Mientras la nación llora la muerte este domingo del expresidente Jimmy Carter a los 100 años de edad, su compromiso con los votantes latinos, el reconocimiento de la importancia de su creciente población y el ascenso de los hispanos a puestos de liderazgo forman una parte vital de su legado político.
Carter, un desconocido político cuando se presentó a la nominación demócrata, fue elegido presidente en 1976 con el 81% de voto latino. Venció en Texas por un estrecho margen, en parte gracias al 87% de ese voto hispano.
Entonces la población latina sumaba unos 14.6 millones, el 6.5% del total estadounidense, y su Administración reflejó su despertar como fuerza política.
Blandina Cárdenas, de 79 años y expresidenta de la Universidad de Texas-Pan American, trabajó en la campaña presidencial de Carter y fue nombrada en 1977 comisionada para la Infancia, la juventud y la Familia en el Departamento de Salud, Educación y Bienestar.
“Era tan joven que, francamente, no tenía mucha experiencia, y definitivamente no a ese nivel. Pero tenía la capacidad”, recuerda.
“En aquel entonces existía un verdadero espíritu de comunidad entre nosotros, los mexicano-estadounidenses», agrega, «había un compromiso con la política con el fin de promover la igualdad y ayudar a los demás”.
Como parte de sus responsabilidades, Cárdenas supervisó el programa Head Start y el de Bienestar Infantil, lo que describió como inmensamente gratificante. “Trabajábamos 14 horas diarias, pero te sentías orgullosa. Sentías que formábamos parte de algo honesto y solidario”.
Récord de latinos en el Gobierno federal
Carter no sólo trajo a latinos calificados a trabajar con él; también eligió a personas que habían formado parte de los movimientos políticos y de derechos civiles de las comunidades de base, dice Cárdenas.
En aquella época, Carter contrató a un número récord de hispanos para trabajar en su Administración. Pudo hacerlo porque reclutó a líderes de los incipientes grupos latinos de defensa y derechos civiles.
En 1977 nombró a Leonel J. Castillo como primer comisionado latino del Servicio de Inmigración y Naturalización. También designó a más jueces federales latinos que ningún otro presidente antes.
Fue tras la elección de Carter cuando se formó el Caucus Hispano del Congreso, en diciembre de 1976. Su creación estuvo ligada a la participación latina en su campaña.
Arabella Martínez, de la bahía de San Francisco, fue nombrada por Carter en 1977 vicesecretaria de la Oficina de Servicios de Desarrollo Humano del Departamento de Salud, Educación y Bienestar.
Martínez, que ahora tiene 80 años, dijo que esa Administración estaba impulsada por un fuerte sentido de la ética. “Se esperaba que hubiera una honestidad absoluta. Que no existiera corrupción, era muy estricto”.
Recuerda su etapa en el Gobierno como emocionante y desafiante a la vez: “Al principio era un poco abrumador. No todo era fácil ni agradable. Pero nunca aprendí tanto en mi vida como en aquellos años. Solía decir que era como si hubiera obtenido cuatro doctorados durante ese tiempo. El trabajo era tan exigente”.
Carter era “un hombre con los pies en la tierra, sin pretensiones, honesto”, afirma. “Las élites de D.C. solían burlarse de él como una persona de campo, un ignorante, pero era un ser humano excepcionalmente decente”, concluye.
Fotografía de archivo que muestra al presidente estadounidense Jimmy Carter (C) con el presidente egipcio Anwar al Sadat (D) y el primer ministro israelí Menachem Begin durante las negociaciones de paz en Oriente Medio. EFE/EPA/Bill Fitz-Patrick / Biblioteca Jimmy Carter
Apoyo la educación bilingüe y reforma migratoria
En su único mandato como presidente, Carter se ocupó de varios asuntos que afectaban a los latinos. Apoyó la educación bilingüe, aumentó el número de refugiados que podían ser admitidos y liberó de la cárcel a varios nacionalistas puertorriqueños por razones humanitarias.
En 1977, Carter esbozó un plan de reforma de la inmigración que habría permitido a algunos indocumentados ajustar su estatus. Aunque este proyecto de ley fracasó en el Congreso, puede considerarse un marco para el histórico programa de “amnistía” del presidente republicano Ronald Reagan en 1986.
