Por Zoila Antonio Benito
El Perú es un país rico en cultura, un epicentro que reúne diferentes manifestaciones artísticas, desde tradicionales hasta contemporáneas. Pero, ¿realmente sabemos cuáles son las condiciones que existen en nuestro territorio para desarrollar proyectos que visibilicen dicha riqueza?. Dicha pregunta estuvo rondando en nosotros, debido a que tuvimos la oportunidad de apreciar una propuesta musical de un país vecino, como lo fue el Ibagué Festival.
Realizado en Tolima, Ibagué, la llamada capital musical de Colombia, el Ibagué Festival fomenta el vínculo entre el arte y la comunidad, a través de conciertos con artistas nacionales e internacionales de música electrónica, urbana, popular y tradicional, y con el desarrollo de talleres y conversatorios durante cuatro días (del 5 al 8 de septiembre). Todas estas actividades son completamente gratuitas al público y en espacios que la ciudad facilita. ¿Sería posible tener un festival así en Perú? ¿Qué condiciones necesitamos para replicar una propuesta similar? Conozcamos cuáles serían los puntos a tomar en cuenta:
1. Diversidad cultural
No es un secreto que, a nivel mundial, Perú es uno de los países más ricos en diversidad cultural. Esta característica se transmite mediante la identidad de la gente. La gastronomía, danzas, artesanía, arte popular, las fiestas tradicionales, los textiles, entre otras manifestaciones nacionales, hablan por sí solas. En el caso de la música, nuestras expresiones van desde los instrumentos que se emplean, para crear legendarias piezas, hasta cómo adoptamos los géneros musicales de acuerdo a nuestro contexto. Asimismo, sea este intercambio musical y nuestra característica principal, como la diversidad, el que fomente seguir indagando y nos permita la apertura a nuevas experiencias sonoras y así expandir nuestros gustos musicales. El caso del Ibagué Festival, nos demostró que es posible incluir diferentes manifestaciones musicales en un solo lugar. Por ejemplo, el día dos de dicho festival iniciaba en la mañana, en el conservatorio de Tolima, con el Cuarteto Hermes de Francia. Los talentosos jóvenes nos indicaron que interpretar música clásica no tiene porqué ser aburrido.
En la tarde, se pudo ver en ese mismo escenario al Cuarteto Cumbe de Colombia, con su fusión de música de cámara con música tradicional andina, entre violines, piano, flauta traversa y bambuco. Y, por la noche, en otro punto de la ciudad, como es el Complejo cultural del Panóptico de Ibagué, se disfrutaba del afrobeat y dancehall con el ibagueño Afrofresh. También hubo propuestas de jazz, desde New Orleans, Estados Unidos, con The New Orleans Jazz Vipers o el hip hop bogotano de La Etnnia. Todos conviviendo en un mismo evento. Aquí se destaca el respeto a las músicas locales y extranjeras, y la valoración, de manera equitativa, de las mismas.
Lo más cercano que Perú ha podido ofrecer en la actualidad, inclusive de manera paga, son festivales como Selvámonos, desarrollado en Oxapampa.
2. Financiamiento
Contar con recursos económicos es clave. Con ello, aseguras calidad en un evento musical y que su alcance sea mayor en la comunidad que lo realizas e, inclusive, que llegue a aquellas que tengan su primer acercamiento con la cultura. Con un presupuesto adecuado se pueden desarrollar ideas más ambiciosas y creativas.
En cuanto al Ibagué Festival, el evento está impulsado por la Fundación Salvi, institución sin ánimo de lucro que difunde la cultura musical de la región.
En el caso peruano, las subvenciones que ofrecen fundaciones, ONG’s, embajadas e inclusive estímulos estatales podrían ser un gran parteaguas para desarrollar ideas de festivales, ferias y conciertos frente a la ausencia de eventos culturales gratuitos. Fondos como para el desarrollo de festivales sostenibles en Perú del British Council y concursos como el de proyectos de festivales, festividades y ferias de las artes de los Estímulos económicos para las artes escénicas, las artes visuales y la música del Ministerio de Cultura podrían ser la respuesta ante la búsqueda de recursos.
