San Valentín es el día del amor y la amistad. Qué bonito suena la palabra AMOR, ¿verdad? Cuando CUPIDO nos flechó, nos enamoramos, empezamos a suspirar, a emocionarnos y tener detalles con esa persona especial que te cautivó, y que te enamoró alguna vez. Sabemos exactamente que ese ser llamado CUPIDO se encargó de lanzarnos sus flechas haciendo de las suyas con nuestros corazones.
Fue necesario escribir sobre este tema para comentarles y recordar el día del dios del amor, Cupido. Hablar del amor es hablar del amor de pareja, el amor de juventud y el amor maduro.
Nunca hay que perderle el valor al amor. Yo soy bastante apasionada y enamorada del amor. Creo en el amor sutil y romántico. Me gusta el respeto, la seducción del hombre a la mujer, la delicadeza, la agarrada de mano y la elegancia para conquistar, antes de llegar a otra cosa. Eso no lo perdería nunca.
Qué bonito es el amor cuando se siente correspondido. No hay cosa más linda que sentirse enamorada y querida.
Cuando uno se enamora; corre el riesgo de flotar en una nube rosa, y perder la perspectiva debido a la intensidad de los sentimientos.
Que sea verdad o no, la leyenda de Cupido, o de San Valentín, una cosa si es cierta, y es que sí, existe el amor. Si no, ¿qué sería de este mundo sin este sentimiento? No habría grandes poetas que se inspiraron y se inspiran en el amor de una mujer.
El romance entre una pareja es un hermoso sentimiento cada vez mayor que los hace sentir como si estuvieran volando en la cima del mundo, con la importancia que reciben el uno del otro. Por supuesto, eso es el amor, la confianza, la emoción y la perseverancia, es lo que mantiene vivo el amor.
El amor de la pareja romántica nunca espera un momento específico para expresarse. La expresión del amor es visible a través de la forma de hablar, los gestos, o una mirada cariñosa. La química y el poder de entenderse mutuamente definen totalmente a la pareja romántica.
Estoy viendo todas estas cosas lindas a través de mi nieta Victoria. Ella está súper enamorada. Al fin encontró a su amor, la veo contenta y llena de felicidad, como está recién casada, veo que anda entre nubes, bueno, me refiero a que la invade el romanticismo. Y no es para menos, estar enamorada es lo máximo, es la culminación de una etapa, me refiero a la etapa del matrimonio. Mi niña amada, ya tienes a tu Valentín y, tiene su nombre propio: Adam.
Bueno, y siguiendo con el amor, y aparte del amor de juventud, existe el amor maduro. Este hace que una pareja perdure, se acompañe en el viaje de la vida, mirando siempre hacia delante. Ese amor no precisa amar al otro porque lo necesita, sino, necesitarlo porque lo ama. Este amor, puede trascender las barreras del tiempo, incluso en la vejez, que no es enfermedad, ni el fin del amor, sino una etapa natural e inevitable. El amor que perdura es como el vino: con la edad, adquiere un carácter propio y ennoblece.
El amor real ama a la pareja aceptándola tal cual es, abandonando la espera estéril e inútil de ciertos ideales que se ajusten a nuestros deseos. Llegar a conocer a fondo al ser amado, es tarea ardua. Además, toda persona es insondable y no es fácil.
La realización del matrimonio, que lleva mucho tiempo, llega a través de experiencias compartidas, de proyectos realizados, y el contacto cotidiano, hacen que con una sola mirada se comuniquen. Son dos almas que anhelan estar juntos hasta el final.
Solo me resta decir que el día del amor debería demostrarse diariamente, al amor de su vida, y a sus seres queridos.
Concluyo diciendo que Cupido, dios del amor y su flecha, representan el deseo y las emociones amorosas, y en este día especial, él estará muy ocupado flechando corazones, enamorando y dando amor.
Por último, si existió o no, Valentín y Cupido, no importa, lo que sí importa es que sí existe el AMOR.