Ucrania da un paso más hacia su “independencia espiritual” de Rusia, tras la reciente aprobación de una ley que allana el camino para prohibir una iglesia ortodoxa local vinculada a Moscú, ante la negativa de esta última a condenar inequívocamente la invasión y a cortar lazos con Rusia.
La ley, aunque no prohíbe explícitamente a la Iglesia, ha establecido un mecanismo para garantizar que cualquier organización religiosa con amplia comunicación o lealtad a la Iglesia ortodoxa rusa tendrá que cortar esos lazos en un plazo de unos nueve meses o cesar su actividad.
Aunque la Iglesia afectada ya ha subrayado, en reacción a la aprobación de la ley el martes, que no conserva ningún vínculo formal con la organización dirigida por el patriarca Kiril, leal incondicional al presidente ruso, Vladimir Putin, y partidario de la invasión contra Ucrania, su continua afiliación a Moscú ha sido un secreto a voces para la mayoría de los ucranianos.
El 63 % de ellos estaba a favor de la prohibición total de la Iglesia en mayo, según una encuesta del Instituto Internacional de Sociología de Kiev.
Un 20 % más estaba a favor de que el Estado aumentara su control sobre las actividades de la Iglesia y sólo un 12% se oponía a que se tomaran medidas.
Influencia menguante
El objetivo principal de la ley es impedir que la “propaganda enemiga” se filtre a través de la Iglesia, según explicó a los medios locales Mikita Poturaev, jefe de la comisión correspondiente del Parlamento.
La Iglesia ha sido instrumentalizada durante mucho tiempo por los dirigentes políticos rusos y utilizada para “rusificar” Ucrania a lo largo de su independencia, declaró el martes al canal de televisión ‘Priamyi’ Anatoli Babinski, del Instituto de Historia de la Iglesia de la Universidad Católica Ucraniana.
“La mayoría de los sacerdotes de esta iglesia son prorrusos”, declaró a EFE el exsacerdote de la Iglesia Iov Olshanski, quien señaló que ésta ha colaborado con las autoridades y los servicios secretos de Moscú desde la época soviética.
Más de 8.500 parroquias pertenecían a la Iglesia vinculada a Rusia a principios de 2022, pero su parca reacción a la invasión ha llevado a más de 800 a cambiar su lealtad a otra gran Iglesia ortodoxa radicada en Kiev.
El Monasterio de la Santa Resurrección del Nuevo Athos, en Leópolis, que dirige el abad Iov Olshanski, fue uno de los primeros en hacerlo.
Muchos más seguirían su ejemplo si no fuera por la compleja burocracia y la oposición de la mayoría de los sacerdotes de la Iglesia, subrayó Olshanski.
La proporción de ucranianos ortodoxos -que constituyen el 63 % de la población del país- que se identifican con la Iglesia vinculada a Moscú cayó al 9,2 % a finales de 2023 desde más del 20 % antes del comienzo de la guerra, mientras que casi el 70 % se identificaba con la Iglesia ortodoxa dirigida por Kiev.
Vínculos con Moscú
Aunque la Iglesia ortodoxa rusa eliminó cualquier mención formal en sus estatutos a su afiliación con Rusia en la primavera de 2022, tras el inicio de la invasión, su actividad delata sus fuertes vínculos con Moscú, según una opinión predominante en Ucrania.
“Ninguno de sus obispos ha condenado personalmente a (el patriarca) Kirill, a la Iglesia ortodoxa rusa o a Putin”, subrayó en la red social Facebook Nicodemus, obispo de Jersón y Tavria en la Iglesia ortodoxa de Ucrania, dirigida por Kiev.
Según Nicodemus, que habló con EFE sobre los riesgos a los que se enfrentan los sacerdotes ucranianos en los territorios ocupados por Rusia, la Iglesia vinculada a Moscú ha permanecido en silencio cuando la Iglesia ortodoxa rusa se apropió de la totalidad de sus eparquías allí.
100 causas penales contra sacerdotes
Se han abierto 100 causas penales contra sacerdotes de la Iglesia ortodoxa rusa, según reveló el martes el Servicio de Seguridad ucraniano, mientras que en redadas anteriores en importantes monasterios se encontraron supuestamente pruebas de difusión de propaganda rusa.