Claudia Sheinbaum se convierte en la primera mujer en presidir el país. AMLO señala que se retira de la vida pública. «Es tiempo de mujeres», afirma mandataria.
Tiempo para las mujeres en México. Claudia Sheinbaum se erigió como la nueva presidenta mexicana frente a cientos de miles de seguidores que abarrotaron el Zócalo de la Ciudad de México para celebrar la entrada de la exalcaldesa capitalina al Palacio Nacional.
Según Sheinbaum, este día significa el arranque del «segundo piso de la transformación». Una clara referencia al proyecto político que marcó el sexenio de su antecesor y mentor político, Andrés Manuel López Obrador.
Ya sin el ahora expresidente acompañándola en el escenario, Sheinbaum coprotagonizó la ceremonia de pase del ‘bastón de mando’ junto con un grupo de mujeres indígenas y afromexicanas, quienes representan —según la narrativa oficial— a los pueblos indígenas del país.
El ‘bastón de mando’ fue presentado por primera vez por López Obrador, quien aseguró que simboliza la confianza de los pueblos originarios en el o la presidenta de México para comandar el país.
“Amigas y amigos, inicia el segundo piso de la cuarta transformación de la vida pública de México”, expresó Sheinbaum ante sus seguidores congregados en la plaza central de la capital mexicana.
La nueva presidenta también aprovechó el espacio para desglosar los primeros 100 puntos de su Gobierno, que serán la guía en el funcionamiento de su Administración. Una lista con la que Sheinbaum confirma la continuidad en el ‘humanismo mexicano’ defendido por López Obrador. Además, prometió el respeto a la división de poderes, las libertades sociales y la diversidad en el país.
Por otro lado, Sheinbaum vaticinó ambiciosas reformas constitucionales en materia electoral, para reforzar —según argumentó— la «democracia directa» y fortalecer el mecanismo de revocación de mandato, y de género, con el objetivo de combatir la discriminación y el machismo dentro de la vida pública. La presidenta también prometió la construcción de «más de un millón de viviendas» para el fin de su sexenio.
«No llego sola, llegamos todas»
Tras resultar electa en los comicios del pasado 2 de junio, Claudia Sheinbaum tomó oficialmente protesta como presidenta mexicana frente al Congreso del país. Una ceremonia en la que estuvo envuelta en gritos de apoyo de los legisladores de su bancada que coreaban «¡Presidenta!», y «Es un honor estar con Claudia hoy».
Sheinbaum estuvo en el centro de la ceremonia de transición de poder, en donde Andrés Manuel López Obrador se despidió de la banda presidencial para ceder su puesto en Palacio Nacional a su sucesora y protegida política. La banda presidencial, símbolo político del Poder Ejecutivo mexicano, fue entregada a Sheinbaum por Ifigenia Martínez, histórica lideresa izquierdista.
En su primer discurso presidencial, Sheinbaum agradeció a la ciudadanía mexicana por haberla elegido como la primera presidenta en la historia del país y afirmó que ella representa una transformación en la mentalidad popular mexicana, en la cual ahora las mujeres también pueden ser presidentas, «con ‘a’ al final». «Solo lo que se nombra existe», señaló.
“Hoy sabemos que las mujeres participaron en las grandes hazañas de la historia de México desde diferentes trincheras y también sabemos que las mujeres podemos ser presidentas (…) Y digo llegamos porque no llego sola, llegamos todas. México es un país maravilloso, con un pueblo extraordinario, somos una gran nación”, puntualizó la nueva mandataria.
Tras su discurso, la nueva presidenta mexicana se trasladó a Palacio Nacional para saludar a los 16 jefes y jefas de Estado que la acompañaron durante su toma de protesta, además de los 105 representantes diplomáticos y 23 miembros de organismos internacionales diversos que presenciaron el cambio de mandato en territorio mexicano.
Presidentes como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el colombiano Gustavo Petro, la hondureña Xiomara Castro, el chileno Gabriel Boric y el guatemalteco Bernardo Arévalo fueron algunos de los invitados de honor internacionales en la posesión de la izquierdista.
Sheinbaum promete continuar con la «cuarta transformación»
Las primeras palabras de la exalcaldesa capitalina como presidenta estuvieron marcadas por las constantes referencias a la lucha histórica por los derechos políticos de las mujeres, el combate a la corrupción y una peculiar promesa que México ya había escuchado hace seis años: «No les voy a defraudar».
“Soy madre, abuela, científica y mujer de fe y por voluntad del pueblo de México, la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos (…) No les voy a defraudar, les convoco a seguir haciendo historia”, indicó la mandataria, haciendo referencia a una de las líneas más recordadas del discurso de investidura de López Obrador en 2019.
