El presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, anunció este jueves la declaración como organizaciones terroristas de las bandas armadas que han sembrado el caos en Haití. Estas organizaciones, responsables de la muerte de más de 5.600 personas el año pasado, continúan operando con impunidad en el vecino país, donde las víctimas han aumentado en comparación con 2023, según estadísticas oficiales.
El impacto de las bandas armadas de Haití en la región
En su discurso de rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional, Abinader explicó que la decisión fue tomada tras un exhaustivo análisis y reuniones con los organismos de seguridad nacional de República Dominicana. El presidente criticó la «incapacidad y desinterés de la comunidad internacional» frente a la creciente crisis en Haití, que ha sido desbordada por las bandas armadas. Según el mandatario, la falta de acción por parte de la comunidad global ha obligado a República Dominicana a tomar medidas más drásticas para proteger su seguridad nacional.
«La violencia de las bandas armadas en Haití ha llegado a niveles intolerables. Este fenómeno ha afectado gravemente la seguridad de la región», declaró Abinader. Con la declaración de estas organizaciones como terroristas, el gobierno dominicano ha dejado claro que cualquier persona que forme parte de estas bandas y entre en territorio dominicano será perseguida, detenida y juzgada conforme a las leyes antiterroristas del país.
Medidas severas contra las bandas armadas de Haití
El presidente Abinader destacó que las fuerzas de seguridad dominicanas ya están en alerta y actuarán con «toda severidad» contra cualquier miembro de las bandas terroristas que intente ingresar al país. «No habrá tolerancia ni consideración alguna para aquellos que atenten contra la seguridad y la paz del pueblo dominicano», enfatizó el mandatario, resaltando la importancia de proteger a los ciudadanos frente a amenazas externas.
El presidente de República Dominicana, Luis Abinader, habla en una rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional, donde anunció que el país declara terroristas a las bandas armadas de Haití. EFE/ Orlando Barría
En su discurso, también mencionó el compromiso de su gobierno para asegurar la seguridad en la frontera, especialmente en el contexto de las bandas armadas de Haití. La declaración refleja la gravedad de la situación en Haití y la necesidad de una respuesta más firme y coordinada para frenar el avance de estos grupos criminales.
La diplomacia de República Dominicana ante la crisis en Haití
A lo largo de su intervención, el presidente Luis Abinader también resaltó la «firme y activa diplomacia» de su gobierno frente a la crisis que enfrenta Haití. Abinader hizo hincapié en la importancia de que la comunidad internacional, en especial a través de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMP), liderada por Kenia, asuma un papel más activo y responsable en la pacificación del país vecino.
Sin embargo, el presidente dominicano lamentó que la misión internacional no haya logrado desplegar la cantidad necesaria de efectivos para restaurar el orden y seguridad en Haití. La falta de apoyo a esta misión ha sido un obstáculo significativo para la pacificación del país, que continúa siendo controlado por las bandas armadas, que siguen cometiendo actos de barbarie.
La situación de seguridad en Haití: un problema cada vez más grave
La situación de seguridad en Haití ha empeorado drásticamente en los últimos años. Las bandas armadas han logrado expandir su control sobre Puerto Príncipe y el sur del país, cometiendo crímenes violentos como asesinatos, secuestros y extorsiones. Solo en 2024, más de 5.600 personas perdieron la vida a causa de la violencia, una cifra alarmante que refleja la creciente crisis humanitaria en la nación caribeña.
A pesar de los esfuerzos del gobierno haitiano y las intervenciones internacionales, las bandas continúan dominando gran parte del territorio, lo que ha dejado a la población civil atrapada en medio del conflicto. Esta situación ha generado una presión adicional sobre los países vecinos, como República Dominicana, que comparten una frontera de casi 400 kilómetros y enfrentan los efectos del tráfico de personas, drogas y armas.