Experimentar temor y miedo ante cualquier circunstancia son sentimientos positivos si se saben controlar, pero, se convierten en un enemigo si es injustificado.
Comencemos con comprender qué es el miedo y qué es el temor. Son dos emociones diferentes. El miedo es una emoción natural que se presenta ante la sospecha o presencia de un peligro real. El temor es una emoción que nos permite sobrevivir ante posibles amenazas. En otras palabras, temor y miedo son un par de emociones similares, en el sentido que ambas implican sentir recelo o desconfianza ante una situación determinada. Sin embargo, existe una diferencia entre sentir miedo y sentir temor.
Es absolutamente normal experimentar ansiedad, al hablar en público, en la escuela, en la iglesia, si eres un lector, o rendir un examen final en la Universidad. Es más, estas tensiones se convierten en positivas si son controladas, porque ayuda al organismo, aumentando el estado de alerta psicológica, con el fin de que el rendimiento sea óptimo.
Pero existe un gran número de personas que van por la vida arrastrando un temor permanente, sin que exista un motivo real que lo justifique. He conocido personas que son de esta manera. Para ellos todo el mundo les quiere hacer daño, no confían en nadie y de todos desconfían; al punto de que, si se les extravía algo que no lo encuentran en el momento, la mente enseguida va en contra de la persona que está más cerca, acusando sin ninguna razón. Al final se dan cuenta del error, pero no piden disculpas. Son personas que reflejan exactamente lo que ellos son.
Esta clase de temor injustificado es, a mi criterio, el peor enemigo del ser humano y de Dios.
Además, son individuos que se pasan la vida preocupados por la posibilidad de fracasos, de no hacer un buen trabajo, el afán de complacer a los demás, en algunos casos por tener miedo al qué dirán.
La falta de reflexión es la causa número uno que origina el temor en estos casos, en el ser humano.
Hay estadísticas que comprueban, que las cosas que nos preocupan… no suceden jamás.
Es decir, que nos pasamos toda la vida gastando energía mental en cosas que nunca nos van a suceder; y eso es un desperdicio enorme. Y lo único que demuestra, es que es producto de una falta de reflexión y de lógica.
Si alguno de ustedes quiere comprobar si se sienten en esta categoría, sólo tiene que realizar una pequeña lista en la que deberían incluir las diez preocupaciones que le atormentan. Luego de algún tiempo vuelva a leer la lista y comprobará que nada le sucedió.
Son personas quienes el temor es instigado por la conciencia que siempre sospechan lo peor. Son personas que no encuentran un momento de paz ni de día ni de noche. Durante el día, porque juzgan a los demás con la misma vara con la que ellos han medido la multitud de sus bajezas; se conocen mentirosos, hipócritas, interesados, traicioneros e infieles.
Durante la noche, porque el sueño no hace sino cambiar las preocupaciones; apenas encuentran el descanso, se sienten agitados por pesadillas, suenan hasta que están en una guerra peleando, o se encuentran en tremenda discusión con algún sujeto. En el momento que se despiertan, se sienten maravillados de lo infundado de sus temores, porque solo fue una pesadilla.
Si está próximo a casarse, o conoce alguien así, y si puede huir, hágalo. Ellos siempre están listos a desanimarlo en cualquier proyecto que usted se proponga realizar. Con su pesimismo, hará que usted dude de sus ilusiones. Por lo tanto, deje ya esa vida, paralizada, contagiada y sin remedio.
Para vivir sin temores, es necesario que seamos personas honestas en nuestros actos. Una vida limpia y transparente nos conduce a llevar una conciencia tranquila, de esta forma ya no tendremos en nuestra mente al mayor acusador de todos: Nosotros mismos.
Por último, recuerde que esta vida es para los valientes que no le temen al fracaso, ni al qué dirán. Esfuércese por ser feliz.