, de proyectos realizados, del contacto cotidiano, que hace que con una mirada se comuniquen y se entiendan.
Una verdadera relación solo se puede lograr cuando no hay diferencias entre el yo y el otro, es la aventura de mantener el amor y la llama encendida. Es la intimidad de dos almas que anhelan estar siempre juntas, aunque sean distintas, pero con la oportunidad de aprender de las diferencias y poder sentirse completo.
Hablando del amor maduro, tengo esta historia que les contaré: tuve una plática con un par de amigos, quienes se conocieron jovencitos, en Ecuador. Ella, Paula, me contó que desde ese instante se enamoró de él, por su timbre de voz, según ella, voz de locutor, además de ser muy guapo. Así, estuvieron saliendo, por poco tiempo, porque tenía que viajar a los Estados Unidos para reunirse con sus padres. Dejaron de verse, aunque se escribían y se contaban sus cosas, pero como era de esperarse la distancia los separó.
Ella se casó y tuvo un hijo. Al poco tiempo se divorció. Por otro lado, Ángel, también se casó, pero por cosas inexplicables del destino, también se divorció de su pareja.
Sucedió que Ángel regresó de paseo a su país, y, por esas cosas que tiene el destino, se volvió a encontrar con Paula. Y, como yo siempre digo, y en ciertos casos que: “Los primeros amores siempre están ahí”. Uno de los retos que se han de afrontar en muchas relaciones es la reaparición imprevista del viejo amor, como este caso.
Después de este reencuentro y de contarse sus cosas, prometieron seguir con la relación. Al día siguiente, Paula recibió un hermoso ramo de flores de parte de su amado. Ella me comentó que estas galanterías le encantan, y más recibirlas del amor de su vida.
Ángel regresaría a su casa, y a su trabajo. No sin antes prometerse que nunca más se separarían, porque habría matrimonio.
Así siguieron por un tiempo comunicándose y viéndose a través de Internet, en lo que ella arreglaba sus papeles para el viaje y el matrimonio. Ella renunció a todo por ir al encuentro de su amado.
Según mi opinión, creo realmente que las mujeres maduras, ya sean solteras, divorciadas o viudas, tienen relaciones maravillosas y duraderas, más aún, si es con el amor que volvió del pasado.
Finalmente, Paula hizo su viaje al encuentro de su “Ángel” quien la estuvo esperando. Se casaron y viven felices con respeto, fidelidad y, sobre todo, con mucho amor.