Una jueza del condado de Travis, en Texas, concedió una orden de restricción temporal que pausó la ejecución de Robert Roberson, quien iba a recibir una inyección letal en lo que hubiera sido la primera ejecución en el país debido un caso del síndrome del bebé sacudido, un diagnóstico que se ha sido reevaluado en los últimos años, lo que ha llevado a la anulación de condenas similares.
La orden fue concedida casi al mismo tiempo que la Corte Suprema de Estados Unidos se negó a detener la ejecución, aunque la magistrada Sonia Sotomayor escribió para instar al gobernador de Texas, Greg Abbott, a que concediera un aplazamiento de 30 días.
La decisión de la jueza probablemente será apelada por la Oficina del Fiscal General de Texas.
Robert Roberson, cuya muerte estaba prevista para las 6:00 pm (hora local) en la Penitenciaría Estatal de Texas en Huntsville, ha mantenido su inocencia tras la muerte de su hija de 2 años en 2002, y está citado para declarar ante un comité de la Cámara de Representantes de Texas el 21 de octubre a las 12:00 pm (hora local).
El miércoles, la Junta de Indultos y Libertad Condicional de Texas, que tiene autoridad para conmutar las penas de muerte, se negó por unanimidad a recomendar el indulto a Abbott. La Junta no explicó de inmediato por qué tomó esa decisión, y Abbott no ha comunicado públicamente lo que podría hacer.
Los intentos de Roberson de apelar su condena o al menos detener su ejecución hasta ahora habían sido infructuosos, y la Corte de Apelaciones en lo Penal volvió a rechazar una petición el miércoles.
Una coalición bipartidista de legisladores estatales se había movilizado para apoyar a Roberson. El comité de la Cámara de Representantes estatal había celebrado el miércoles una audiencia en la que se escucharon testimonios de expertos médicos y de un detective retirado, principal implicado en el caso, que desde entonces se ha convertido en defensor de su liberación.
«Se trata de un hombre inocente, sin lugar a dudas», dijo el ex detective Brian Wharton, a los legisladores estatales.
El comité emitió la citación para que Roberson testificara el próximo 21 de octubre, en una medida sin precedentes que estaba destinada a obstruir la ejecución de este jueves y que, finalmente, provocó el fallo de la jueza.
En una entrevista desde prisión con el presentador de NBC News Lester Holt este mes, Roberson, de 57 años, instó a Abbott a indultarle porque «soy inocente».
«Mire el apoyo que tengo, señor gobernador, y sólo espero, rezo para que haga lo correcto», afirmó.
Roberson ha afirmado firmemente su inocencia en la muerte de Nikki después de que los médicos y las fuerzas del orden decidieran rápidamente que había sido asesinada como consecuencia de un violento episodio de sacudidas.
Los fiscales argumentaron que Nikki debió morir zarandeada porque se le había diagnosticado «la tríada» –cerebro hinchado y sangrante y hemorragia retiniana–, síntomas que en su momento fueron considerados pruebas irrefutables del síndrome del bebé sacudido.
Sin embargo, desde la condena de Roberson en 2003, la ciencia en la que se basa la tríada como único diagnóstico de maltrato ha sido objeto de un intenso escrutinio.
En 2009, la Academia Americana de Pediatría cambió el nombre del síndrome del bebé sacudido por el de «traumatismo craneoencefálico por abuso», que es más amplio, para incluir lesiones causadas por mecanismos distintos a las sacudidas.
Ahora hay consenso médico en que otras afecciones médicas, como infecciones, traumatismos accidentales y enfermedades preexistentes, también pueden causar los síntomas asociados al síndrome del bebé sacudido.
Según un grupo de defensa sin ánimo de lucro, cada año son denunciados denuncian en los hospitales de Estados Unidos cientos de posibles casos de bebés zarandeados y traumatismos craneoencefálicos por maltrato. Aunque ha habido casos penales relacionados con este tipo de lesiones que han dado lugar a condenas, el escrutinio de los testimonios médicos también ha dado lugar a revocaciones. Desde 1992, al menos 34 acusados fueron exonerados posteriormente en relación con acusaciones de síndrome del bebé sacudido o traumatismo craneoencefálico por abuso, según el Registro Nacional de Exoneraciones, que hace un seguimiento de las sentencias por condenas erróneas.
Roberson declaró que la madrugada del 31 de enero de 2002 se despertó al oír «llanto extraño» en su casa del este de Texas y descubrió que su hija Nikki se había caído de la cama. La consoló y la familia volvió a dormir, según los documentos judiciales.
Pero horas más tarde, dijo Roberson, se volvió a despertar y se dio cuenta de que Nikki no respiraba y sus labios parecían azules. La llevó a urgencias, donde los médicos llegaron a la conclusión de que presentaba signos de muerte cerebral. Al día siguiente, la declararon muerta.
Roberson apenas mostró emociones en el hospital, lo que aumentó las sospechas de las fuerzas de seguridad. Al cabo de un día, Wharton, detective de la policía de Palestina, detuvo a Roberson bajo acusación de asesinato.
Wharton testificó contra Roberson en su juicio. Los fiscales destacaron que creían que Roberson sacudió intencionadamente a Nikki, lo que le causó hematomas y traumatismos por objeto contundente, y que parecía casi no tener ninguna emoción cuando la llevó al hospital.
Roberson ha atribuido su «reacción [de que estar] aparentemente en blanco» al trastorno del espectro autista, que le fue diagnosticado en 2018. Además, a sus abogados defensores no se les permitió en su juicio que un experto médico testificara sobre sus afirmaciones de «lapsus mentales» causados por una lesión cerebral.
El jurado tampoco escuchó nunca sobre lo enferma que estaba Nikki desde el día en que nació, ni que había estado en el hospital más de 40 veces en su corta vida. Dos días antes de morir, registró 104.5ºF grados (40ºC) de fiebre en la consulta del médico. La enviaron a casa con un medicamento que desde entonces se ha considerado demasiado peligroso para los niños, un fármaco que ahora lleva una «advertencia de recuadro negro» de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés).
Texas estuvo a punto de ejecutar a Roberson en 2016, pero suspendió la ejecución días antes para que pudiera celebrarse otra vista probatoria. En última instancia, su solicitud de un nuevo juicio fue rechazada el año pasado.
Los fiscales del condado de Anderson han insistido en los documentos judiciales en que Nikki fue asesinada y que Roberson tiene la culpa, y han argumentado que su defensa «ha planteado las mismas cuestiones cansadas que esta corte y otras ya han litigado en los últimos procedimientos de habeas data, incluida ciencia basura, proceso de enfermedad e inocencia real. Todos los cuales han sido rechazadas».
Gretchen Sween, abogada de Roberson, afirmó que el caso ha obtenido un apoyo significativo, incluido el de docenas de distinguidos científicos y médicos, un grupo bipartidista de legisladores de Texas, defensores de los derechos de los padres y organizaciones que apoyan a las personas con autismo.
El miércoles fue entregada en su oficina una petición con más de 116,000 firmas en la que se pedía a Abbott que detuviera la ejecución.