3. Sostenibilidad y acceso
Contar tanto con sostenibilidad y acceso es imprescindible. De esta forma, se promueven prácticas sostenibles, responsables y empáticas con el entorno y se aseguran espacios adecuados para llevar a cabo eventos culturales, que estén adecuadamente implementados para recibir a una gran cantidad de gente.
Además, tomar en cuenta el impacto ambiental y social del festival. En otras palabras, un evento, no solo cultural sino en general, debe garantizar su compromiso con el medio ambiente y los espacios libres de contaminación, así como su compromiso con los principales beneficiados de este: el público. Si la propuesta facilita la comunión entre culturas en el país, vale recordar que unir públicos es una manera de formar audiencias y de incentivar el diálogo social.
Por otro lado, el contar con espacios que faciliten el acercamiento entre la propuesta y la audiencia es crucial. Plazas, auditorios y centros culturales pueden jugar un rol importante en el trazado de la cultura dentro de una ciudad e, asimismo, incentivar a sus habitantes a consumir arte.
La iniciativa Música en las calles del Festival Ibagué es un claro ejemplo. Ellos distribuyeron en contextos barriales de Ibagué a nueve agrupaciones invitadas para tocar completamente gratis, en puntos estratégicos para los vecinos de la ciudad. Asimismo, lugares como Teatro Tolima, el conservatorio de Tolima y de Ibagué o Panóptico de Ibagué prestaron sus instalaciones para hacer posible el evento. En Perú, ¿podemos identificar lugares similares que puedan albergar propuestas de dicha magnitud?
4. Participación de la comunidad
Todo lo mencionado no se podría articular si es que no se cuenta con el apoyo de la comunidad. Involucrarla es decisivo para el éxito de una propuesta cultural/musical. Fortalecer su identidad, a través de la cultura, es el objetivo. Pero, sobre todo, fomentar prácticas culturales entre la ciudadanía. En otras palabras, que se cree más interés en asistir a eventos artísticos. En el último sondeo de Identidad Nacional 2024 realizado en julio por Ipsos, la segunda razón por la que los peruanos sienten orgullo de su país es por la cultura y el arte, sólo por detrás de la gastronomía. Entonces ¿por qué no crear o involucrarse con espacios que permitan el constante desarrollo cultural y/o artístico hecho en Perú?
El músico Santiago Cruz y los residentes de Ibagué nos dieron un ejemplo claro de cómo la música local puede ser un motivo de gran convocatoria y que dicho fenómeno no es exclusivo de artistas extranjeros. Cruz logró la internacionalización y regresó a la tierra que lo vio nacer para presentar sus más grandes éxitos en formato sinfónico junto a la orquesta juvenil sinfónica del conservatorio de Ibagué y la orquesta sinfónica del conservatorio de Tolima. El aforo estaba completo, pero fue tanta la gente que quiso verlo que aquellos que quedaron afuera lograron tumbar las vallas perimétricas del lugar, entrar y superar las expectativas hasta del mismo cantante.
Si el Perú tiene incontables manifestaciones artísticas, expresiones estéticas, un rico patrimonio arqueológico, conocimientos, saberes, instituciones, tradiciones, historias y memorias de diferentes culturas, grupos étnicos, pueblos y ciudadanos, ¿por qué no visibilizarlo y continuar fomentándolo? En el caso de la música, los cuatro factores mencionados, así como nuestra experiencia en un festival diversamente cultural, como lo es el Ibagué Festival en Ibagué, Colombia, nos ha permitido dar algunas luces para abrir el debate y seguir buscando soluciones para fomentar las múltiples expresiones culturales en nuestro país. En la variedad está el gusto y el progreso como sociedad.