En el debate celebrado en Atlanta en junio, el presidente Joe Biden dijo al expresidente Donald Trump que era un “delincuente convicto” con “la moral de un gato callejero”. Trump llamó a Biden “candidato manchuriano” quien es “pagado por China”. Tras una confusa respuesta de Biden, Trump dijo que no lo entendía y añadió: “Creo que él tampoco sabe lo que ha dicho”.
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Hay pocos indicios de que la mala voluntad entre los dos hombres se haya relajado en la semana transcurrida desde que Trump derrotó con contundencia a la vicepresidenta Kamala Harris para recuperar la presidencia, asestando un duro golpe a la agenda y el legado de Biden tras medio siglo en la vida pública.
Pero cuatro meses y medio después de que Biden y Trump se enfrentaran en Atlanta, los dos hombres se sentarán en el Despacho Oval el miércoles para el tradicional traspaso de poderes entre el presidente saliente y el entrante. Biden cursó la invitación a Trump, quien la aceptó.
Lo que los dos rivales políticos se dirán a puerta cerrada no está claro, como tampoco lo está lo que dirán públicamente. Está previsto que se hagan una breve foto ante los periodistas al término de la reunión.
Pero la historia sugiere que tanto Biden como Trump podrían tratarse con la cortesía que les ha faltado durante gran parte de los últimos cuatro años, y desde luego durante la campaña.
En 2016, después de que Trump derrotara a Hillary Clinton, el presidente Barack Obama le invitó al Despacho Oval. Su reunión a puerta cerrada, que debía durar menos de media hora, se prolongó durante casi 90 minutos. Al terminar, Trump le dio las gracias a Obama y dijo que esperaba recibir su consejo y asesoramiento durante su presidencia.
Eso no ocurrió, y el tono amistoso que Trump exhibió hacia Obama ese día rara vez se volvió a escuchar durante sus cuatro años de mandato. Después de que Biden lo derrotara en 2020, Trump se negó a conceder la elección y nunca invitó a Biden a la tradicional reunión en la Casa Blanca.
Es poco probable que Biden haya olvidado ese desaire (aunque no está claro que quisiera reunirse con Trump en 2020). Pero Biden es un institucionalista que ha expresado desde hace tiempo su respeto por los atavíos y tradiciones de la Casa Blanca y el Senado, donde sirvió durante 36 años antes de convertirse en vicepresidente de Obama. Eso es lo que probablemente le motivó a ofrecer a Trump la invitación que él mismo no recibió.