Migrantes deportados a Panamá, trasladados sin apoyo a nuevo albergue
Un grupo de 64 migrantes extracontinentales deportados el mes pasado a Panamá desde EE.UU. continúa su incierto periplo por el país centroamericano. Este martes, fueron trasladados a un nuevo albergue bajo la tutela de un colectivo de organizaciones católicas, que denuncian la falta de apoyo por parte del Gobierno panameño.
«No recibimos ningún apoyo del Gobierno (…). No eximimos al Estado de su responsabilidad, pero hacemos un llamado a las autoridades: esto no puede seguir sucediendo», señaló Elías A. Cornejo, coordinador de Fe y Alegría, una de las organizaciones católicas que forma parte de la Red CLAMOR (la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas), que asiste a los migrantes.
Este grupo de migrantes llegó a Panamá a mediados de febrero, en el marco de un acuerdo que convirtió a la nación centroamericana en país «puente» para su repatriación. Un total de 299 migrantes fueron enviados en tres vuelos desde Estados Unidos, pero 187 de ellos decidieron regresar voluntariamente a sus países de origen, mientras que 112 rechazaron esta opción, temerosos por sus vidas.
El inicio de la travesía de los migrantes deportados
Tras su llegada a Panamá, los migrantes fueron alojados inicialmente en un hotel céntrico de la capital. Posteriormente, aquellos que se negaron a regresar a sus países fueron trasladados a un albergue más alejado, ubicado a más de 200 kilómetros de la ciudad, cerca de la selva del Darién, la frontera natural con Colombia.
Traslado sin apoyo logístico
El pasado fin de semana, y luego de que el Gobierno panameño otorgara a los migrantes un permiso temporal humanitario por 30 días, prorrogables hasta 90, los migrantes fueron trasladados nuevamente a la ciudad de Panamá. Sin embargo, este traslado se realizó sin ningún tipo de apoyo logístico oficial. En consecuencia, la Red CLAMOR asumió la responsabilidad de alojar a los migrantes en un humilde hotel de la ciudad, antes de ser reubicados en un albergue.
Elías A. Cornejo explicó que, para poder cubrir los gastos de hospedaje y alimentación, las organizaciones han tenido que depender exclusivamente de donaciones. «La logística es bastante costosa, pero nosotros no vemos cifras, sino los rostros detrás de estas historias de dolor y esperanza», afirmó.
Un miembro del grupo relató que, solo por la estancia en el hotel, ya debían 2.000 dólares por tres días de alojamiento. «Por eso debemos trasladarlos hoy, no tenemos recursos para más», explicó.
La incertidumbre de los migrantes deportados
Previo al traslado a su nuevo albergue, los migrantes firmaron un documento en el que aceptaban la movilización. Sin embargo, algunos expresaron su descontento por la situación. «En el grupo hay algo de tristeza e incertidumbre por no saber qué viene ahora», comentó un afgano que pidió el anonimato para evitar posibles repercusiones.
La mayoría de los migrantes en Panamá provienen de Asia y África. Muchos de ellos se niegan a regresar a sus países de origen debido a la persecución que sufren por su etnia o religión. Sin embargo, tampoco quieren quedar atrapados en Panamá, un país que consideran solo una parada temporal en su camino hacia Estados Unidos.
Una migrante china relató que, tras ser deportada de EE.UU., no sabía a dónde la llevarían hasta que, al descender del avión, vio la bandera de Panamá. Aseguró que esta experiencia fue desconcertante y triste, ya que su esperanza era llegar a EE.UU., un país que, según ella, ya no representa lo que era antes, sobre todo tras el endurecimiento de las políticas migratorias bajo la administración de Donald Trump.
Reubicación en el nuevo albergue en Panamá
El traslado al nuevo albergue, una instalación improvisada en un pabellón deportivo, se llevó a cabo en un ambiente tenso. A su llegada, el buen ánimo de los migrantes se desvaneció rápidamente al ver las condiciones del lugar. Las instalaciones contaban con un comedor improvisado, mientras que los dormitorios estaban ubicados en una zona separada.
Tres jóvenes iraníes, quienes previamente se habían quejado de la lejanía del lugar respecto al centro de la ciudad, se mostraron visiblemente disgustadas. Dos de ellas, con sus teléfonos en las manos, intentaban entender la situación en la que se encontraban. Mientras tanto, una migrante china, al ver las cámaras de los medios de comunicación, exclamó: «¡No foto, no foto!», claramente agobiada por la situación.
Falta de apoyo institucional a los migrantes deportados
La falta de apoyo gubernamental sigue siendo una constante en el caso de los migrantes deportados de EE.UU. a Panamá. A pesar de que las organizaciones de la sociedad civil, como Fe y Alegría y la Red CLAMOR, han asumido la responsabilidad de proporcionar albergue y recursos a estos migrantes, las autoridades panameñas no han ofrecido un respaldo institucional significativo.
El grupo de migrantes continúa viviendo con la incertidumbre de no saber qué sucederá a continuación. La falta de un plan claro para su futuro aumenta la sensación de desesperanza entre ellos. Mientras tanto, las organizaciones católicas siguen trabajando para darles apoyo, aunque se enfrentan a la falta de recursos y al desinterés de las autoridades locales.
Desafíos para los migrantes y las organizaciones de apoyo
La situación de los migrantes deportados de EE.UU. a Panamá refleja las tensiones y las dificultades inherentes a la migración irregular en la región. La falta de un apoyo coherente por parte de los gobiernos involucrados, como el de Panamá, y la presión sobre las organizaciones humanitarias, que deben gestionar los recursos limitados, hacen que este viaje de esperanza y desesperación sea aún más complejo.
Los migrantes siguen siendo víctimas de un sistema que no logra brindarles respuestas adecuadas ni soluciones duraderas. Por el momento, el futuro de los 64 migrantes sigue siendo incierto, mientras las organizaciones continúan luchando por mejorar sus condiciones de vida.