En Afganistán, será necesario que las mujeres añadan una nueva restricción a la extensa serie de derechos que los talibanes les han restringido desde su llegada al mando en 2021. La ONU lo califica como «un apartheid de género».
Desde 2025, los estudios de obstetricia y enfermería para las afganas están vetados, lo que implica que se les cerró una de las últimas oportunidades para su formación profesional, además de incrementar la posibilidad de que se les prive de acceso a la atención sanitaria básica debido a las rigurosas normas culturales que les impiden ser atendidas por médicos masculinos.
Siete restricciones de los talibanes sobre las mujeres en Afganistán
Este nuevo veto, anunciado a comienzos del pasado diciembre por el Gobierno ‘de facto’ de los talibanes en Afganistán, se suma a otras prohibiciones, como por ejemplo:
- La voz de una mujer se considera awrah y no debe escucharse en público. La palabra árabe awrah se refiere a las partes del cuerpo tanto de hombres como mujeres que deben cubrirse, que no deben ser visibles en público.
- Tampoco se debe escuchar a las mujeres cantar o leer en voz alta, ni siquiera desde el interior de sus casas.
- Las mujeres tienes vetado ir a parques, gimnasios, centros de belleza, o salir de sus casas sin un acompañante masculino.
- Está prohibido que las mujeres trabajen fuera del hogar.
- Las mujeres deben estar cubiertas desde la cabeza hasta los pies y la ropa utilizada no debe ser fina, corta o ajustada.
- Las mujeres deben ocultar su cuerpo y rostro de los hombres con los que no están casadas ni tienen parentesco de sangre.
- Está prohibido para las mujeres practicar cualquier deporte.
En Afganistán está prohibido para las mujeres ir al colegio o a la universidad
A esto se le añade que deben abandonar los estudios de nivel superior. Un veto que las motivó a modificar sus campos de estudio y a optar por los denominados estudios médicos breves -obstetricia y enfermería- para poder establecer una carrera profesional, algo que tampoco serán capaces de llevar a cabo.
Uzma Zarifi, de 24 años, es una de estas chicas que decidió dar un paso firme en su educación. En un principio, cursaba estudios de gestión empresarial, pero cuando los talibanes le cerraron esa puerta en diciembre de 2022, empezó a realizar los estudios breves de medicina.
«Esto representa un severo impacto emocional para nosotras (las mujeres afganas).» Aspirábamos a seguir aún a través de estos centros médicos para aspirar a un futuro más prometedor. Sin embargo, desafortunadamente, también esto concluyó», expresó Zarifi a la agencia EFE.
Madina Azimi, de 23 años, que en el momento del veto inicial estudiaba economía y ahora estaba cursando estudios de partería, ha experimentado una experiencia parecida.
«Si la mitad del cuerpo humano está paralizada, ¿es posible que los demás órganos operen correctamente o avancen?», expresó de manera metafórica, aludiendo a las mujeres, que representan la mitad de la población de Afganistán, pero que están totalmente marginadas de la vida pública por las autoridades.
Las consecuencias de los vetos en la vida de las mujeres afganas
Las cifras de ONU Mujeres indican que estas limitaciones están provocando serias repercusiones en la vida de las mujeres y niñas de África. Por ejemplo, únicamente el uno por ciento de las mujeres encuestadas consideran que influyen en la toma de decisiones en sus comunidades; el 64% indica que no se sienten seguras saliendo de casa en soledad, en comparación con el 2% de los hombres; y el 8% señala tener conocimiento de al menos una mujer o niña que ha intentado suicidarse desde agosto de 2021.
Según Azimi, las interrupciones en su educación no solo constituyen una pérdida personal, sino que también evidencian el fracaso de los talibanes al enfrentar las necesidades esenciales de Afganistán, que se encuentra en medio de una crisis económica, social y humanitaria.
«Si la condición de las universidades y la educación continúa así, nos encontraremos con una sociedad que desconozca todo acerca de su salud, sus derechos o los derechos ajenos», agregó.
Cuando se emitir la prohibición, cerca de 35.000 mujeres estaban realizando estudios médicos en instituciones de Afganistán, de acuerdo con cifras del Ministerio de Salud Pública de dicha nación.
La salud de miles de mujeres y niñas en Afganistán está en peligro
Este veto, además de poner en riesgo su carrera profesional, representa un riesgo para la salud de miles de mujeres y niñas en Afganistán, un país con una de las tasas de mortalidad materna más elevadas a nivel global, de acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, en inglés), y donde las normas culturales y las rigurosas normas talibanes impiden su tratamiento por médicos de sexo masculino.
«Todos los días en nuestra sociedad tradicional observamos cómo las mujeres perdían la vida debido a la escasez de atención médica para ellas, debido a que los médicos masculinos no podían asistir», señaló a EFE Tayaba, una estudiante de enfermería de 26 años.
El agosto pasado, la UNFPA alertó que Afganistán requería con urgencia 18.000 matronas extra.
Esto concuerda con las reclamaciones de Tayaba, quien se cuestiona: «¿quién se encargará de nuestras madres, hermanas e hijas en este momento?»
Además de las reclamaciones de las mujeres afganas, la ONU y diversas organizaciones internacionales como Human Rights Watch han alertado que el veto provocará «efectos devastadores en la salud» de las mujeres afganas.
Así que, una vez más, exhortaron a los talibanes a respetar sus compromisos en lo que respecta a los derechos humanos, cuyas infracciones realizadas por el régimen fundamentalista han sido reiteradamente denunciadas por diversos actores internacionales.
En contraposición, el régimen talibán sostiene que la legislación islámica «asegura» los derechos de los afganos y afganas, apoyándose en la moral y en la aplicación rigurosa de la Sharia, la ley islámica que el Talibán emplea como norma de comportamiento en todas las áreas de su vida.
Las otras prohibiciones que rigen en Afganistán contra las mujeres
El 31 de diciembre de 2024, los talibanes igualmente declararon que, a partir de este momento, las mujeres afganas no tendrán la posibilidad de trabajar para los oenegés.Para la ONU, un decreto «extremadamente discriminatorio».
Esta acción afectará directamente la habilidad de los ciudadanos para obtener ayuda humanitaria, dijo Volker Türk, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
De acuerdo con Volker Türk, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, «las ONG en Afganistán juegan un papel crucial en la provisión de asistencia vital crítica a mujeres, hombres, niñas y niños afganos, y esta acción impactará directamente en la habilidad de la población para obtener ayuda humanitaria», indicó Türk en relación a esto.
Además, «ningún país puede avanzar – en términos políticos, económicos o sociales – mientras la mitad de su población sea marginada de la vida pública», consideró Türk.
Justo el 29 de diciembre, el jefe supremo de los talibanes prohibió construir ventanas en lugares residenciales desde donde se pueda ver a mujeres, ya que «el ver a mujeres trabajando en las cocinas, patios o sacando agua de un pozo puede generar actos obscenos», escribieron en un documento difundido por el portavoz del gobierno en la red social X. Además, recomendaron obstruir las ventanas que ya existen, para prevenir la «obscenidad».