Mientras los bomberos combatían las llamas en Los Ángeles esta semana, Alejandro, un mexicano de 55 años, ya se encontraba trabajando arduamente para despejar árboles y ramas cerca de los barrios más afectados por el fuego en Pasadena y Altadena. Este trabajo, realizado por migrantes como él, ha sido crucial en la recuperación de comunidades devastadas por desastres naturales, pero se encuentra en riesgo debido a las políticas migratorias de la administración de Donald Trump, quien ha prometido ejecutar un programa de deportación masiva cuando regrese a la Casa Blanca el próximo lunes.
El rol de los migrantes en la recuperación tras desastres naturales
Alejandro, quien prefiere no revelar su apellido por estar en Estados Unidos de manera irregular, realiza una labor fundamental para la reconstrucción de las zonas afectadas. «El país se va a ver en una crisis», comentó mientras limpiaba escombros, refiriéndose al impacto que tendría la posible deportación masiva de migrantes. Según él, miles de casas en la zona de Los Ángeles necesitarán mano de obra como la suya para llevar a cabo la reconstrucción.
La industria de la reconstrucción tras desastres naturales depende en gran medida de la fuerza laboral migrante. Sin estos trabajadores, la recuperación de comunidades enteras afectadas por tormentas, incendios o inundaciones sería considerablemente más lenta y costosa, afirman tanto empresas como defensores de los trabajadores.
Pablo Alvarado, uno de los directores de la Red Nacional de Organización de Jornaleros, señaló que «las personas que reconstruyen esas zonas son cuadrillas de construcción, en su mayoría compuestas por migrantes». Estas cuadrillas, muchas veces invisibles, son las encargadas de responder a las emergencias tras los desastres, desempeñando un rol esencial en la restauración de las zonas afectadas.
Un sector laboral clave: los migrantes en la reconstrucción
El trabajo realizado por los migrantes en la reconstrucción de áreas devastadas por desastres naturales se ha vuelto cada vez más importante debido al aumento de estos fenómenos, exacerbado por el cambio climático. En 2023, Estados Unidos experimentó 28 episodios de desastres naturales, cada uno con costos que rondaron los mil millones de dólares, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Aunque aún no se tiene un cálculo final de las pérdidas causadas por los incendios de Los Ángeles, una estimación preliminar de AccuWeather apunta a pérdidas entre 250,000 y 275,000 millones de dólares.
Al mismo tiempo, Donald Trump ha expresado en reiteradas ocasiones que el cambio climático es parte de un «engaño», y durante su campaña electoral manifestó que los inmigrantes que se encuentran en el país de manera irregular le quitan el empleo a los ciudadanos estadounidenses, especialmente a los negros e hispanos.
Karoline Leavitt, portavoz del equipo de transición de Trump, afirmó que el presidente electo «recurrirá a todos los poderes federales y coordinará con las autoridades estatales» para deportar a inmigrantes irregulares, incluidos «criminales ilegales, narcotraficantes y traficantes de personas», mientras promete reducir costos para las familias y fortalecer la fuerza laboral. Sin embargo, no detalló cómo podría lograr ambas metas de forma simultánea.
El impacto de las políticas migratorias en la reconstrucción
El rol de los migrantes en la reconstrucción de EE.UU. no es algo reciente. De hecho, la industria de la recuperación tras desastres tiene sus raíces en la respuesta a huracanes como el Katrina, que devastó la costa del Golfo de México en 2005. En ese contexto, la construcción se transformó en uno de los sectores más grandes del mundo, con millones de trabajadores migrantes involucrados en la restauración de las áreas afectadas.
Saket Soni, fundador de Resilience Force, una organización sin fines de lucro que apoya a los trabajadores migrantes en la industria de la reconstrucción, advirtió que las deportaciones masivas «crearían una escasez extraordinaria de mano de obra justo cuando los desastres aumentan». Este escenario podría agravar aún más la falta de recursos humanos en las zonas devastadas, generando una crisis en la reconstrucción de viviendas y edificios.
Mario Mendoza, un trabajador migrante de 54 años, ha sido parte de la reconstrucción desde el huracán Katrina en 2005. A lo largo de los años, ha trabajado en comunidades de Louisiana, Florida y otros estados afectados por desastres naturales. Mendoza reconoce que, sin los migrantes, muchas de estas labores de reconstrucción simplemente no podrían llevarse a cabo. «Hemos sido la línea de apoyo para las ciudades después de los desastres», afirma, reflejando la importancia del trabajo que realiza.
Una casa arde por el incendio forestal de Palisades en Pacific Palisades. EFE/EPA/Allison Dinner
La situación de los migrantes y la industria de la construcción
Datos de Pew Research Center indican que en 2022, alrededor de 8.3 millones de trabajadores en EE.UU. eran inmigrantes no autorizados, y casi 1.6 millones de estos trabajadores estaban empleados en la construcción. Muchos de estos migrantes están contratados de manera temporal para ayudar en la reconstrucción tras desastres naturales. Aunque algunos tienen visas H-2B que les permiten trabajar legalmente en Estados Unidos, la mayoría de los trabajadores que realizan tareas de reconstrucción se encuentran en situación migratoria irregular, lo que los hace vulnerables a la explotación.
En muchos casos, los trabajadores migrantes son víctimas de robos salariales o trabajan sin equipo de protección adecuado, exponiéndolos a condiciones peligrosas. Jessica Martínez, directora ejecutiva del Consejo Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional, señala que estos trabajadores no reciben la capacitación necesaria en seguridad, lo que aumenta su riesgo laboral. Además, muchos prefieren no exigir los derechos básicos de seguridad laboral por temor a ser denunciados y deportados debido a la retórica antiinmigrante promovida por el presidente electo.
La escasez de mano de obra y el futuro de la reconstrucción
El director ejecutivo de Marek Brothers, Stan Marek, ha advertido que las deportaciones masivas tendrían un impacto directo en la industria de la construcción. Sin suficientes trabajadores disponibles, la reconstrucción se vería seriamente afectada, y los proyectos existentes podrían enfrentar retrasos significativos. Marek, que tiene más de 55 años de experiencia en la industria de la construcción, subraya que sin los migrantes, no sería posible realizar el trabajo necesario para reconstruir las comunidades afectadas por desastres naturales.
En Florida, después del huracán Idalia, algunos trabajadores migrantes se sintieron intimidados por las estrictas leyes migratorias que el gobernador Ron DeSantis firmó a principios de 2023. Estas leyes exigían a las empresas con 25 o más empleados que verificaran el estatus legal de sus trabajadores, lo que provocó que muchos migrantes abandonaran sus labores por miedo a ser detenidos y deportados.
Alternativas ante la escasez de trabajadores migrantes
Ante la posible escasez de trabajadores migrantes, algunos plantean alternativas para abordar la falta de mano de obra. J.D. Vance, vicepresidente electo de EE.UU., sugirió que los trabajadores estadounidenses en «edad óptima» podrían ocupar los puestos de trabajo vacantes en la industria de la construcción, a cambio de salarios más altos. Sin embargo, expertos como Sergio Chávez, profesor de sociología en la Universidad Rice, creen que esta medida no será suficiente para cubrir la demanda de trabajadores.
La expansión del programa H-2B, que otorga visas a trabajadores temporales en áreas como la construcción, podría ser una de las soluciones. Sin embargo, el director de Marek Brothers duda de que esto pueda ser una respuesta viable a la escasez de mano de obra, ya que muchos de los trabajos son físicamente exigentes y no todos los trabajadores estadounidenses están dispuestos a realizarlos.