Los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y Guatemala, Bernardo Arévalo, mantendrán el viernes una reunión en Tapachula, la ciudad mexicana más importante en la frontera entre ambos países, para hablar sobre migración, infraestructuras y cómo ofrecer empleos temporales a los guatemaltecos en territorio mexicano, adelantó la canciller mexicana.
La cita, la primera entre ambos mandatarios, tiene lugar en medio de semanas de intensa actividad diplomática de Estados Unidos con México y otros países de la región para intentar controlar el flujo de migrantes hacia el norte en pleno año electoral estadounidense y después que en 2023 se batieran todos los récords con un número de llegadas sin precedentes.
Según explicó el martes la secretaria de Relaciones Exteriores mexicana, Alicia Bárcena, México, Estados Unidos y Guatemala están de acuerdo en destinar recursos para mejorar la infraestructura fronteriza, poner en marcha planes de desarrollo, industria y comercio y buscar vías para cubrir la mano de obra que México necesita con visas temporales de trabajo para los guatemaltecos, temas que se abordarán en la reunión entre López Obrador y Arévalo.
Después del conocido como “tapón del Darién”, la selva que divide Colombia de Panamá y por donde el año pasado cruzaron más de medio millón de migrantes, el siguiente punto crítico de la ruta es el sur de México.
“La frontera entre Guatemala, Belice y México es fundamental”, dijo la canciller.
Se trata de una zona de montañas y selva donde existen un sinfín de puntos ciegos por donde pasan cientos de migrantes cada día de decenas de nacionalidades. Muchos de estos cruces irregulares —que también son ruta de drogas y armas— son los que ahora se disputan el Cártel de Sinaloa y el de Jalisco, lo que ha multiplicado la violencia en la zona.
“Queremos lograr que ese espacio fronterizo sea un espacio ejemplar… nada de muros, que la gente sienta que entró a un país que es un país grato que le puede ofrecer oportunidades”, subrayó Bárcena.
Para los migrantes, sin embargo, llegar a México está lejos de ser un placer. Las rutas están controladas por el crimen organizado, hay muchos robos, extorsiones o incluso secuestros, y constantes denuncias de abusos y actos de corrupción de las autoridades.
Además, desde hace unos dos años, muchos de los que logran avanzar hasta al centro o al norte del país, si son interceptados por agentes migratorios o la Guardia Nacional, son devueltos de nuevo al sur donde la mayoría vuelve a intentar retomar camino de nuevo.
El mismo día que Bárcena hacía esas declaraciones, Carlos Campos, un venezolano que viaja con su esposa, su hermana y varios sobrinos, fue subido a un avión con toda su familia y decenas de otros migrantes y trasladado desde el norte de Ciudad de México, donde pretendían trepar a un tren de carga para avanzar hacia la frontera con Estados Unidos, a la frontera con Guatemala.
“Nos regresaron y vamos de nuevo para arriba”, dijo el jueves a The Associated Press ya desde la salida de Tapachula donde un grupo de migrantes se agrupaba para continuar hacia el norte.
Estados Unidos ha elogiado los esfuerzos de contención del gobierno mexicano que han hecho reducir la llegada de migrantes a su frontera —algunos días de finales de 2023 superaron los 10.000 y ahora están en menos de la mitad.
Pero México insiste en que será necesario que el gobierno del presidente Joe Biden permita a los migrantes acceder a su plataforma digital de solicitud de asilo, llamada CBPOne, desde el sur para evitar que los extranjeros crucen México sin documentos y sean víctimas de las redes de traficantes.