Tras la controvertida Starship Troopers (Las brigadas del espacio), el director holandés dirigió su personal acercamiento, aunque a partir del guion de Andrew W. Marlowe, al mito del hombre invisible en El hombre sin sombra, la cual fue atacada fervientemente por la crítica aunque cosechó buenos tributos en taquilla, quizá de manera sorprendente. La cuestión es que, como suele ocurrir en el cine de Verhoven a menudo, una cierta tendencia hacia lo explícito, casi siempre siendo desagradable para la moral más aburguesada lo que se explicita, ocasiona que su cine sea un tanto tendente a la hiperbolización. Pero en el caso de El hombre sin sombra, lo que llamó la atención negativamente fue su abierta apuesta por un hombre que consigue volverse invisible y que, en vez de llevar a cabo actos buenos, prefiere violentar y violar directamente. Una apuesta arriesgada, pero quizá más cercana a la realidad humana. El hombre sin sombra resulta interesante por el giro que da al mito del hombre invisible, por alejarse de la bondad y las buenas intenciones. Por supuesto, algo falla en la película. Quizá que se queda a medio camino, que es más una película de Hollywood que de Verhoven, intentando ser lo segundo antes que lo primero. Anteriormente, lo consiguió. Pero en El hombre sin sombra, no. Aun así, queda una película que va de más a menos en sus intenciones dramáticas aunque no así en su espectacularidad, con un final enloquecido que, eso sí, tiene la marca de un Verhoven que apostó por el todo o nada.
Lo destacable
“El Hombre sin Sombra” fue uno de los muchos films que aprovecharon las enormes posibilidades de las nuevas tecnologías digitales para revisitar monstruos y temas clásicos del género fantacientífico (si bien había sido John Carpenter el primero en recurrir al CGI para dar una nueva versión de este mito en la regular “Memorias de Un Hombre Invisible”, 1992). El guion toma muchos préstamos de la imprescindible “El Hombre Invisible” (1933), de James Whale, que sigue siendo aún hoy la mejor versión de la novela de H.G.Wells. Como en la obra literaria y esa película clásica, en esta ocasión se nos presenta a un científico ambicioso que prueba en sí mismo su invento y se transforma en un demente megalomaníaco.
Verhoeven afirmó en entrevistas de la época que quería aproximarse a esta historia de una forma seria, y evitar el material lascivo por el que ya se había hecho famoso, centrándose más en el terror, los efectos visuales y la interpretación para crear algo digno del icónico personaje. Si esa fue su auténtica intención, puede decirse que fracasó en al menos dos de sus tres objetivos.
El hombre sin sombra fue uno de los muchos films que aprovecharon las enormes posibilidades de las nuevas tecnologías digitales para revisitar monstruos y temas clásicos del género fantacientífico (si bien había sido John Carpenter el primero en recurrir al CGI para dar una nueva versión de este mito en la regular Memorias de un hombre invisible, 1992). El guion toma muchos préstamos de la imprescindible El hombre invisible (1933), de James Whale, que sigue siendo aún hoy la mejor versión de la novela de H.G. Wells. Como en la obra literaria y esa película clásica, en esta ocasión se nos presenta a un científico ambicioso que prueba en sí mismo su invento y se transforma en un demente megalomaníaco.
La idea de la invisibilidad es muy antigua, tanto como los dilemas éticos que tal poder plantearía. En el segundo libro de La república de Platón, Glaucon argumenta que incluso el más honrado de los hombres sucumbiría a la corrupción del anillo mítico de Giges que confería la invisibilidad. Nadie, nos dice, podría resistir la tentación de robar cuando nadie le ve, o entrar en casas ajenas y tener sexo con quien le placiera, o matar o escapar de prisión. Sería como un dios entre los hombres. Esos temores estaban presentes en la novela clásica de Wells y aunque la versión de Verhoeven, cien años después, sustituye las pócimas y los científicos solitarios por la física cuántica y los proyectos militares multidisciplinares, la premisa moral de la historia es la misma.
