El número de mujeres en Texas que murieron mientras estaban embarazadas, durante el parto o poco después del parto se disparó después de la prohibición estatal de 2021 al procedimiento de aborto, superando con creces un aumento más lento en la mortalidad materna en todo el país, según una nueva investigación de datos federales de salud pública.
De 2019 a 2022, la tasa de casos de mortalidad materna en Texas aumentó un 56%, en comparación con solo el 11% a nivel nacional durante el mismo período de tiempo, según un análisis del Instituto de Políticas de Equidad de Género (GEPI, por su sigla en inglés). El grupo de investigación sin fines de lucro rastreó los informes disponibles al público de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y compartió el análisis en exclusiva con NBC News.
“Sólo hay una explicación para esta impresionante diferencia en la mortalidad materna”, dijo Nancy L. Cohen, presidenta del GEPI. “Todas las investigaciones apuntan a la prohibición del aborto en Texas como el principal motor de este alarmante aumento”.
“Texas, me temo, es un presagio de lo que está por venir en otros estados”, añadió.
El efecto de la ley
La Legislatura de Texas prohibió la atención del aborto a partir de las cinco semanas de embarazo en septiembre de 2021, casi un año antes de que la Corte Suprema de Estados Unidos anulara Roe vs. Wade -el caso que protegió el derecho federal al aborto- en junio de 2022.
En ese momento, el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, alabó el proyecto de ley como una medida que “garantiza la vida de cada niño por nacer”.
Ahora la ley de Texas prohíbe todo aborto excepto para salvar la vida de la madre.
La aprobación de la Ley 8 del Senado de Texas dio a los investigadores del GEPI la oportunidad de echar un primer vistazo a cómo la prohibición casi total del aborto -incluidos los casos en los que la vida de la madre corría peligro- afectaba a la salud y la seguridad de las mujeres embarazadas.
El equipo de Cohen descubrió que el efecto de la SB 8 fue rápido y contundente. En el plazo de un año, la mortalidad materna aumentó en todos los grupos raciales estudiados. Entre las mujeres hispanas, la tasa de mujeres que mueren durante el embarazo, el parto o poco después aumentó del 14.5% en 2019 al 18.9% en 2022. Las tasas entre las mujeres blancas casi se duplicaron: del 20% al 39.1%. Y las mujeres negras, que históricamente tienen más probabilidades de morir durante el embarazo, el parto o poco después, vieron cómo sus tasas pasaban del 31.6% al 43.6%.
Aunque la mortalidad materna se disparó en general durante la pandemia, las mujeres que murieron embarazadas o durante el parto aumentaron de forma constante en Texas tras la prohibición del aborto en el estado, según el GEPI.
“Si se niega el aborto a las mujeres, más mujeres quedarán embarazadas y más mujeres se verán obligadas a llevar el embarazo a término”, afirmó Cohen.
Más allá de los peligros inmediatos del embarazo y el parto, cada vez hay más pruebas de que las mujeres que viven en estados con leyes estrictas sobre el aborto, como Texas, tienen muchas más probabilidades de carecer de atención prenatal y muchas menos de encontrar cita con un ginecólogo-obstetra.
Los médicos dicen que la sensación entre las futuras madres es de miedo.
“El miedo es algo que nunca había visto en mi consulta antes de la Ley 8 del Senado”, afirma la doctora Leah Tatum, ginecóloga y obstetra que ejerce en Austin (Texas). Tatum, que no participó en el estudio del GEPI, afirmó que las solicitudes de esterilización entre sus pacientes se duplicaron tras la prohibición estatal del aborto.
Es decir, las mujeres prefieren perder la posibilidad de tener hijos antes que la posibilidad de quedarse embarazadas tras la ley.
“Las pacientes se sienten arrinconadas”, dijo Tatum. “Si ya sabían que no querían seguir adelante con el embarazo, ahora están aterrorizadas”.
Tatum dijo que está viendo a muchas mujeres de entre 30 y 40 años que, aunque les gustaría tener un hijo, les preocupa no tener la opción de interrumpir el embarazo si resulta que el bebé no va a nacer sano. “¿Qué pasa si al final tengo un feto genéticamente anormal?”, dice Tatum que le han preguntado sus pacientes. Les preocupa que sus opciones sean limitadas.
Tratada como una criminal
Esa tragedia impensable le ocurrió a Kaitlyn Kash, de 37 años, de Austin (Texas). Kash tuvo un embarazo de manual con su primer hijo, un niño sano, nacido en 2018.
“Había sido tan fácil la primera vez”, dijo. “Ni en mis sueños más salvajes pensé que haríamos el viaje que hicimos”.
Cuando quedó embarazada de nuevo, no fue hasta el segundo trimestre de Kash, a las 13 semanas, cuando ella y su marido, Cory, descubrieron que su feto tenía displasia esquelética grave, un raro trastorno genético que afecta al crecimiento de huesos y cartílagos. Era muy poco probable que el bebé sobreviviera.
“Nos dijeron que sus huesos se romperían en el útero y que se asfixiaría al nacer”, cuenta Kash. “Esperábamos que nuestro médico nos dijera cómo íbamos a cuidar a nuestro bebé, cómo íbamos a acabar con su dolor”.
Era octubre de 2021, justo un mes después de que Texas aprobara la ley del aborto.
“Nos dijeron que debíamos buscar una segunda opinión, pero asegurarnos de que fuese afuera de Texas”, explica.
A las 15 semanas, Kash tuvo que viajar a Kansas para interrumpir su embarazo. Fuera de la clínica, los manifestantes acosaron a la desconsolada madre.
“Me trataban como a una criminal”, dijo. “No tuve la dignidad que merecía para despedirme de mi hijo”.
“Es sólo otro ejemplo de lo desgarrador que es ejercer en el estado de Texas”, dijo Tatum. “Estas pacientes están pidiendo ayuda. El estado de Texas ha fallado a las mujeres”.