Con la Revolución de Trujillo del 7 de Julio de 1932, la lealtad, a los principios e ideales de libertad y de justicia social, valores de la democracia social. Se acrecentó.
Lo mismo, la fe y la mística, el espíritu mismo del Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales. A la organización, disciplina y unidad, del Partido Aprista necesario para honrar el egregio sacrificio y de un mayor compromiso con los objetivos históricos de la revolución de Trujillo, tanto a los apristas que siguieron como los que sobrevivieron a la insurgencia popular que por cierto lo fortalecieron.
Con el liderazgo de los heroicos compañeros, Agustín Haya de la Torre y Alfredo Tello al igual la gallardía de Manuel “búfalo” Barreto, de Víctor Eloy Calderón, Augusto Silva Solís, Remigio Esquivel, María Luisa… de los tigres de Laredo, de los revolucionarios caídos, del pueblo trujillano en los tempestuosos varios días de triunfal avanzada y corajuda resistencia.
Expandidos en Salaverry, Chicama, Otuzco, Santiago de Chuco Huamachuco, Cajabamba, Cajamarca, Huaraz marcaron el tiempo aprista con su lealtad y fe en el aprismo que no supo de desfallecimiento en lo duro y desigual del combate, ni de traición que pudiera explicarse ni para “salvar el pellejo” en el frontal enfrentamiento a la oligarquía, al gamonalismo, que se enriquece con salarios de hambre y extrema pobreza.
Y al militarismo que los sostenía bien equipado con el abuso de todos los recursos del Estado, arrojándose libertades y derechos democráticos al país, proscribiendo su partido y su Jefe prisionero, sus líderes y militantes unos encarcelados, todos perseguidos.
Ese militarismo, que puso fin a la Constitución de 1979 de Haya de la Torre.
Es la Carta Magna de un HISTÓRICO CONSENSO de derechas e izquierdas, por un proyecto nacional democrático de cambio social, con algunos principales fundamentos apristas, que respondiera a los nuevos retos de la libertad y la justicia social.
Ello explica la respuesta que da al emergente neoliberalismo, nueva forma de capitalismo abusivo que ofrecía salarios de hambre y condiciones de trabajo precarias, extendida al campesinado, pobres ingresos y sin apoyo a las clases medias emergentes amén de la completa desprotección social a la informalidad.
Es justo decirlo asimismo de los principios e ideales de Libertad y Justicia social, de los gloriosos días revolucionarios de Trujillo 32 fueron honrados antes de 1932, con las grandes movilizaciones por la Jornada laboral de las 8 horas, de 1919, la defensa de las libertades democráticas, de 1923, el impulso a la educación liberadora, de otras inolvidables batallas, rebeliones, que legaron lecciones de eficiente protesta, de efectivas huelgas y paros, entre las principales herramientas democráticas.
Los objetivos de la Revolución de Trujillo como queda dicho en líneas anteriores, fueron los de Pan y Libertad. Y son por consiguiente de las luchas del aprismo que guió la ejemplar vida de Haya de la Torre, de Arévalo, Negreiros, de líderes y militantes históricos del aprismo de las generaciones de apristas de antes y después, que enfrentaron con prisiones, destierros, asesinatos, a todas las tiranías y dictaduras, que asolaron en el Perú.
Con la Revolución de Trujillo 32, esa impronta 90 Años de acontecida impulsa el Frente Único de Trabajadores Manuales Intelectuales.