Este miércoles se conmemora el 11 de septiembre de 2001, el día en que las Torres Gemelas en Estados Unidos fueron derribadas en el peor ataque terrorista de la historia, que cobró la vida de cerca de 3,000 personas.
Diversas ceremonias, vigilias y manifestaciones de dolor se llevarán a cabo, destacando el voluntariado y los llamados a «nunca olvidar». También se rinde homenaje a los socorristas que han muerto o sufrido enfermedades a causa de su exposición a los escombros y toxinas tras los ataques.
Se espera que familiares de las víctimas acudan a la Zona Cero en Nueva York para participar en los actos conmemorativos. El expresidente Donald Trump tiene previsto asistir a una ceremonia en el Pentágono, mientras que el entonces vicepresidente Mike Pence ofrecerá un discurso en el sitio del tercer ataque, cerca de Shanksville, Pensilvania.
A 23 años de los atentados, Estados Unidos sigue lidiando con sus secuelas, que se manifiestan desde los estrictos controles de seguridad en aeropuertos hasta la guerra más larga en su historia, la de Afganistán, desencadenada por los eventos del 11-S. Recientemente, las negociaciones de paz entre Estados Unidos y los talibanes han colapsado, lo que refleja la persistencia de las consecuencias globales de aquella fatídica fecha.
En cada ceremonia, los nombres de las víctimas son leídos en voz alta, mientras los momentos exactos de los impactos y la caída de las torres se marcan con minutos de silencio y toques de campanas.
Además, en los últimos años ha crecido la conciencia sobre los bomberos, policías y otros socorristas que han enfermado o fallecido tras haber estado expuestos a las toxinas del 11-S. Un fondo de compensación, creado para las personas afectadas, ha otorgado más de 5,500 millones de dólares, y más de 51,000 personas han solicitado ayuda.
Chundera Epps, hermana de Christopher Epps, una de las víctimas, expresó en una ceremonia anterior: «No podemos olvidar. La vida no nos permitirá olvidar».