La comunidad católica del sur de México celebra durante agosto una de las tradiciones más coloridas y llenas de fe: los gremios, legado de los misioneros franciscanos que llegaron hace 500 años para evangelizar a los indígenas mayas.
“Son una tradición bonita, pero lo más importante es el significado para la fe cristiana, ya que la comunidad se reúne en torno a la celebración de alguna imagen, como el Santo Cristo de Amor”, contó a EFE Luis Felipe Pool Estrella, párroco de la iglesia de San Isidro Labrador en Buctzotz.
Estos gremios, que refieren a un grupo de personas que se reúnen en torno a un santo, se celebran durante todo el año, pero en agosto es la época de mayor fervor para estas celebraciones.
En estas reuniones también es típico que se ofrezca parte de la gastronomía popular del sureste mexicano, al tiempo que se realizan procesiones con adornos y ambiente de fiesta hacia las distintas parroquias, casas de los santos.
En Dzoncauich, durante los primeros días de agosto, se reúnen señoras, campesinos, jóvenes y migrantes para organizar los gremios en honor al Santo Cristo de Amor.
El sacerdote, que llegó a la capilla de la localidad de San Juan Bautista en Dzoncauich, al oriente de Yucatán, para celebrar la misa respectiva a estos gremios, habló de la importancia del papel de los frailes de la orden de San Francisco de Asís en esa “tradición de color y fe”.
Con los arcos de madera, adornados con flores de papel o naturales, hojas de árboles y elotes tiernos, recorren las principales calles de la comunidad hasta la iglesia de San Juan Bautista.
Cada gremio tiene dos días para compartir delicias gastronómicas elaboradas de forma ancestral: cochinita pibil, ‘chocolomo (caldo de res)’, relleno blanco y negro, bistec con papas, frijol con puerco y ‘puchero (caldo con verduras, res, pollo y puerco)’.
Pool Estrella consideró que los gremios ayudan a consolidar la fe católica, pues “acrecientan los lazos de fraternidad entre las familias, en un ambiente de unión, oración y alegría”.
Por su parte, el historiador, locutor y exmilitar mexicano José Salvador Góngora López explicó a EFE que los gremios son herencia viva de la religión católica que llegó a México en el siglo XVI a través de los españoles.
“Son el principio de la religión católica, ya que los franciscanos convocaron a las personas para que empezaran a escuchar las predicaciones, de tal manera que con el paso del tiempo se organizaron en grupos y aparecen los gremios de panaderos, carniceros, estudiantes, músicos, migrantes, campesinos y demás”, agregó.
Indicó que la gente empieza a aportar cantidades de dinero durante todo el año “y cuando llega la fecha del gremio se reparten alimentos y se promueve otra tradición de Yucatán: ‘la vaquería’”.
“Es un espectáculo precioso, en el que los mestizos portan sus trajes blancos, sombreros, pañuelos y alpargatas que combinan perfectamente con el traje típico de las mestizas”, añadió.
Góngora López, ganador del premio nacional en locución en 2016, apuntó que el pasado sábado 10 de agosto la comunidad de Dzidzantún, al nororiente de Yucatán, celebró el gremio en honor a Santa clara de Asís.
Recordó que la conquista espiritual de los españoles a los indígenas en el sur de México empezó con los llamados retablos en las iglesias.
Los frailes crearon los retablos para que “visualmente los indígenas pudieran entender la Pasión de Cristo y después, los adoctrinaron en lengua maya para que comprendieran el Evangelio”.
Santos adaptados a la cultura maya
Góngora López consideró que la tradición de los gremios ha permanecido intacta en los últimos 500 años debido al legado de fe y devoción de los santos, “pero adaptados a la cultura maya”.
En algunas comunidades indígenas hay santos que aparecen con los rasgos característicos de los mayas, por lo que “hay una conjunción, a eso se denomina el sincretismo religioso”.
“La fusión de la religión católica con la que tenían los mayas da como resultado el perfil que tienen actualmente, que se caracteriza con un respeto extremo hacia los santos que veneran”, dijo.
Además, sostuvo que estas tradiciones perdura porque se transmiten de generación en generación.