Carlos Vives Restrepo quería ser médico, como su papá, el samario Luis Aurelio Vives, quien solía llevarlo al hospital San Juan de Dios de Santa Marta para que, mientras el galeno pasaba revista, el pequeño les cantara boleros, bambucos y pasillos a los enfermos. Esas fueron sus primeras serenatas. Y aunque Carlos se inscribió en la Universidad Javeriana para seguir los pasos de su padre, al final una caminata por la calle 45 de la capital lo llevó a convertirse en actor (cuando se chocó de frente con la Escuela Nacional de Arte Dramático), y uno de los –no pocos– protagónicos que interpretó durante su vida artística le permitió convertirse en ‘rockstar vallenato’.
Vives, de 63 años, fue el encargado de internacionalizar el ritmo de campesinos que surgió en el Valle del Cacique Upar, a punta de combinarlo con el rock, el pop y géneros musicales propios del Caribe. Lo hizo en 1991, interpretando al juglar vallenato Rafael Escalona en la telenovela biográfica del compositor. Para ese entonces, Vives ya era un actor reconocido a nivel internacional y había participado en telenovelas exitosas como Gallito Ramírez (1986) junto a Margarita Rosa de Francisco o la producción puertorriqueña Tormento (1988) junto al cantante Chayanne. Pero fue en el 91 cuando Vives desafió a los juglares y cambió por completo la historia y la producción musical del país.
Asesorado por productores y cantantes de los dos dispares géneros, Vives se propuso crear el ‘rock de su pueblo’. Fue así como surgió, en 1993, Clásicos de la provincia, con algunas de las composiciones de Juancho Polo Valencia, Emiliano Zuleta, Luis Enrique Martínez y Carlos Huertas Gómez, que, en algunos casos, no habían siquiera imaginado que una guitarra eléctrica podía combinar con el duelo de versos que sostuvieron Zuleta y Lorenzo Morales y que quedó retratado en La gota fría. Ese álbum, que fue un éxito absoluto y obtuvo triple disco de oro y triple disco de platino en 1993 y 1995, partió en dos su carrera y redefinió su destino como el roquero que internacionalizó el vallenato.
Desde entonces, su carrera como cantante no volvió a ser la misma. El samario se paseó por el mundo con ‘mochos’ de jean, el cabello largo y camisetas esqueleto, una ‘pinta’ entre caribeña y roquera que desafiaba la visión conservadora de aquellos que componían las canciones que él cantaba. Junto a él estaba La Provincia, esa banda que fundó en 1993 y que definió su rumbo musical, y lo convirtió en una de las figuras más importantes de la música en español, pionero de un nuevo sonido latinoamericano.
Fue La Provincia, que según el propio Vives “murió” este año tras el fallecimiento del acordeonista Egidio Cuadrado, la que consolidó su proyecto musical. Allí se fundamentaron las columnas del éxito global que es hoy el cantante colombiano gracias al trabajo de mentes como Alfredo Rosado, Andrés Castro, Einar Escaf, Egidio Cuadrado, Mayte Montero, Carlos Huertas, Pablo Bernal y Carlos Iván Medina.
Gracias a ese trabajo conjunto, y con más de 10.000 millones de reproducciones en plataformas digitales y 20 millones de álbumes vendidos, Vives se ha convertido en un embajador de Colombia en el mundo, llevando la cultura y el valor de la identidad colombiana a todos los rincones del planeta, ganando reconocimiento internacional para la música de su país con temas como La gota fría, Pa’ Mayte, La tierra del olvido, Fruta fresca y Volví a nacer, convertidos en himnos que trascienden generaciones.
Su arte ha cautivado a millones de personas en todo el mundo, que han disfrutado no solo de sus interpretaciones, sino también de sus más de 100 composiciones musicales. Vives ha sido un artista, en todo el sentido de la palabra, desde que escribió su primera canción a los 16 años (con la que obtuvo el primer puesto en el festival de música colombiana del Colegio Iragua) hasta hoy, cuando en una ceremonia celebrada en el Kaseya Center de Miami (Estados Unidos), la Academia Latina de la Grabación le entregó al artista el reconocimiento de ‘Persona del año 2024’.
Durante las bodas de plata de los Latin Grammy, que celebraron este miércoles 25 ediciones, Vives fue homenajeado y reconocido por sus tres décadas de trayectoria musical y su ayuda filantrópica, según anunció la organización. A su lado estuvieron su esposa, Claudia Elena Vásquez; sus cuatro hijos (Lucy, Carlos, Elena y Pedro) y su madre, Aracely Florez Restrepo, quien este 2024 cumplió 89 años.
Frente al reconocimiento, el samario señaló esta semana, en rueda de prensa, sentirse “emocionado” de haber sido escogido como el Poty de 2024 (por las siglas en inglés del premio a ‘Persona del año’). “Cuando me enteré, lo primero que me vino a la mente son todas las personas que lo merecen. Este Poty pudo ser de José Alfredo Jiménez, por ejemplo, o de alguno de los grandes del rock argentino”, comentó Vives. Pero no, fue para él, un ‘rockstar vallenato’ que a los 63 años aseguró que está consciente de que vive en la actualidad “el segundo tiempo” de su carrera. “La única palabra que se me ocurre y se me seguirá ocurriendo es agradecimiento. Así he vivido mi carrera y vivo esto”, subrayó con los ojos brillantes y la voz entrecortada.
Hoy, con este reconocimiento que consuma 30 años de trayectoria musical, el cantante colombiano consolida un envidiable palmarés artístico: ha sido dos veces ganador del Grammy Anglo (el de las ‘grandes ligas’ de los músicos) y 18 veces ganador del Latin Grammy. En el 2020 fue incluido en el Salón de la Fama de los Premios Billboard de la Música Latina, un honor reservado para “artistas que han logrado reconocimiento mundial por su trabajo, trascendiendo géneros musicales y lenguajes”. También se destacan el Premio Ícono en la Musa Awards, el Founders Award de Ascap, el Legacy Award de los Latin American Music Awards y el Premio Billboard, entre muchos otros, convirtiéndose en uno de los artistas latinoamericanos más prolíficos de su generación.
Iván Benavides, compositor, músico y gestor cultural, celebró el reconocimiento entregado al artista samario, señalando que “en esta época en que poca música queda en la memoria, este Grammy es un reconocimiento a alguien que ha ayudado a darle un lugar a esta tierra del olvido”.
Lo cierto es que aún es mucha la música que le falta a Vives por crear, y él es consciente de ello. Pero a sus 63 años, el artista puede ser ya catalogado como el primer ‘juglar del rock vallenato’.