La muestra más significativa de que la migración que viene del otro lado del océano ya tomó en los últimos 10 años las rutas que suelen recorrer por México las caravanas de indocumentados, no sólo se comprueba por el incremento de detenciones del Instituto Nacional de Migración (INM), sino en las dietas que se piden y en el uso de más traductores en los albergues.
“Es un reto recibir a tantos de otras culturas porque muchos de ellos no pueden comer cualquier cosa, por ejemplo, cerdo o res”, informa Daniel Sandoval, encargado del albergue Constitución de 1917 que opera en Iztapalapa, Ciudad de México, con apoyo de organizaciones internacionales como Médicos Sin Fronteras. Agrega que han tenido que “recurrir a más herramientas tecnológicas para poder entender sus necesidades”.
Constitución de 1917 se fundó como refugio para alcohólicos y drogadictos que venían de otros estados del país, que no contaban con un hogar o redes de apoyo para recuperarse. Posteriormente, por petición del gobierno de la Ciudad de México, el centro comenzó a recibir a centro y sudamericanos y, poco a poco, a gente de diversas razas que llegaba desde recónditos lugares del planeta.
En los últimos días, por ejemplo, llegaron dos personas de Afganistán y otra de China. Ellos buscan junto con otros migrantes latinoamericanos una cita de arranque del trámite de asilo en Estados Unidos a través del sistema electrónico CBP One, que cada día se torna más complicado.
Al no haber una respuesta inmediata, se van sumando migrantes hasta conformar un collage multirracial y transoceánico de cuyas dimensiones dan idea las estadísticas de la Unidad de Política Migratoria (UPM) de la Secretaría de Gobernación.
En ellas puede apreciarse que entre 2013 y 2023, la migración anual de gente proveniente de Asia pasó de 894 a 45 mil 650, y la que viajó desde África pasó de 545 a 59 mil 448.
Para este 2024, la UPM documentó que entre enero y abril capturó a 21 mil 221 asiáticos, con personas de China a la cabeza (6 mil 271), seguido por las de India (6 mil 437); Afganistán (mil 366), Uzbekistán (mil 317), Nepal (727), Kirguistán (502) y Kazajistán (499), entre los más representativos de esta migración que incluye a 35 nacionalidades.
En el caso de los que llegan de África, el número de detenciones para el mismo periodo se ubica en 27 mil 15 personas, procedentes de 44 países –ese continente en su conjunto cuenta con 54 naciones–, principalmente de Senegal (6 mil 577 individuos); Guinea (6 mil 388); Mauritana (3 mil 532); Angola (2 mil 024); Ghana (mil 625) y Somalia (840).
Causas, muy diversas
El repunte del éxodo procedente de ambos continentes incluye circunstancias en los países de origen que fabrican víctimas de autoritarismo, intolerancia religiosa y desde luego, pobreza extrema. Pero también responde a estrategias de tipo electoral, laboral y político en Estados Unidos, y a la subordinación de México para cerrar las puertas de su socio comercial del norte, coinciden analistas del Wilson Center y del Migration Policy Institute (MPI).
Los factores anteriores forjan un caldo de cultivo para un éxodo internacional que utiliza redes de tráfico pagadas por familiares que migraron previamente. Un viaje que puede llegar a costar desde 5 mil hasta 35 mil dólares, detalla el Wilson Center.
Desde el continente americano, las causas que permiten el flujo se reparten por etapas o “regiones”, según el estudio ‘Migración Africana a través de las Américas’, del MPI.
En primer lugar, advierte, en Sudamérica hay dos países que por sus laxas políticas para otorgar visas han permitido la entrada de ciudadanos de prácticamente todo el mundo: Brasil y Ecuador.
Una vez que los migrantes se encuentran en cualquiera de estas naciones, entra en acción la segunda etapa: la ruta hacia Estados Unidos, que está bien identificada: puede ser desde Sao Paulo (Brasil), Lima (Perú) o Managua, Cali o Bogotá (Colombia), Panamá, Tegucigalpa (Honduras) o Guatemala, Tapachula o Tenosique (Chiapas y Tabasco), Piedras Negras (Coahuila) o Tijuana (Baja California).
Según la nación de tránsito, los migrantes a veces deben pagar cuotas a las autoridades o cárteles locales –Clan del Golfo, en Colombia; el Cártel Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa– o pagar permisos temporales de entrada oficiales.
En el caso de México, este país “emitía a los migrantes permisos para transitar en cuestión de días hasta el verano de 2019 y la logística para ellos se volvió significativamente más difícil”, detalla el análisis.
De entrada, se incrementaron las detenciones. Ese año hubo 5 mil 878 acciones contra asiáticos y 7 mil 065 contra africanos; cinco años después, la primera cifra se multiplicó por cinco y la segunda por 10.
El tercer motivo que anima a la migración lejana son las políticas mexicanas y estadunidenses.