El Congreso de Francia inició un proceso para destituir al presidente Emmanuel Macron, el cual avanzó gracias al apoyo de los partidos de izquierda.
La mesa de la Asamblea Nacional lanzó este martes la destitución de Macron con el voto de doce de los componentes de la mesa de la cámara de diputados (todos los de la izquierda en esa instancia), mientras que diez rechazaron que pueda seguir adelante el proceso de destitución, que es una iniciativa de La Francia Insumisa (LFI), el partido de Jean-Luc Mélenchon.
El procedimiento no tiene visos de poder prosperar porque ni siquiera todas esas formaciones están a favor sobre el fondo.
La propuesta inicial de resolución el pasado día 4, de hecho, la firmaron 72 diputados de LFI, así como nueve ecologistas y comunistas que la justificaron como una respuesta política al hecho de que Macron no eligiera a la candidata de la izquierda para primera ministra, Lucie Castets, y se decantara por el conservador Michel Barnier.
Los tres diputados del Partido Socialista (PS) en la mesa votaron en favor de que pueda tramitarse, pero la formación ya ha advertido que se pronunciará unánimemente contra la destitución tanto en la comisión legislativa como luego en el plenario.
La razón es que para el PS es «un procedimiento de destitución heredado del procedimiento de excepción por alta traición» y eso no se corresponde con la situación política actual.
En realidad, incluso unidos, los partidos de izquierda son minoría en la comisión legislativa y en el plenario.
Para prosperar, el procedimiento de destitución necesitaría reunir el favor de dos tercios de los parlamentarios, lo que exigiría que se uniera la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, que ya ha avanzado que no se prestará a lo que consideran una maniobra de distracción de la extrema izquierda.