Juan Luis Cipriani, el primer cardenal del Opus Dei y arzobispo de Lima durante 20 años, fue obligado a retirarse de la Orden y abandonar Perú en 2019 por el Papa Francisco, luego de ser acusado de abuso sexual por un menor, según un informe publicado este viernes por el diario El País, que cita fuentes oficiales.
Dentro de las sanciones impuestas, se le prohibió usar hábitos y símbolos cardenalicios, dar declaraciones públicas y, de manera implícita, participar en futuros cónclaves, aunque esto último ya no sería posible debido a que Cipriani superó el límite de edad para hacerlo.
Aunque el Vaticano anunció en su momento que el Papa había aceptado su renuncia, El País revela por primera vez que la razón detrás de esta decisión fue una carta enviada en 2018 por la víctima, quien pidió permanecer en el anonimato y relató los abusos ocurridos en 1983, cuando tenía 16 años.
El denunciante, actualmente de 58 años, mencionó que los abusos tuvieron lugar en un centro para estudiantes en Lima, durante el sacramento de la confesión. En su carta, el denunciante solicitó que su agresor fuera apartado del sacerdocio, señalando que su único deseo era que la verdad se conociera y que su agresor fuera separado de la Iglesia.
A pesar de haber recibido la acusación en 1983, la Orden indicó que no tuvo conocimiento de la carta enviada al Papa hasta más tarde y que, en 2018, el entonces vicario general del Opus Dei en Perú, Ángel Gómez Hortigüela, se negó a reunirse con el denunciante, alegando que no le parecía adecuado hacerlo.
En una declaración posterior, Cipriani admitió haber recibido la denuncia del Vaticano, pero señaló que la documentación al respecto era confidencial y no le fue entregada a él personalmente. La carta llegó al Papa a través de Juan Carlos Cruz, miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, quien confirmó que entregó el documento en mano. Después de esto, “Francisco actuó”, según Cruz.
Aunque no se llevó a cabo un proceso canónico, Cipriani aceptó las sanciones disciplinarias de manera voluntaria. Ya sin cargos eclesiásticos formales, Cipriani regresó a Perú recientemente, donde fue reconocido públicamente cuando el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, también miembro del Opus Dei, le otorgó la Medalla de la Orden al Mérito.
Fuentes citadas por El País mencionan que Cipriani ya había enfrentado acusaciones similares en 2002, pero estas no llegaron a prosperar. El cardenal también había sido criticado por su falta de acción ante las denuncias contra el Sodalicio de Vida Cristiana, que recientemente fue disuelto por la Santa Sede tras casos de pederastia y corrupción financiera.
Según el diario, se accedió a mensajes que evidencian el acoso y las amenazas por parte de personas vinculadas a la Orden, quienes intentaron que el denunciante se retractara. Los mensajes incluían advertencias como “te convertirás en un apestado” y amenazas sobre el daño que se podría causar a su familia.
El denunciante explicó que Cipriani trató de comunicarse con él mediante intermediarios, pero se mantuvo firme en su negativa. También relató que se reunió con el vicario general del Opus Dei en Perú y otros sacerdotes, quienes le pidieron que no hablara sobre lo sucedido.
En su defensa, Cipriani alegó que el denunciante, quien era un «adolescente huérfano con problemas escolares», padecía problemas psiquiátricos y había malinterpretado sus muestras de afecto. Según Cipriani, las confesiones eran muy difíciles y en ellas, él abrazaba al joven y tocaba su espalda durante largo tiempo, lo que él justificó como una muestra de cariño.
El cardenal también relató que las interacciones escalaron hasta llegar a besos en la mejilla y acercamientos a los labios del joven. Sin embargo, Cipriani insistió en que se trataba de malentendidos. En cuanto a la filtración de la denuncia, Cipriani destacó que es grave que se publique información confidencial sobre un caso que la Santa Sede le pidió guardar en secreto.
Cipriani negó haber cometido algún delito y reafirmó su inocencia, tanto en 1983 como en cualquier otro momento. Además, explicó que en agosto de 2018 fue informado sobre la denuncia que no le fue entregada directamente. Tras una audiencia con el Papa, se le permitió retomar sus funciones pastorales, las cuales continuó hasta cumplir los 80 años.
El cardenal concluyó que, aunque lamenta profundamente la situación, no guarda rencor hacia el denunciante y reza por él y por todas las víctimas de abusos por parte del clero. Sin embargo, reiteró su completa inocencia, sin precisar los próximos pasos que tomará respecto a la acusación en su contra.