Unas 10.000 personas de diferentes etnias del estado mexicano de Chiapas, defensores de derechos humanos, maestros jubilados, transportistas y la Iglesia católica del estado, marcharon este viernes (13.09.2024) para exigir al Gobierno de México poner un alto a la violencia del narcotráfico que ha ido en aumento en los últimos meses en la región.
«Chiapas es una bomba de tiempo, hay muchos desaparecidos, muchos secuestrados, hay muchas desapariciones, muchos asesinatos por la presencia del crimen organizado en Chiapas», dijo el párroco de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Marcelo Pérez, al inicio de la marcha peregrinación.
El religioso apuntó que en últimas fechas «la violencia se triplicó» sobre todo en los municipios de Ocosingo, Chicomuselo y Frontera Comalapa, los dos últimos prácticamente en la frontera con Guatemala, pero, precisó que desde hace tres años hay un riesgo inminente en los pueblos: La Grandeza, Bella Vista, Siltepec, El Porvenir y Motozintla.
Así también como en Bejucal de Ocampo, Honduras de la Sierra, Mazapa de Madero, Amatenango de la Frontera, la Concordia, Montecristo de Guerrero, Ángel Albino Corzo y San Cristóbal de Las Casas, Tuxtla Gutiérrez, Reforma, Tila, Pantelo, Chenalhó, ya que en esos municipios «existe el sometimiento masivo, secuestros, asesinatos, reclutamientos de infantes y desplazamiento forzado».
El contingente estuvo conformado por indígenas mayas tzotziles, tzeltales, tojolabales, choles y zoques, así como la organización civil ‘El Pueblo Creyente’ y la Iglesias bautista, quienes se congregaron en la Central de Abastos de Tuxtla Gutiérrez y finalizaron con una oración, bajo un sol inclemente y una temperatura de 40 grados celsius.
Enfrentamientos entre narcos
«Sabemos que es una realidad, allá arriba (en la Sierra de Chiapas) la gente no se hace escuchar porque está sometida», expresó Dulce Ríos, habitante de Tapachula, quien destacó la participación de las mujeres en la manifestación.
Por los jóvenes se manifestó Anahí Ríos, quien reflexionó que esta acción es por «aquellos que no tiene voz, esta es nuestra tarea ser voz de aquellos que ahorita están refugiados, desplazados, escondidos, sometidos bajo una situación».
Los manifestantes también pidieron un alto a los megaproyectos del Gobierno de México, a los desplazamientos forzados, al despojo de tierra, a las violaciones de los derechos.
Al término de la marcha, un grupo de católicos celebró una misa en memoria de todas las personas que han muerto sin justicia y oraron para «que el Gobierno mexicano reconozca esta situación de terror que se viven en Chiapas».
La manifestación ocurre luego de que en los últimos meses los enfrentamientos armados entre sicarios del Cartel de Sinaloa (CDS) y Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), se han intensificado, utilizado a la población civil como barrera humana para impedir el avance de los grupos rivales.