También hizo referencia a su predecesor. «Gracias, gracias, ha sido un honor luchar con usted, hasta siempre hermano, amigo compañero Andrés Manuel López Obrador«, expresó la presidenta mexicana y describió a López Obrador como «el dirigente político y luchador social más importante de la historia moderna». López Obrador prometió retirarse de la vida política tras la investidura de Sheinbaum.
La nueva presidenta mexicana, sin nombrar directamente a la oposición política, también abordó las preocupaciones de un gran sector de la ciudadanía con relación a la posible deriva autoritaria de su Gobierno. Una que se ha avivado por dos controversiales reformas constitucionales aprobadas en las últimas semanas del mandato de AMLO: la reforma judicial y la reforma a la Guardia Nacional.
Sobre ello, Sheinbaum intentó apaciguar los señalamientos sobre una posible desarticulación del Poder Judicial o la entrada de miembros del Ejército a la presunta salvaguarda de la población civil. La nueva presidente mencionó que su Administración buscará «garantizar todas las libertades». “Cualquiera que diga que habrá autoritarismo, está mintiendo”, sentenció Sheinbaum.
«Les manifiesto: en nuestro gobierno garantizaremos todas las libertades, la de expresión, de prensa, de reunión, de movilización. La libertad es un principio democrático y nosotros somos demócratas, se respetarán los derechos humanos y nunca usaremos la fuerza del Estado para reprimir al pueblo», expresó Sheinbaum, que ha sido criticada en el pasado por las represalias contra las manifestaciones feministas cuando era la jefa de Gobierno de Ciudad de México.
Sheinbaum impartió su discurso presidencial a lado de las dos cabezas del Poder Judicial y Legislativo mexicano: Norma Piña Hernández, presidenta de la Suprema Corte mexicana e Ifigenia Martínez, presidenta de la Cámara de Diputados y el Congreso de la Unión.
Seguridad, migración y justicia social: los principales retos de Sheinbaum
La primera jefa de Estado en la historia de América del Norte se enfrenta a un complejo panorama heredado por la Administración de López Obrador. El mandatario salió del poder con buenos índices económicos y de empleabilidad —en su mejor momento desde hace casi 10 años—, pero también cede un país marcado por picos históricos de violencia.
Sheinbaum recibe una situación económica fortalecida por el aumento del salario mínimo impulsado por López Obrador y la bonanza en la empleabilidad, con una tasa de desempleo de tan solo el 2,6%, según datos recopilados por ‘El País’. Algo que, sin embargo, contrasta con el retroceso en el acceso a la salud pública y la educación en el país, marcados por un 39% de la población con carencias en salud y el estancamiento de los años de escolaridad promedio con 10, según datos del INEGI.
Por otro lado, la presidenta izquierdista se enfrenta a uno de sus mayores problemas en el campo de la inseguridad. López Obrador cierra su Administración con más de 180.000 muertes violentas registradas en el sexenio, lo que lo convierte en el más violento en la historia moderna del país. Algo que se explica —en parte— por un enervado ambiente criminal dinamitado por divisiones internas en organizaciones criminales, la expansión de nuevas células del crimen organizado y una fallida estrategia de seguridad.
En tanto, Sheinbaum ha descartado regresar a la criticada estrategia de seguridad impulsada en el periodo presidencial de Felipe Calderón (2006-2012) con su ‘Guerra contra el narcotráfico‘. En cambio, la ahora presidenta de México aboga por una estrategia cimentada en impulsar nuevos organismos de investigación, reforzar los cuerpos policiales y «cero impunidad» para los criminales.
«En materia de seguridad, garantizaremos la disminución de los delitos de alto impacto, no regresará la irresponsable ‘guerra contra el narco’ de Felipe Calderón que tanto daño le sigue haciendo a México, nuestra convicción es que la seguridad y la paz son fruto de la justicia», sentenció la mandataria.
Los crecientes flujos migratorios que pasan por el país y el respeto de las autoridades a los derechos humanos de las personas migrantes también serán grandes desafíos para la heredera de un Gobierno que se ha caracterizado por una estrategia migratoria apegada a los intereses de Estados Unidos, endurecida en el sur del país y criticada por defensores de los derechos humanos.
Miles de personas migrantes se encuentran varadas en territorio mexicano, según grupos humanitarios que monitorean la situación en ese país, esperando por una cita con las autoridades migratorias estadounidenses.
Será Sheinbaum la que tenga la responsabilidad de limar asperezas con los activistas de derechos humanos, históricamente ligados con la izquierda, y otros grupos progresistas que denuncian la posible militarización y el autoritarismo en su Gobierno.