Carter luchó contra una crisis energética, la inflación y el desempleo. La tasa de desempleo hispano durante su mandato osciló entre el 8.3% y el 10.1%.
“Se cometieron errores” pero fue “muy bueno”
Martha P. Cotera, de 86 años, trabajó en la campaña de Carter en Texas y siguió de cerca su presidencia.
“Nos sentimos atraídos por él porque prometió construir sobre una sólida agenda de derechos civiles, derechos laborales y justicia social que habría incluido la plena igualdad para las mujeres, para las latinas y para otros grupos”, recuerda.
Afiliada entonces al partido independiente Raza Unida, Cotera vio en Carter una oportunidad para impulsar objetivos progresistas, como la aprobación de la Enmienda de Igualdad de Derechos.
Pero al observar las mareas políticas que siguieron, Cotera supo que Carter estaba teniendo problemas para llevar a cabo sus políticas.
“Creo que hizo todo lo que pudo para conseguir aquello en lo que creía, pero había muchas fuerzas económicas y presiones que no podía controlar. Se cometieron errores”, afirma, “no vi cómo podría volver a ganar, con lo que estaba ocurriendo en el mundo y estando él fuera del establishment de Washington D.C. y Wall Street”.
Carter fue presidente cuando se producían acontecimientos clave en América Latina. En 1977, firmó los tratados del Canal de Panamá, por los que Estados Unidos renunciaba al control del canal. En 1979 cayó el régimen somocista en Nicaragua y el régimen sandinista tomó el poder. En abril de 1980, el líder cubano Fidel Castro permitió salir del país a quienes lo desearan, lo que dio lugar al éxodo del Mariel, cuando unos 125,000 cubanos huyeron de la isla.
“Si a Carter se le hubiera permitido un segundo mandato, creo que habría sido uno de los grandes presidentes, como John F. Kennedy o Lyndon B. Johnson”, afirma Gonzalo Barrientos Jr, de 82 años, de Austin (Texas), que trabajó en su campaña.
“Creo que fue un buen presidente. La gente de fuera del ámbito político no se da cuenta de que, para conseguir cosas en el Gobierno, hace falta tiempo y compromiso”, concluyó.
“Fue una época increíble; cuando era niño, a mi familia la echaban de los restaurantes por ser trabajadores inmigrantes mexicanos”, dice: “en los años 1970, ahí estaba yo, haciéndome fotos con el presidente Carter en el Rose Garden [de la Casa Blanca]”.
Fotografía de archivo del ex presidente de EE.UU. Jimmy Carter (d) y su esposa, Rosalynn (i), en Baltimore, Maryland, EE.UU., en 2010. EFE/EPA/MICHAEL REYNOLDS
“Es fácil salir a marchar y decir ‘poder al pueblo’”, reflexiona, “y a veces hay que hacerlo. Pero una vez que Carter lo consiguió, estaba en el poder, y había mucho trabajo duro por hacer. Merece crédito por sus esfuerzos”.
Tras su presidencia, Carter fue conocido por el Centro Carter, que ha trabajado en toda América para mejorar la democracia, así como por Hábitat para la Humanidad, que ha contribuido a la construcción de casas en Estados Unidos, Caribe y América Latina.
Carter se adelantó a su tiempo, dice Gretchen Sierra-Zorita, directora para Puerto Rico y los Territorios de la Oficina de Asuntos Intergubernamentales de la Casa Blanca.
“Una parte clave del legado de Carter es haber introducido los derechos humanos globales en la política exterior; eso no se había hecho antes”, dice Sierra-Zorita. “Y mucho antes de que habláramos de la crisis climática, creó el Departamento de Energía para diversificar nuestras fuentes de combustible”.
Sierra-Zorita cree que Carter debe ser recordado no sólo por su presidencia, sino también por toda su “rica, productiva y ética vida”. Sus esfuerzos y empeños tras la presidencia, en su opinión, redefinieron el papel de un expresidente.
“Fue el modelo a seguir para los expresidentes”, afirma.