Un breve mensaje en redes sociales posteado el lunes 14 de diciembre me trajo la noticia de que la Embajadora Martha Bárcena decidió jubilarse de manera anticipada y, por tanto, concluirá su ciclo próximamente al frente de la Embajada de México en Estados Unidos.
“Nadie más intervino ni tuvo opinión ni influencia sobre esta decisión personal. El proceso se concluirá en los próximos meses. En tanto, seguiré al frente de la Embajada”, expresó en un mensaje.
Se cerrará con ella un ciclo muy interesante en la diplomacia mexicana: Bárcena es la primera mexicana embajadora en el puesto más importante para cualquier diplomático mexicano; llegar a Washington en 2018 con tan alta responsabilidad fue una cumbre en su carrera profesional de más de 40 años en el Servicio Exterior Mexicano.
Llegó ella, además, en el momento preciso. Su edad, inteligencia, experiencia y un fino tacto diplomático, tanto como un liderazgo comprobado en el manejo de su equipo en la Embajada, le permitieron sortear la tormenta de un Presidente estadounidense de trato difícil y conducta impredecible.
A muy pocos embajadores mexicanos en Estados Unidos les ha tocado un desafío de semejante magnitud: crisis política en la Unión Americana, una pandemia súbita y furiosa, muchas fricciones a ambos lados de la frontera, y la desigualdad permanente de poder entre ambos países. Más de uno hubiera tirado la toalla.
Servir a México, no sólo a un Presidente o a un gobierno, fue su divisa, como ella lo ha dicho públicamente, no sólo en ésta que será su última responsabilidad como diplomática activa, sino a lo largo de su trayectoria profesional.
Ya como Embajadora en Washington, ella tuvo conmigo un detalle que revela su amable sencillez detrás del glamour del título. Cuando recién se anunció su designación a la Embajada, escribí lo siguiente en mi blog personal (Mirada al Mundo, el 12/01/2019) con entusiasmo sobre lo que me parecía una decisión muy acertada del Presidente López Obrador:
“Una larga carrera de 40 años en el Servicio Exterior avala la capacidad y experiencia de Martha Bárcena para enfrentar estos retos y los que el día a día le traiga. En ella recae no sólo el peso y el privilegio de representar a México ante Estados Unidos, sino también el de representar el talento de la mujer mexicana a estos elevados niveles diplomáticos. No dudo que dará su mejor esfuerzo y que veremos buenos resultados”.
Pues bien, para mi sorpresa, la Embajadora Bárcena envió una extensa respuesta a mi blog, agradeciendo lo que yo escribí sobre ella y puntualizando los objetivos de la tarea que recién empezaba; comparto un fragmento:
“Estimado Rogelio:
Le expreso mi gratitud por dedicar su blog a mi nombramiento como embajadora de México en Estados Unidos, por confiar en que realizaré un buen trabajo, y, sobre todo, por plantear preguntas concretas sobre los diversos retos y oportunidades que mi gestión tendrá de cara a la relación bilateral México-Estados Unidos…
“Me gustaría empezar por enfatizar que ser la primera mujer embajadora de México ante Estados Unidos y miembro del Servicio Exterior Mexicano, me llena de orgullo ya que es para mí un honor ser la representante de México y del Presidente Andrés Manuel López Obrador en Washington. Conlleva, sin duda, llevar el mensaje de lucha contra la corrupción, de justicia y combate a la desigualdad que el Presidente ha planteado como objetivos principales de su gestión”.
A casi dos años de su gestión diplomática, no puedo imaginarme el peso de la responsabilidad y la intensidad del desgaste emocional y profesional que trae consigo la representación de México ante Estados Unidos, pero sí puedo afirmar que bien puede decir la Embajadora Bárcena “¡misión cumplida!”, junto con su fiel equipo en la Embajada, en medio de lo que es quizá la época más complicada en la relación bilateral en muchas décadas.
Sólo agregaré que respeto profundamente su decisión personal de adelantar su retiro, una decisión legítima y bien ganada a pulso. Ojalá nos regale en el futuro Doña Martha un buen libro con sus memorias diplomáticas en Washington, ya con el sosiego de la distancia frente al puesto y el descanso merecido; yo me apunto en su lista de espera de lectores.
Estoy seguro que tanto el Presidente López Obrador como el Canciller Ebrard le agradecerán su esfuerzo, capacidad y dedicación a la tarea encomendada, y que recibirá, además, el calor de quienes desde México la aprecian y admiran: muchas mujeres jóvenes mexicanas, futuras internacionalistas que apenas están en las aulas o recién ingresadas al Servicio Exterior, para quienes será una fuente de inspiración (junto a otras diplomáticas como Rosario Green, mi querida maestra), y un buen ejemplo a seguir.
Adioś, Embajadora Martha Bárcena, ¡misión cumplida!