«¿Les conté la vez que Atahualpa se me metió en el cuerpo?», le dice Carlos (Gonzalo Molina) a sus dos hijas Aurora (Luana Vega) y Lucía (Abril Gjurinovic) una vez que decide firmar el permiso para que vayan con su madre Elena (Jimena Lindo) a Estados Unidos con el fin de buscar mejores oportunidades de vida en medio del caos social en el Perú durante el primer gobierno de Alberto Fujimori.
Ese breve diálogo del personaje de Carlos, un padre ausente que busca ganarse el amor de sus hijas antes de su inminente despedida, expresa el conjunto de emociones que produce Reinas, la última película de la directora Klaudia Reynicke, quien a principios de los 90 se fue con su madre y su padrastro a Suiza para escapar del contexto violento y el colapso económico que vivía el Perú en aquellos años.
Lo destacable
Reinas constituye una película parcialmente autobiográfica de paso a la adultez que se nutre literalmente de la atmósfera de los años que retrata, con sus ropas de colores y sus grandes cabelleras, sus casas llenas de objetos que pocos sabrían utilizar a día de hoy y sus historias de amor —todavía— no virtuales. Con aparente suavidad, la película recupera recuerdos, sensaciones, música e incluso olores que parecían haber quedado congelados en el tiempo, como esperando el momento adecuado para renacer. Klaudia Reynicke, que abandonó su tierra natal a los diez años, conserva recuerdos y situaciones de su ciudad natal que ahora solo existen en el corazón desgarrado de alguien que los vivió con la sensibilidad de una niña. Es precisamente esta sensibilidad, así como la negativa a evaluar las situaciones con racionalidad y la tendencia a dejarse abrumar por una marea de emociones difíciles de definir, lo que la directora expresa a través de su largometraje. Como dice el padre de Lucia y Aurora al final de la película, «las niñas en realidad no quieren quedarse, lo que pasa es que tienen miedo de irse».
Aunque los peligros del caos social y político que marcó Perú a principios de los 90 son más que evidentes para los adultos, para la adolescente Lucia y su hermana Aurora, que aún es una niña, las razones de su marcha no están tan claras, ya que la vida no es más que un juego para ellas. Sin embargo, tal y como aprenden cuando las detienen por atreverse a saltarse el toque de queda, el peligro puede estar oculto, pero no por ello es menos real. Las dos protagonistas, que se muestran incapaces de resignarse a dejar atrás su vida despreocupada y emprender el camino hacia la edad adulta, se aferran a una vida cotidiana que se les va escapando de las manos poco a poco.
Lo cuestionable
A pesar de las dificultades inherentes a la desastrosa situación política de Perú de aquellos años —mostradas en la cinta desde la perspectiva de Lucia y Aurora, sin profundizar en las causas—, el verdadero protagonista de la película es el calor humano que reina en esta familia. Por su parte, la banda sonora —formada tanto por piezas de la épcoa como por tres canciones originales compuestas (e interpretadas) por la propia directora junto con Gioacchino Balistreri— se posa sobre las imágenes como una capa de polvo sobre una foto familiar abandonada en una cómoda.
La película, aún con debidos conflictos internos y externos presentes, no es oscura, como pueden serlo otras cintas ubicadas en el Perú de los años 90. La calidez del verano es un muy adecuado canalizador de la ternura de las niñas. Ellas viven la realidad familiar y nacional desde otro plano, con otra perspectiva, encontrando el juego y la amistad a pesar de los apagones, la inflación y los cortes de agua. La luz y colorización del filme son parte de esa mirada dulce y amorosa, del descubrimiento y de las ganas de ser felices como se pueda. Ese corazón inocente es el motor de la película. Y las actuaciones del elenco principal se conjugan con ello de forma adecuada, desde la frescura de Luana Vega y Abril Gjurinovic en los papeles de Aurora y Lucía, sumados a la experiencia y peso escénico de Jimena Lindo, Gonzalo Molina y Susi Sánchez. Fabrizio Aguilar tiene un personaje que despierta interés, aunque queda un poco irresuelto en su línea argumental, tal vez porque al seguir la mirada de las niñas, el foco termina arrojando menos luces sobre él.
Cierro con un comentario que, quizás, es más personal, desde la experiencia propia de migrar siendo niña en 1992, de una nueva migración de retorno en la preadolescencia en el 2000, de saber de la crisis y el dolor que vive el país pero estar, en cierta forma, apartada de ella, protegida por una burbuja que la familia intenta crear, de usar lentes de sol, esos lentes del verano que recordamos a medias. Reinas es una historia entrañable sobre separaciones que, paradójicamente, pueden unir. Es una mirada dulce de la complicidad infantil y fraternal en tiempos azarosos. El paso de la niñez a la adolescencia, el primer romance y los primeros miedos conscientes, son una etapa difícil pero nostálgica para los adultos en los que nos hemos convertido.
Festivales y Premios
- Festival de Sundance – Sección oficial
- Festival de Berlín 2024 – Gran Premio a la Mejor Película en la Sección Generation KPlus
- Locarno Film Festival 2024 – Ganadora del Premio del Público
Ficha Técnica
Título original: Reinas
Año: 2024
País: Perú
Dirección: Klaudia Reynicke
Duración: 105 minutos
Reseña
La Visión Recomienda: 'Reinas', el drama de un padre y sus hijas en la emigración peruana
Perú, años 90. Con una situación política muy convulsa y los militares controlando las calles, dos hermanas adolescentes y su madre están a punto de abandonar el país en busca de una vida mejor. Para ello necesitan la autorización de su padre. Mientras la consiguen, nace una inesperada y única relación entre las niñas y su padre que les hará plantearse a todos cual es la vida mejor por la que luchar.
PROS
- Actuación
- Trama
- Personajes
Review Breakdown
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Actuación
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Trama
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Personajes