Este verano en Atlanta ha sido un ejemplo claro de extremos climáticos, con un notable cambio entre sequías y lluvias intensas. En junio, la región del norte de Georgia experimentó un comienzo de sequía repentina debido a las altas temperaturas y la falta de lluvia. Sin embargo, en julio, la situación cambió drásticamente cuando Atlanta registró su mes más lluvioso en casi dos décadas, acumulando 14.02 pulgadas de lluvia, lo que lo convirtió en el cuarto julio más lluvioso en la historia de la ciudad.
Agosto trajo de vuelta la sequía, con el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta registrando solo 0.80 pulgadas de lluvia, lo que lo convirtió en el mes más seco en casi cinco años y en el cuarto agosto más seco registrado en la ciudad. Además de la falta de lluvia, las altas temperaturas también predominaron, con 25 días alcanzando 90 grados o más y una temperatura promedio de 82.2 grados, situando a agosto como el noveno más cálido en los registros de Atlanta. Esta combinación de calor y sequedad ha reintroducido una sequía moderada de nivel 1 en el norte de Georgia, afectando gran parte del área metropolitana al norte de la I-20.
El verano en Atlanta ha oscilado entre extremos climáticos, desde la sequía inicial de junio, pasando por las lluvias torrenciales de julio, hasta volver a la sequedad en agosto. Este patrón ha tenido un impacto significativo en el clima local, con implicaciones para la sequía y las temperaturas elevadas, que se han convertido en una preocupación continua para la región.