Por primera vez en EE.UU. reo será ejecutado por caso de “bebé sacudido”. Diagnóstico es objeto de creciente debate en tribunales.
Robert Roberson lleva más de 20 años en el corredor de la muerte pero siempre ha mantenido su inocencia. En 2003, fue sentenciado a la pena máxima por la muerte de su hija de 2 años, y desde entonces ha intentado desafiar su condena asegurando que se basa en un diagnóstico erróneo de un síndrome que además está bastante desacreditado como evidencia forense.
Roberson no está solo en su batalla legal. Legisladores de ambos partidos, abogados, activistas, profesionales de la salud y personalidades de varias esferas, como el famoso escritor John Grisham, han apoyado una campaña que busca detener su ejecución, programada para este jueves 17 de octubre.
Sin embargo, las esperanzas de Roberson de lograrlo se van agotando, después de que el pasado 12 de septiembre la Corte de Apelaciones Penales de Texas rechazó una moción para detener la ejecución, al igual que una nueva solicitud de amparo presentada por sus abogados. Esto le deja una única opción: obtener clemencia de la Junta de Indultos y Libertad Condicional del estado, que, a tres días de la ejecución, no se ha pronunciado.
Desde 1973, al menos 200 reos en el pabellón de la muerte han sido exonerados de la pena máxima, 18 de ellos en Texas, según el Centro de Información sobre la Pena de Muerte.
«El destino de Robert está ahora a merced del gobernador», dijo Gretchen Sween, una de sus abogadas, en una declaración. «Estamos devastados por este asombroso acontecimiento, pero seguiremos buscando cualquier vía para asegurarnos de que el señor Roberson no sea la primera persona en EE.UU. ejecutada bajo la desacreditada hipótesis del ‘bebé sacudido’«, agregó.
¿Qué es el llamado síndrome del bebé sacudido?
Según la definición de la Clínica Mayo, el síndrome del bebé sacudido es «una lesión cerebral grave que se produce como consecuencia de sacudir con fuerza a un bebé o un niño de uno a dos años».
Forma parte de los traumatismos craneales por maltrato y se le conoce también como traumatismo craneal infligido, síndrome de impacto por sacudida o síndrome del bebé sacudido con latigazo cervical.
Este traumatismo se cree que destruye las neuronas cerebrales del bebé e impide que su cerebro reciba suficiente oxígeno, por lo que puede provocar un daño irreparable en el niño, o incluso la muerte.
Según los Centros de Prevención y Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC) «casi todas las víctimas del síndrome del bebé sacudido sufren de graves consecuencias en su salud y al menos uno de cada cuatro bebés muere por este tipo de maltrato». Entre las consecuencias, además de la muerte, los CDC mencionan «problemas de visión, retrasos en el desarrollo, discapacidades físicas y pérdida de audición».
Este llamado síndrome se utiliza para explicar una combinación de tres lesiones en los niños: hemorragia subdural, inflamación del cerebro y hemorragia retiniana. La teoría surgió a principios de la década de 1970, como una explicación de por qué algunos niños presentaban enfermedades graves o incluso morían con estos síntomas, cuando mostraban poco o ningún daño externo.
Según un amplio reporte del diario The Guardian, entre los primeros defensores de esta teoría estaba Normal Guthkelch, un neurocirujano pediátrico, quien dijo en 1971 que una posible causa de estos casos podría ser el haber sacudido violentamente al niño. La idea se extendió rápidamente y se consolidó como un síndrome reconocido y aceptado.
En un boletín informativo sobre el tema, los CDC aconsejan a los padres: «Si se siente al límite por el llanto de un bebé, es posible que deba concentrarse en calmarse. Coloque a su bebé en la cuna boca arriba, asegúrese de que esté seguro y luego camine un poco y llame a un amigo, pariente, vecino o padre a la línea de ayuda para pedir ayuda. Controle cómo está cada 5 a 10 minutos».
