A partir de este lunes (16.09.24), la Policía no solo realiza controles en las fronteras del este y el sur de Alemania, sino también en las del norte y el oeste. La nueva medida, que se prolongará por al menos seis meses, afecta ahora igualmente a los límites con Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Francia.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, criticó que Alemania ponga en peligro todo el sistema de Schengen con su amplio control fronterizo. De hecho, en la zona de Schengen está previsto el libre tránsito de personas, sin controles ni esperas. Solo en las fronteras exteriores y en los aeropuertos se debe mostrar el pasaporte.
Schengen: el control es el último recurso
Los controles en las fronteras internas únicamente están contemplados bajo determinadas condiciones. Son los Estados quienes deciden por sí mismos si estas se cumplen, y únicamente tienen que dar parte a la Comisión Europea de la aplicación de controles.
La central de la UE puede emitir una reprimenda, pero nunca lo ha hecho. Solo recuerda que los controles deben ser un «último recurso”. Además, deben ser «transitorios” y pueden mantenerse como máximo por tres años, según el recién modificado Código de Schengen.
La ministra alemana del Interior, Nancy Faeser, justificó la decisión adoptada remitiéndose al alto número de inmigrantes que ingresan sin autorización al país y a la sobrecarga del sistema de asilo.
Cientos de excepciones en el espacio Schengen
Alemania no es la única que amplía sus controles fronterizos. Otros ochos países han establecido puestos de vigilancia en las fronteras internas del área de Schengen. Desde 2006, se han registrado un total de 441 medidas de control de los países integrantes del sistema. Francia va a la cabeza. Desde los atentados terroristas de 2015 y 2016, París se reserva el derecho de controlar las fronteras nacionales. Reiteradamente se han aplicado controles con diversas justificaciones, como el peligro terrorista, la presión migratoria, el espionaje ruso o grandes acontecimientos deportivos.
Alemania controla desde 2015 su frontera con Austria, aduciendo el intento de reducir el ingreso de solicitantes de asilo y el peligro de terrorismo. Austria, a su vez, vigila sus fronteras con Eslovaquia, la República Checa, Hungría y Eslovenia, con los mismos argumentos.
Durante la pandemia de COVID-19, casi todos los países centroeuropeos intentaron combatir la propagación del virus con controles y cierres parciales de fronteras, lo que provocó gran molestia entre los transportistas y otros trabajadores.
Controles aleatorios en las autopistas
En la práctica, no todos los viajeros tienen que mostrar su identificación. En la frontera bávara con Austria, por ejemplo, se hacen controles aleatorios en las autopistas. Solo algunos vehículos son instados a detenerse.
También puede haber controles en carreteras secundarias, pero no se llevan a cabo en forma permanente y en todo lugar. La Policía no tendría personal suficiente para hacerlo, según lamenta el sindicato policial. La dirección de la Policía alemana lo contradice, y el Ministerio del Interior afirma que hay suficientes fuerzas disponibles.
Los planes de Faeser
La ministra Faeser se propone detectar con los controles a personas que intentan ingresar a Alemania sin autorización. Solo se les puede negar la entrada si no presentan una solicitud de asilo.
En caso de que presenten esta solicitud en la frontera, las autoridades alemanas deben comprobar si les corresponde hacerse cargo, o si la persona ya ha solicitado asilo en otro país de la UE o podría haberlo hecho. En tal caso, la persona podría ser devuelta al primer país del área de Schengen al que entró, siempre que ese país lo consienta.
Estos procedimientos, acordes con las reglas de Dublín, pueden tomar meses. Ahora, Faeser demanda que se agilice la consulta a los bancos de datos de asilo de la UE y las negociaciones con los Estados de la UE que corresponda. Los solicitantes de asilo habrán de ser alojados en el intertanto en lugares cercanos a la frontera y, de haber peligro de fuga, incluso serían detenidos. Pero esas instalaciones cercanas a la frontera aún tendrían que ser construidas.
La Policía indica que, entre enero y julio de este año, 34.000 personas trataron de entrar a Alemania sin autorización. A 17.000 se les negó el ingreso en la frontera. Los restantes casos son tratados de acuerdo con las reglas de Dublín. No está claro cuánta gente más podría haber sido detectada con una mayor cantidad de controles fronterizos.