Desfiles militares en Buenos Aires con el presidente Javier Milei montando un tanque; anuncios de compra de cazas F-16, con el ministro de Defensa sentado en el asiento de piloto; buques de guerra de las grandes potencias visitando el Río de la Plata.
Y todo ello en el contexto de un Gobierno que tiene como bandera la reducción del gasto público y del tamaño del Estado a toda costa, la famosa «motosierra», mientras aumenta la pobreza (41,7%, según el último índice oficial, aunque estimaciones de la Universidad Católica Argentina, que utilizan otra canasta de bienes, la ubican por encima del 50%) y continúa la recesión.
En una Argentina que, desde la caída de la última dictadura militar a comienzos de la década de 1980, se ha caracterizado por la baja inversión en Defensa y la progresiva pérdida de capacidades militares, parece haber ahora un inusual interés por las Fuerzas Armadas por parte del libertario Milei, que llegó al poder en diciembre de 2023.
«En mí encontrarán un presidente que los va a respaldar siempre», dijo Milei en un discurso en agosto ante miembros de las Fuerzas Armadas de Argentina.
«Vinimos a dar vuelta esta triste página de nuestra historia, para enfocarnos en escribir una nueva donde nuestras fuerzas tengan el respeto y el reconocimiento que se merecen», agregó.
¿Pero cuánto ha crecido exactamente el gasto en Defensa y por qué?
Durante la campaña presidencial de 2023, la compañera de fórmula de Milei, la candidata a la vicepresidencia Victoria Villarruel, que siempre ha reivindicado sus relaciones estrechas con los militares, dijo reiteradas veces en campaña que la intención del gobierno era llevar el gasto militar al 2% del PIB en forma progresiva.
La relación entre la vicepresidenta Villarruel y Milei, sin embargo, no se encuentra en los mejores términos, y no está claro cuán prioritaria es la promesa de aumentar el gasto de Defensa en el mediano plazo.
De acuerdo con el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), en 2023 Argentina gastó un 0,5% de su PIB en Defensa. El relativo bajo gasto militar ha sido una constante de las últimas décadas, contrastando con la inversión abultada en esta área en buena parte del siglo XX: el gasto ha estado por debajo del 1% del PIB desde 2004, y por debajo del 2% desde 1988. Durante los años de la última dictadura militar (1976-1983), cuando además tuvo lugar la Guerra de Malvinas (1982), el gasto en defensa tuvo su máximo histórico en alrededor del 4% del PIB, según SIPRI. Anteriormente, el valor oscilaba en el 2%.
El 0,5% actual de Argentina es sensiblemente inferior al de países de la región como Colombia (2,9%), Chile (1,6%) y Brasil (1,1%), según SIPRI.
En tanto la referencia al umbral del 2% de gasto del PIB proviene de la pauta adoptada por la OTAN para sus miembros en 2014.
Argentina, precisamente, solicitó en abril convertirse en «socio global» de la OTAN. «Seguiremos trabajando en recuperar vínculos que permitan modernizar y capacitar nuestras fuerzas al estándar de la OTAN», dijo en ese momento el ministro de Defensa, Luis Petri.
En esa dirección, se unió en junio al Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania (UDCG, por sus siglas en inglés), que reúne a 54 países, dentro y fuera de la OTAN, para coordinar la asistencia militar a Ucrania en su guerra con Rusia.
Ariel González Levaggi, doctor en Relaciones Internacionales y director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica Argentina, interpreta que en el contexto de un mundo en transición hacia un orden que ya no es unipolar, «Argentina bajo el liderazgo de Javier Milei ha optado por una reorientación estratégica hacia Occidente, especialmente hacia Estados Unidos, marcando un cambio significativo en su política exterior respecto a su antecesor», según escribió en agosto en un informe del CARI (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales) sobre la inserción del país en el mundo.
«En materia de adquisiciones, claramente Argentina ha privilegiado a Estados Unidos y sus aliados. La compra de aviones F-16 a Dinamarca fue facilitada y aprobada por los Estados Unidos», detalló.
A finales de mayo el acercamiento pareció refrendado por la visita del portaaviones de propulsión nuclear USS George Washington a aguas argentinas para realizar ejercicios con la Armada Argentina, como parte de una visita por varios países de la región.
En ese momento el analista Andrei Serbin Pont, presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (Cries), dijo a CNN que Milei buscaba «desde lo discursivo, desde lo narrativo en general y desde algunos elementos de índole estratégica, como la inversión en el sector defensa, alinearse con Occidente».