El presidente electo, Donald Trump, lleva décadas creyendo en el poder de los aranceles. Ahora, mientras se prepara para asumir el cargo, son una parte central de su plan económico.
Trump sostiene que la imposición de aranceles elevados a los productos extranjeros beneficiará a la industria manufacturera de Estados Unidos y generará empleo. Sus propuestas elevarían los aranceles a un nivel que no se ha visto en generaciones. Muchos economistas han advertido de las consecuencias potencialmente perjudiciales de esta medida, como mayores costos para los hogares y las empresas estadounidenses, y guerras comerciales desestabilizadoras a nivel mundial.
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A continuación, cinco cosas cruciales que hay que saber sobre los radicales planes comerciales de Trump.
Trump ha presentado varios planes arancelarios
El presidente electo dijo el lunes que impondría aranceles en su primer día en el cargo, dirigidos a los tres mayores socios comerciales de Estados Unidos. En publicaciones de redes sociales, dijo que impondría un arancel del 25 por ciento a todos los productos procedentes de Canadá y México hasta que dejaran de entrar drogas y migrantes por las fronteras, y un arancel adicional del 10 por ciento a todos los productos procedentes de China, argumentando que este país enviaba drogas ilegales a Estados Unidos.
Durante su campaña a la Casa Blanca, Trump ofreció una lista de aranceles. Habló de un arancel “universal” del 10 al 20 por ciento sobre la mayoría de los productos extranjeros. Ha propuesto aranceles del 60 por ciento o más sobre los productos chinos. Y ha sugerido eliminar las relaciones comerciales normales permanentes con China, lo que supondría un aumento inmediato de los aranceles sobre las importaciones chinas.
Trump también ha promovido la idea de un arancel “recíproco”, en el que Estados Unidos igualaría los tipos arancelarios que otros países imponen a los productos estadounidenses. Ha sugerido utilizar los ingresos arancelarios para sustituir los impuestos sobre la renta.
El gobierno de Biden también ha aumentado los aranceles sobre productos procedentes de China, pero los planes de Trump son mucho mayores: afectan a billones de dólares en productos, en lugar de a decenas de miles de millones.
Trump dice que las empresas extranjeras pagan los aranceles. Eso suele ser erróneo
Un arancel es un impuesto que se aplica a un producto cuando cruza una frontera. Por ejemplo, una empresa que introduce su producto en EE.UU. —el importador— paga realmente el arancel al gobierno de Estados Unidos.
Pero la cuestión más importante es quién soporta el costo final. Una empresa puede intentar repercutir el costo en sus clientes subiendo los precios. Puede asumir el costo del arancel, reduciendo sus márgenes de ganancia. O podría intentar obligar a los proveedores extranjeros a soportar la carga negociando pagar menos por sus productos.
Lo que suceda depende de cada empresa. Pero en el caso de los fuertes aranceles que Trump impuso a China durante su primer mandato, los estudios económicos concluyeron que la mayor parte de esos costos se trasladaron a los consumidores estadounidenses.
Los economistas creen que esto podría volver a ocurrir. Un estudio del Instituto Peterson de Economía Internacional, por ejemplo, calculó que los actuales planes arancelarios de Trump aumentarían los costos para un hogar estadounidense típico en 2600 dólares al año.
Incluso entre los fabricantes, los aranceles crean ganadores y perdedores
El plan de Trump pretende ayudar a los fabricantes estadounidenses, pero también podría perjudicar a algunos.
Muchos dependen de piezas y materiales extranjeros. Los aranceles sobre esos productos aumentarían los costos para las fábricas estadounidenses que los utilizan, neutralizando otras ganancias para el sector manufacturero.
Los aranceles también pueden ayudar a una industria a expensas de otras. Por ejemplo, un estudio del gobierno de Estados Unidos encontró que los aranceles de Trump sobre el acero y el aluminio aumentaron la producción de esos metales en el país en 2200 millones de dólares en 2021. Pero las fábricas estadounidenses que utilizan esos metales para fabricar automóviles, envases de alimentos y electrodomésticos tuvieron que pagar costos más altos, y vieron una reducción de 3500 millones de dólares en la producción ese mismo año.
Trump tiene mucho poder para imponer aranceles unilateralmente
La Constitución otorga técnicamente al Congreso el poder de regular el comercio exterior, pero los legisladores han otorgado a su vez al presidente gran parte de su propia autoridad comercial.
Las leyes aprobadas en décadas anteriores han dado al presidente un amplio margen para imponer aranceles con el fin de proteger la seguridad nacional de Estados Unidos, defender industrias perjudicadas por prácticas comerciales extranjeras o tomar medidas en respuesta a una “emergencia internacional”, que puede definirse prácticamente como cualquier cosa.
La única excepción podría ser la idea de Trump de imponer un arancel universal a todos los productos extranjeros, que, según los expertos jurídicos, podría ser impugnada ante los tribunales. Pero esas impugnaciones podrían tardar en desarrollarse y, en última instancia, podrían resultar infructuosas.
Si sigue adelante con sus planes, es probable que se avecinen guerras comerciales
En el primer mandato de Trump, sus aranceles provocaron múltiples enfrentamientos comerciales internacionales. La Unión Europea, China, Canadá y otros gobiernos impusieron aranceles a la soja, el whisky, el jugo de naranja y las motocicletas estadounidenses, lo que provocó la caída estrepitosa de algunas exportaciones de EE. UU.
Parece probable que estos escenarios se repitan a mayor escala. Muchos gobiernos extranjeros ya están elaborando listas de productos estadounidenses que podrían atacar como respuesta. Los países también podrían responder dejando que sus monedas se devalúen frente al dólar, amortiguando el efecto de los aranceles al hacer que sus exportaciones sean menos caras para los compradores extranjeros. China permitió que su moneda, el renminbi, se debilitara en 2018 y 2019, durante el primer mandato de Trump.
Una devaluación estratégica de la moneda china, que es controlada de manera muy estricta por el banco central del país, podría permitir a Pekín reforzar las exportaciones. Sin embargo, también podría amenazar la economía local, ya que un renminbi más débil llevaría a las empresas y los hogares chinos a transferir dinero al extranjero en lugar de invertir en el país.
En general, la reacción del mercado a las propuestas arancelarias de Trump ha sido moderada hasta ahora. En parte, esto podría reflejar la opinión de que la amenaza de aranceles puede servir como palanca en las negociaciones.
Pero Edward Alden, experto en comercio del Consejo de Relaciones Exteriores, dijo que esta vez, Trump había mostrado una “aceptación mucho más fundamental de los aranceles como algo bueno”.
“No hay duda de que lo dice en serio”, dijo Alden sobre los aranceles. “Eso está muy arriba en la lista de promesas”.
Ana Swanson cubre comercio y economía internacional para el Times desde la corresponsalía en Washington. Ha sido periodista por más de una década. Más de Ana Swanson