El miedo persiste en Valdosta, Georgia, una ciudad que fue duramente golpeada, donde árboles cayeron sobre las casas y varios edificios del centro quedaron destruidos. Familias angustiadas temen que su comunidad pueda permancer sin electricidad durante semanas tras el paso del huracán Helene.
Los residentes de Valdosta que andaban en busca de agua embotellada, hielo, lonas y alimentos esperaron en una línea cada vez mayor de autos este sábado por la mañana en el Centro Cívico del Condado de Lowndes.
La mayor preocupación, decían algunos, era el corte masivo de electricidad en su ciudad y la incertidumbre de cuándo volvería la luz.
“Es muy generalizado porque recibimos un impacto directo”, afirmó Ronney Bythwood, de 71 años, después de que su camión fuera cargado con suministros.
Más de medio millón de clientes en todo el estado están sin electricidad, indicó este sábado el gobernador Brian Kemp en Valdosta, cerca del centro cívico.
Bythwood comentó que después del huracán Idalia en agosto pasado, él y su esposa se quedaron sin electricidad en la casa durante cinco días. Pero dada la magnitud de los daños que vio en su comunidad y más allá, le preocupa que ahora puedan estar sin electricidad “durante semanas”.
“Va a llevar mucho más tiempo. Tenemos muchos, muchos daños”, dijo. “Esto es como una zona de guerra”.
Este sábado, casi todo el condado de Lowndes seguía sin electricidad. Las calles estaban a oscuras, los semáforos apagados y la gente buscaba a lo largo de millas las pocas gasolineras abiertas que podían suministrar combustible para sus generadores.
En el centro de la ciudad, varios edificios quedaron destruidos, entre ellos uno de dos plantas que albergaba a docenas de comerciantes. El tejado se derrumbó y una pared entera de ladrillos voló por los aires.
Rosana Baluss, de 35 años, quien ha estado viviendo en un hotel sin electricidad, afirmó que la situación «es muy triste» y que «sólo quiero que las cosas vuelvan a la normalidad para todos».
Y amplió: «Me gustaría hacer las maletas y mudarme», al referirse a la gravedad de la destrucción. «Parece un infierno», subrayó.