Lo cuestionable
En el caso de “El Hombre sin Sombra”, los efectos digitales (a cargo de Tippet Studios, Amalgamated Dynamics y Sony Imageworks, tres de las mejores compañías en su especialidad en aquel momento) han aguantado bastante bien el paso del tiempo; no tanto por la generosidad con que Verhoeven los utiliza a lo largo de toda la trama sino porque están al servicio de una historia tan siniestra como simple. No es esta, ya lo apuntaba antes, una película sutil. No hay un mensaje sofisticado más allá de ese cinismo fundamental sobre la naturaleza humana que podría resumirse como “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. A pesar de desviarse mucho de la novela original (tanto, de hecho, que H.G.Wells ni siquiera aparece en los créditos), “El Hombre sin Sombra” intenta introducir algunas novedades respecto a adaptaciones previas. Como en el libro, el hombre invisible comienza como un tipo bastante amoral al que sus nuevos poderes sólo le corrompen todavía más hasta convertirlo en un maniaco homicida. Sin embargo, como en la versión cinematográfica de 1933, este descenso a la locura es presentado como un efecto colateral de las sustancias químicas con las que se torna invisible, una elección narrativa que elimina algunos de los aspectos más interesantes de la obra original.
Y es una verdadera lástima que no se explore más a fondo esta cuestión crucial: si la transformación de Sebastian en un monstruo desatado es consecuencia del suero; o bien, tras comprobar que la invisibilidad le dispensa de vigilancia y castigo, pierde sus inhibiciones y se comporta tal cual siempre ha sido en realidad. Si el guion (escrito por Andrew W.Marlowe) hubiera aspirado a algo más que al terror, el sadismo y la exhibición de efectos especiales (objetivos estos que satisface sobradamente), “El Hombre sin Sombra” sería hoy algo más que una curiosidad y un entretenimiento efectivo que quiere tomarse a sí misma en serio…pero que no lo consigue (el desenlace en el pozo del ascensor, por ejemplo, cae en una hipérbole tan absolutamente inverosímil que funciona como una autoparodia).
¿Sabías qué?
- Aunque la película fue maltratada por los críticos, su éxito en taquilla hizo inevitable una secuela. Estrenada en 2006, dirigida por Claudio Faeh y con Christian Slater heredando el personaje del Hombre Invisible, fue tan barata que los efectos de transformación se editaron a partir de los de la primera parte. Su evidente carencia de medios la llevó al lanzamiento directo a video.
- En un primer momento, el actor escogido para protagonizar ‘El hombre sin sombra’ era, nada más y nada menos, que el mismísimo Robert Downey Jr. Lástima que, unas semanas antes de que el proyecto se pusiera en marcha, el actor fue arrestado (otra vez) por posesión de drogas. Una situación que llevó a los responsables de la película a pensar en Kevin Bacon, quien se mostró encantado de participar en la cinta.
- A lo largo del complejísimo rodaje de ‘El hombre sin sombra’, Kevin Bacon tuvo que llevar diversos trajes (muy) ceñidos de color verde, azul, gris o negro para hacer que los efectos visuales funcionaran a la perfección. De hecho, muchos de sus compañeros de reparto confesaron posteriormente que aguantar la risa al ver al actor con semejantes pintas fue de las cosas más difíciles que les tocó hacer.
- Paul Verhoeven se tomó el rodaje de ‘El hombre sin sombra’ muy en serio. Tanto que, buscando que su reparto estuviera siempre enchufado a la historia, colocó varios altavoces en diferentes puntos del plató para que la voz de Kevin Bacon apareciera cuando menos lo esperaran, provocando así una reacción tan inmediata como inesperada. En el caso específico de la escena protagonizada por un gorila invisible, fue el propio director quien imitó el ruido característico del animal frente a un micrófono. Entregado a la causa.
- Uno de los primeros trailers de ‘El hombre sin sombra’ que salió a la luz tuvo que ser calificado para mayores de edad debido a que contaba con imágenes correspondientes a la estupenda escena de la primera transformación de Kevin Bacon en invisible. De hecho, el contenido se consideró tan explícito que solamente se proyectaba antes de películas con calificación R.
Reseña
La Visión Recomienda: 'El hombre sin sombra', la versión más violenta del hombre
Tras años de experimentación, el brillante y arrogante científico Sebastian Caine (Kevin Bacon) ha descubierto la fórmula para hacer invisible la materia. Obsesionado con su proyecto, obliga a sus colaboradores a que lo utilicen como cobaya humana. La prueba constituye un éxito, pero el proceso resulta irreversible. Condenado a una vida sin cuerpo, Caine empieza a mostrar una conducta muy extraña. n
PROS
- Actuación
- Trama
- Efectos Especiales
CONS
- Final
Review Breakdown
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Actuación
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Trama
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Efectos Especiales