La polémica
Sin embargo, en los últimos tiempos, científicos y especialistas médicos de diversas ramas, han puesto en duda la fiabilidad del síndrome del bebé sacudido, no necesariamente como diagnóstico médico, sino sobre todo como metodología forense empleada en casos penales, como el de Roberson, que terminaría con su muerte esta semana por inyección letal.
Y es que se han identificado decenas de causas alternativas para que puedan darse los síntomas antes mencionados que no implican violencia, desde caídas hasta algunas enfermedades como neumonía y sepsis, como alega la defensa de Roberson que sucedió con su hija Nikki.
De hecho, el propio Guthkelch ha expresado su alarma por la forma en que se ha estado utilizando su teoría para procesar a miles de padres por abuso infantil, según The Guardian.
Esto no quiere decir que sacudir violentamente a un niño no pueda tener consecuencias y graves riesgos para su salud, sino que la presencia de la tríada de síntomas en un niño por sí sola no implica que haya habido violencia.
La presidenta del Consejo sobre Abuso y Negligencia Infantil de la Academia Estadounidense de Pediatría, Antoinette Laskey, dijo a CNN que el traumatismo creaneal por abuso “es real, afecta a los niños, afecta a las familias» y no hay mucha controversia médica en ese aspecto. “No sé qué decir sobre la controversia legal”, agregó y dijo que es en ese ámbito en el que ha visto que se haga referencia al traumatismo craneal por abuso como “ciencia basura”. Laskey, no quiso hablar con CNN sobre el caso de Roberson porque dijo que no conocía los detalles.
Lo que dice la defensa
El 31 de enero de 2002, Roberson llevó a su hija de dos años, Nikki, a las urgencias del hospital Palestine, pues la niña estaba flácida, no respondía y se estaba poniendo azul.
Contó que la niña llevaba días enferma y se había caído de la cama; se la había encontrado en el suelo boca abajo. Al día siguiente la pequeña murió y la policía detuvo al padre apenas horas después, ya que en el hospital habían concluido que se trataba de un caso de síndrome del bebé sacudido.
Tras un juicio en el que se tomó la teoría como válida sin evidencias y en el que una enfermera llegó a decir sin pruebas que había encontrado indicios de agresión sexual en el cuerpo de la niña, el hombre teminó en el corredor de la muerte, acusado de dos cargos de asesinato capital. La policía no encontró rastros de violencia en la casa.
La petición de clemencia de Roberson asegura que la condena contra él se cimentó sobre tres errores clave. El primero fue que el personal médico del hospital concluyó que la pequeña Nikki había sido sacudida violentamente, sin haber consultado su historial médico real, por presentar la famosa tríada de síntomas.
A partir de aquí, la investigación se detuvo y ni médicos ni policías siguieron buscando información del tema, pues dieron el diagnóstico por sentado, afirma la defensa. De esta forma, obviaron otros síntomas claros que presentaba la niña como una neumonía no diagnosticada, fiebre de 40.3 ºC, diarreas y el hecho de que estaba tomando unos medicamentos que le habían recetado entonces y que ahora se consideran potencialmente mortales para los niños.
Finalmente, asegura la petición, el tercer error es que los médicos y los detectives que acudieron al hospital e interactuaron con Roberson tomaron su actitud como un agravante, alegando que su inexpresividad, su forma fría y distante de comportarse frente a la gravedad y muerte de su hija, demostraban su culpabilidad. No fue hasta años después, en 2018, que un neuropsicólogo calificado diagnosticó a Roberson con trastorno del espectro autista, lo cual explica una respuesta neurodivergente a la situación de la niña.
El propio detective que testificó contra él en el juicio, Brian Wharton, se ha distanciado de la acusación y ahora cree que no está sustentada. En una entrevista con The Guardian el año pasado, dijo: “No había escena del crimen, no había evidencia forense. Eran solo tres palabras: síndrome del bebé sacudido. Sin ellas, hoy sería un hombre libre”.