El valenciano disputa este sábado, en el UFC París, su segundo combate en UFC. El primero fue en julio de 2023. Se enfrenta al mexicano Altamirano.
Dani Bárez (Valencia, 35 años) ha tenido una de las mejores carreras de las MMA españolas, pero le ha costado tener continuidad. Diferentes aspectos le han frenado, pero el último estuvo a punto de costarle todo cuando al fin había logrado su sueño de entrar en UFC. El luchador sufrió una agresión en una competición, en la que estaba de espectador, y tuvo que pasar por el quirófano por varias fracturas en su cara.
«Siempre digo que soy un afortunado porque puedo dedicarme a lo que me gusta. Hay mucha gente que no puede hacer esa afirmación. Hace unos meses estaba en un punto en el que no sabía si podría volver y eso te hace valorar todo mucho más. Ahora disfruto de cada proceso porque soy consciente de que llegará un día en el que eso no estará en la vida. Disfruto de lo bueno, pero también de lo malo de un training camp«, comenta el luchador a Relevo.
Barez fue campeón de BAMMA, empresa que era líder en Europa justo antes de que cerrase. Estuvo un tiempo parado por obligación y llegó a Combate Global, compañía que notó mucho la pandemia. Su carrera se frenó en diciembre de 2019 y estuvo parado casi dos años. Volvió en el Dana White’s Contender Series. Perdió y el contrato con UFC se le fue. Ahí cambió todo. Se fue a Tijuana (México) para que el Entram Gym pasase a ser su gimnasio.
Creció mucho y en un año pudo realizar cuatro peleas. Ganó las cuatro finalizando en el primer asalto y la UFC no dudó en llamar a su puerta. Lo hizo, eso sí, con corto aviso. Estaba en Tailandia de vacaciones cuando le avisaron. Cruzó medio mundo para poder ir a Tijuana. En México estuvo dos semanas y después se fue a Londres. Dio la talla y tuvo sus opciones, pero acabó perdiendo por sumisión. Su idea era volver a la jaula antes del final de año, pero todo se torció.
Sin prisa, y con el apoyo de UFC, Bárez pasó por un largo proceso de recuperación que empezó a tener brotes verdes a finales del invierno. Antes del verano pudo empezar con el contacto. «Llegué a México en julio y ya había hecho buenos sparrings en el gimnasio M-1 (ahora, American Top Team España). Me noté muy bien y con el paso de los días la evolución fue como esperada. En mi debut di mi 100% y ahora haré lo mismo, pero con una preparación completa», apunta el peleador.
Con la misma premisa de no apurarse, Bárez sólo piensa en el sábado. «Quiero estar en la jaula, que no pase nada entre medias, y disfrutar de todo el proceso. Ver mi nombre en los pantalones, escuchar a Bruce Buffer gritar mi nombre… Después de todo eso quiero ganar mi primera pelea en UFC y cuando todo pase, ya veremos lo que viene», afirma. Bárez sabe que la principal complicación de su rival, Víctor Altamirano (12-4 y cinco peleas en UFC), es su guardia zurda. No le preocupa, al igual que la inactividad. «Además de MMA he competido en muchos deportes y ese poso lo sigue teniendo«, tranquiliza Bárez. La división del peso mosca vuelve a resurgir y él, aunque no lo manifiesta, quiere estar en esa corriente camino a los grandes combates. La calidad está, pero lo importante es volver a sentir unas sensaciones que por poco pierde para siempre.