La elección de Pedro Castillo como Presidente de la República, lejos de generar estabilidad tanto política como económica al país, ha despertado una fuerte inseguridad y especulación en distintos ámbitos del panorama nacional. Una de las más preocupantes es, con seguridad, el sector económico y las próximas decisiones que tome este nuevo gobierno al respecto. Uno de los movimientos que mantiene en vilo a la comunidad gira en torno al BCR, entidad que tiene por finalidad preservar la estabilidad monetaria y su autonomía, frente a la posible continuidad de su presidente Julio Velarde.
La falta de directrices claras del presidente Castillo al gobernar ha demostrado tener un fuerte impacto en la economía nacional, que con anterioridad ya experimentaba complicaciones debido a la pandemia mundial. La economía peruana, conocida internacionalmente por su solidez en el mercado, cayó 11,1% durante 2020, la tasa más baja en las últimas tres décadas. Sin embargo, se suma un nuevo problema a esta posible crisis económica: la moneda peruana se posiciona actualmente como la segunda moneda más devaluada de América Latina en lo que va este 2021, la cual se devaluó un 42,2%, según la revista The Economist.
Incluso, este hecho ha impactado en la bolsa básica de la población, generando la subida de precios de artículos necesarios para los ciudadanos tales como el pollo, el aceite y otros alimentos fundamentales. Además, como es sabido, durante las semanas previas a la juramentación del actual presidente, la economía del país sufrió una recesión que se manifestó en la subida del precio del dólar. Muchos analistas y políticos atribuyeron esta subida a la candidatura de Pedro Castillo y a la incertidumbre generada por su gabinete de ministros.
Sin embargo, el actual problema económico no se debe a quién se posicione a la cabeza del BCR ni a las medidas que este tome frente a la crisis. Por el contrario, es el presidente Castillo quien debe tomar decisiones objetivas y directas frente a la pandemia, clarificar las posturas en su nuevo gobierno y recurrir a especialistas y tecnócratas que puedan brindar seguridad no solo políticamente, sino también frente a la inversión privada y la economía internacional. Si bien es posible divisar algunos intentos de dirigir a la nación con medidas polémicas y un gabinete cuestionado, hay decisiones que sobrepasan la capacidad de este gobierno y frente a las cuales es necesario tomar las riendas con una posición firme y una comunicación adecuada. Este no es el momento de gobernar a medias, sino de asumir tajantemente la banda presidencial que nos guiará en este bicentenario.