Moldavia, que celebra el domingo un histórico referéndum europeísta, cierra hoy la campaña electoral en plena guerra de nervios con Rusia, que se opone categóricamente al ingreso en la Unión Europea (UE) de un país vecino y aliado de Ucrania.
“Este es un momento crucial. O seguimos siendo un país débil y aislado o Moldavia será fuerte, segura y tendrá muchos amigos”, aseguró Maia Sandu, presidenta moldava, al dirigirse a la población por televisión.
Para el Kremlin la línea roja en el espacio postsoviético siempre fue la entrada en la OTAN, pero ahora la integración europea tampoco es bienvenida, ya que sus países miembros apoyan abiertamente a Kiev con dinero y armas.
Moldavia, uno de los países más afectados por la guerra, ya que acogió a cientos de miles de refugiados ucranianos, confía que la adhesión a la Unión le saque de la pobreza, pero también garantice su seguridad, dado el apoyo de Moscú a los separatistas en Transnistria y Gagauzia.
Una anciana comparte folletos electorales frente a una tienda electoral en el centro de Chisinau, Moldavia. EFE/EPA/DUMITRU DORU/ Archivo
Sandu defiende una Moldavia europea
La culpa del meteórico acercamiento moldavo a la UE la tiene Sandu, una convencida europeísta con experiencia en el Banco Mundial que buscará el domingo la victoria del Sí, pero también su reelección en unas elecciones presidenciales que coincidirán con la consulta popular.
Con todo, los sondeos difieren. La reforma para incluir en la Constitución la aspiración europeísta moldava cuenta con el apoyo de más de la mitad de los moldavos, que quieren dar la espalda a Rusia.
En cambio, Sandu tendrá que disputar muy probablemente una segunda vuelta electoral ante uno de sus diez contrincantes, entre los que lideran, dependiendo de la encuesta, el independiente Renato Usatii o el considerado candidato de Moscú, el antiguo fiscal general Alexandr Stoianoglo.
Durante toda la campaña Sandu se centró en espantar los fantasmas enarbolados por los partidos y candidatos prorrusos sobre el funesto impacto del futuro ingreso en el bloque europeo.
Por ejemplo, destacó que la esperanza de vida en la UE es “diez veces mayor” que en la antigua república soviética y, en otro claro mensaje a los más mayores y campesinos, los más euroescépticos, destacó las altas pensiones.
Uno de los pilares de su campaña fue la diáspora moldava que reside en países como España, Francia o Italia, adonde Sandu viajó para animar a los emigrantes a votar masivamente, para “no tener que esperar otros 30 años”.
Una mujer se prepara para repartir folletos electorales en una tienda electoral en el centro de Chisinau, Moldavia. EFE/EPA/DUMITRU DORU/ Archivo
La UE le abre sus puertas con un plan Marshall
Según fuentes diplomáticas europeas en Chisinau, Moldavia “no tiene enemigos” en Bruselas, lo que ha quedado demostrado en los últimos meses con el apoyo ante cualquier asomo de injerencia rusa.
“Moldavia está haciendo progresos significativos en la senda de la Unión pese a la creciente intimidación rusa. Vemos que Rusia no escatima esfuerzos para abortar el proceso electoral a través de ataques híbridos y una generalizada compra ilegal de votos”, comentó esta semana Josep Borrell, el jefe de la diplomacia comunitaria.
La mejor muestra de apoyo fue el reciente viaje realizado por la jefa de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, quien anunció lo que la propia Sandu llamó un “Plan Marshall” para Moldavia.
Se trata de 1.800 millones de euros en tres años, lo que, según la funcionaria alemana, permitirá a Bruselas ayudar a Moldavia “a duplicar su economía en una década”.
Además, en un comentario remitido a EFE, el portavoz de la política exterior europea, Peter Stano recordó que “en mayo pasado Moldavia fue el primer país con el que la UE estableció una Asociación de Defensa y Seguridad” y el segundo que recibe más ayuda para reforzar sus Fuerzas Armadas, sin olvidar la tercera ronda de sanciones aprobada hace escasos días por desestabilizar el país candidato.
Voluntarios reparten folletos electorales frente a una carpa electoral en el centro de Chisinau, Moldavia. EFE/EPA/DUMITRU DORU/ Archivo
El protagonismo de Rusia
El Kremlin ha sido uno de los grandes protagonistas de la campaña, en gran medida debido a los cruces de acusaciones de compra de votos y llamamientos a boicotear el referéndum.
“Un grupo de ladrones quiere bloquear nuestro futuro con la ayuda de mentiras y dinero sucio. Millones de euros para la compra de votos”, dijo Sandu.
Según la Fiscalía, más de cien mil electores habrían sido comprados a través de cuentas en un banco ruso. Detrás de ese esquema estaría, según las autoridades, el oligarca Ilon Shor, reclamado por la Justicia por corrupción y que hace unos meses fundó durante un congreso en Moscú el bloque Pobeda (Victoria), que apoya el acercamiento a la Unión Económica Eurasiática liderada por Rusia.
El Kremlin niega toda injerencia, aunque, a renglón seguido, aduce que “a los políticos se les niega el derecho a decir que son partidarios de entablar unas buenas relaciones con Rusia”.
Además, Moscú denuncia que Chisinau no quiere escuchar la opinión de los cientos de miles de moldavos que viven en Rusia, ya que únicamente ha habilitado -según Moldavia, por motivos de seguridad- dos colegios en todo el país.