El número de casos de sarampión registrados este año es más del triple del total de 2023, y aún faltan cinco meses para que termine 2024. Según los datos publicados este viernes por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (los CDC), se han notificado 188 casos en 26 estados y Washington, D.C.
No se han reportado muertes, pero 93 personas han sido hospitalizadas, en su mayoría niños menores de 5 años.
Estados Unidos ha tenido 13 brotes de sarampión este año, el más grande de estos ocurrió en marzo en un refugio de migrantes en Chicago, donde se registraron 60 casos.
Este mes, se han notificado casos de sarampión en Massachusetts, Michigan, Minnesota, New Hampshire, Nueva York, Oregon y Vermont. El caso de Massachusetts fue el primero en ese estado desde principios de 2020.
El año pasado solo hubo cuatro brotes de sarampión en Estados Unidos y 58 casos en total.
El recuento de este año es el más elevado desde 2019, cuando el país casi pierde su estatus de eliminación del sarampión. La mayoría de los más de 1,200 casos de ese año estuvieron relacionados con brotes en comunidades judías ortodoxas de Nueva York.
“Este año podría ser incluso peor que 2019, sin duda existe el potencial de que eso ocurra”, señaló el doctor David Hamer, profesor de salud global y medicina en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston. Sin embargo, los modelos de los CDC sugieren que es muy poco probable.
Los expertos atribuyen el aumento de este año a dos factores principales: la disminución de las tasas de vacunación en Estados Unidos, y un aumento de los casos de sarampión en todo el mundo.
Alrededor del 85% de las personas que contrajeron sarampión este año no estaban vacunadas o tenían un estado de vacunación desconocido, según los CDC. Muchos de los casos se han relacionado con viajes internacionales, lo que significa que la enfermedad fue traída al país por viajeros que se infectaron en el extranjero.
“Vivimos en una comunidad global donde las tasas de vacunación en todas partes tienen un impacto en las enfermedades que se transmiten en Estados Unidos”, señaló la doctora Erica Prochaska, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Centro Pediátrico Johns Hopkins. “Pero el problema principal es que en Estados Unidos, nuestra población no está en el umbral de vacunación que deberíamos estar”.
Una persona infectada con sarampión puede transmitir la enfermedad a hasta el 90% de las personas cercanas a ella si esos contactos no son inmunes. Por eso, los funcionarios de salud pública recomiendan que las comunidades tengan una cobertura de vacunación de al menos el 95% para prevenir la transmisión constante.
En el año escolar 2022-23, el 93% de los niños de jardín de niños en Estados Unidos habían recibido dos dosis de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR), una cifra menor al 95% del año escolar 2019-20. Doce estados y Washington, D.C., tenían tasas inferiores al 90%.
“Lo que me sorprende es que los brotes no sean más extensos”, comentó el doctor Gregory Poland, fundador y director del Grupo de Investigación de Vacunas de la Clínica Mayo.
Agregó que algunas personas inmunodeprimidas no son elegibles para la vacuna MMR (para el sarampión, las paperas y la rubeóla), “por lo que dependen de que el resto de nosotros recibamos dos dosis”.
Disminuye la aplicación de vacunas
Estados Unidos eliminó el sarampión en 2000, lo que significa que la enfermedad ya no está presente constantemente, aunque hay brotes ocasionales que se originan en otros países. Antes de que la primera vacuna contra el sarampión estuviera disponible en 1963, alrededor de 3 a 4 millones de personas en Estados Unidos se infectaban cada año, y entre 400 y 500 personas morían a causa de la enfermedad anualmente.
“De alguna manera, la gente ya no lo considera un problema importante”, dijo Hamer.
La vacilación ante las vacunas, promovida por la desinformación durante la pandemia, ha contribuido al problema, agregó.
A nivel mundial, la cobertura de vacunación contra el sarampión cayó durante la pandemia a los niveles más bajos desde 2008.
Hamer agregó que los confinamientos interrumpieron los servicios de vacunación en muchos países de ingresos bajos y medios, y las guerras civiles en curso pueden haber obstaculizado los esfuerzos de vacunación en países como Etiopía y Yemen, que representan una parte desproporcionada de los casos mundiales de sarampión.
“El resultado final fue que muchos países que estaban en el límite en términos de tener una cobertura adecuada dejaron de lado su cobertura de las vacunas infantiles de rutina, incluida la del sarampión”, dijo Hamer.
De 2021 a 2022, los casos de sarampión aumentaron un 18% y las muertes por sarampión aumentaron un 43% en todo el mundo, según un informe conjunto de los CDC y la Organización Mundial de la Salud. El número de países que experimentaron brotes grandes o significativos aumentó de 22 a 37 durante ese tiempo.
Los síntomas comunes del sarampión incluyen fiebre alta, tos, conjuntivitis (ojos rojos), secreción nasal, manchas blancas en la boca y un sarpullido que se extiende de la cabeza a los pies. Entre 1 y 3 de cada 1,000 niños infectados con sarampión mueren por complicaciones como neumonía o inflamación del cerebro.