Desde hace varios años que los ojos de los científicos que estudian el clima están posados en lo que sucede en los Polos de la Tierra, donde el retroceso de los hielos se hace cada vez más evidente a medida que el calentamiento global se incrementa.
Y los científicos que viven cerca de estos puntos críticos del planeta intensifican sus estudios en forma periódica. De esta manera, académicos, investigadores y científicos especialistas en la Antártida se reunieron esta semana en el sur de Chile con motivo de la 11ª conferencia del Comité Científico de Investigación Antártida para compartir sus últimos trabajos más relevantes del vasto continente blanco.
Los expertos reunidos en el encuentro científico se abocan a distintas especialidades, desde la geología hasta la biología y desde la glaciología hasta las artes. Y todos coincidieron en que la Antártida está cambiando su fisonomía y estructura más rápido de lo esperado.
Munidos de variados datos registrados en distintas estaciones meteorológicas y satélites en los últimos 40 años, registraron distintos fenómenos meteorológicos extremos en el continente cubierto de hielo como fuertes lluvias, intensas olas de calor y repentinos eventos Foehn (fuertes vientos secos) que llevaron a derretimiento masivo, desprendimientos gigantes de glaciares y condiciones climáticas peligrosas con implicaciones globales.
Los científicos se preguntaron si estos eventos significaban que la Antártida había llegado a un punto de inflexión, o un punto de pérdida acelerada e irreversible del hielo marino de la capa de hielo de la Antártida occidental.
Aunque esto se ha observado anteriormente, los modelos usados por el Panel de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU para proyectar el impacto del calentamiento global en la Antártida, los científicos advierten preocupados y se preguntan si se ha llegado a un punto de inflexión, o un punto de pérdida acelerada e irreversible del hielo marino de la capa de hielo de la Antártida occidental.
“Existe incertidumbre sobre si las observaciones actuales indican una caída temporal o una caída hacia abajo (del hielo marino)”, dijo Liz Keller, especialista en paleoclima de la Universidad Victoria de Wellington en Nueva Zelanda, que dirigió una sesión sobre la predicción y detección de puntos de inflexión en la Antártida.
“Si bien es difícil determinar si hemos llegado a un punto sin retorno, está claro que el ritmo del cambio no tiene precedentes. Es posible que veamos el mismo aumento de CO2 durante miles de años, y ahora ha sucedido solo en 100 años”, precisó Keller.
Una capa de hielo en retroceso
Los estudios indican que las capas de hielo de la Antártida se posicionan sobre un lecho rocoso y se extienden más allá de la costa para flotar sobre el mar. Y anteriores trabajos demostraron que el agua de mar cálida se está filtrando en la “zona de base”, donde se unen la tierra y el hielo, y se dirige al interior desde debajo del hielo flotante.
“La preocupación es que a medida que el agua se calienta, aunque sea una fracción, la filtración se acelera desde distancias cortas de 100 metros hasta decenas de kilómetros, derritiendo el hielo durante el camino al calentarlo desde abajo”, explicó días atrás Alexander Bradley, autor de un reciente estudio publicado a fines de junio por la revista Nature Geoscience.
Según el estudio, el glaciar de Pine Island, el que más contribuye a la subida del nivel del mar en el continente blanco, corre un alto riesgo de derretirse debido a la pendiente del terreno, que permite la entrada de más agua marina.
Bradley pide que los modelos científicos se actualicen para tener en cuenta este fenómeno: “Realmente, no hace más que subrayar la necesidad de una acción climática urgente para evitar que se superen estos puntos de inflexión”, concluye.
Esto puede acelerar el deshielo y un posible riesgo de aumento del nivel del mar. Esto sucede cuando el deshielo es más acelerado que la formación de hielo nuevo en el continente. Algunas zonas de la Antártida son más vulnerables a este proceso que otras debido a la forma de la masa terrestre, que presenta valles y cavidades donde el agua del mar puede acumularse bajo el hielo.
La NASA sostiene que la capa de hielo de la Antártida tiene suficiente hielo para elevar el nivel medio global del mar hasta 58 metros. Y según registros mundiales, aproximadamente un tercio de la población mundial vive por debajo de los 100 metros verticales del nivel del mar.
Mike Weber, paleoceanógrafo de la Universidad de Bonn en Alemania, especializado en la estabilidad de la capa de hielo de la Antártida, dice que
“Los registros de sedimentos que datan de hace 21.000 años muestran períodos similares de derretimiento acelerado del hielo”, sostuvo Mike Weber, paleoceanógrafo de la Universidad de Bonn en Alemania, especializado en la estabilidad de la capa de hielo de la Antártida.
Y agregó: “La capa de hielo ha experimentado una pérdida acelerada de masa de hielo similar al menos ocho veces con una aceleración que comienza a lo largo de unas pocas décadas y da inicio a una fase de pérdida de hielo que puede durar siglos y llevar a niveles del mar dramáticamente más altos en todo el mundo”.
Weber indica que la pérdida de hielo ha aumentado en la última década y la pregunta es si ya ha iniciado una fase que durará siglos o no. “Quizás estemos entrando en esa fase ahora mismo. Si es así, al menos por ahora, no habrá forma de detenerlo”, enfatizó.
Preocupación ante un peor escenario
Los científicos coincidieron en que se pueden esperar peores escenarios que aún pueden evitarse, sobre todo mediante la implementación de la reducción drástica de las emisiones de combustibles fósiles diariamente.
“La corteza terrestre se recupera en respuesta al retroceso de los glaciares y la disminución de su peso podría equilibrar el aumento del nivel del mar. Y una nueva investigación publicada hace semanas muestra que aún es posible lograr un equilibrio si el ritmo de cambio es lo suficientemente lento. Si mantenemos las emisiones bajas, podremos detener esto en algún momento. Si las mantenemos altas, tendremos una situación descontrolada y no podremos hacer nada”, precisó “, Weber.
Mathieu Casado, un destacado meteorólogo paleoclimático y polar del Laboratorio de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente de Francia, ha logrado avances significativos en la comprensión del cambio climático mediante el análisis de isótopos del agua para reconstruir temperaturas históricas. Su trabajo con núcleos de hielo extraídos de la vasta capa de hielo de la Antártida ha permitido reconstruir patrones de temperatura que se remontan a 800.000 años.
Según Casado, los datos recientes muestran que el incremento de la temperatura en los últimos cincuenta años no se ajusta a la variabilidad natural, lo que subraya el papel crucial de la actividad industrial en la emisión de carbono y su impacto en el cambio climático.
“La última vez que la Tierra experimentó un calor similar fue hace 125.000 años, cuando los niveles del mar eran entre 6 y 9 metros más altos, en gran parte debido a la contribución de la Antártida Occidental”, afirmó el científico.
Casado también destacó la relación histórica entre la temperatura y los niveles de dióxido de carbono, un equilibrio que, según él, se ha roto en la actualidad debido a los niveles descontrolados de CO2 en la atmósfera. “Estamos lejos del equilibrio”, advirtió.
El glaciólogo Gino Casassa, director del Instituto Antártico Chileno, respaldó las conclusiones de Casado, señalando que las estimaciones actuales prevén un aumento del nivel del mar de hasta 4 metros para 2100 si las emisiones de carbono continúan al ritmo actual.
“Lo que sucede en la Antártida no se queda en la Antártida”, enfatizó Casassa, subrayando que los patrones climáticos, oceánicos y atmosféricos del planeta están intrínsecamente conectados con este continente. “La Antártida no es solo un refrigerador de hielo aislado; tiene un impacto global significativo”, concluyó.