El neerlandés, número 176 del mundo, firmó un encuentro fantástico con una intensidad tremenda, que obligó a Alcaraz durante más de tres horas: 6-3, 6-4, 2-6 y 6-2.
«Es importante tener a Juan Carlos allí. Fuera de pista se ve todo mucho mejor y te dan herramientas para intentar sobreponerme, intentar estar positivo… Que esté Juanqui y todo mi equipo dándome ánimo es importante para volver a estar positivo, porque ha habido un momento en el que lo negativo me ha comido un poco». La frase la dijo Carlos Alcaraz después de ganar la final del Mutua Madrid Open de 2023 a Struff, pero bien podía aplicarse también al encuentro de segunda ronda de Roland Garros en el que el murciano tuvo un desgaste extra contra Jesper de Jong, al que terminó derrotando por 6-3, 6-4, 2-6 y 6-2 en tres horas y nueve minutos. El 176 del mundo contra el tres, pero la diferencia en pista no fue ni mucho menos tan amplia. El neerlandés plantó batalla de verdad y durante un buen rato se convirtió casi en un clon de su rival.
Desde el fondo los dos rompían la pelota y la intensidad era tremenda. De Jong, además, utilizó mucho y muy bien las dejadas y ganaba la red en cuanto podía. El golpe corto lo intentaron 13 veces cada uno. Las subidas a rematar, 48 Jesper (ganó 31) y 41 el español (27). Números casi gemelos.
Empezó el neerlandés con un juego al servicio y un break, como avisando de que no se lo iba a poner nada fácil el favorito. Los dos primeros parciales se movieron en la igualdad y se decidieron porque cuando llegaron los juegos calientes, en los que ya no hay posibilidad de recuperarse, estuvo más fino el español. El público se lo estaba pasando en grande. Era un encuentro entretenido. En ese arranque ya se comenzó a ver la mano de Ferrero en su pupilo. «Cuando hace el saque abierto, cuidado que sube a la red», le advirtió. Y desde ese momento no siempre, pero Carlos sí pilló a su rival en varias ocasiones. «Acelera, tío», le animaba también el entrenador. A Alcaraz le dicen desde su equipo que se olvide del antebrazo lesionado, que ya puede golpear la derecha con todo, pero él sigue sin fiarse todavía por temor a que vuelva el dolor. Cometió algún error de más por ahí, fueron 17, aunque también conectó 28 ganadores.
Pero cuando realmente hizo falta la ayuda de Ferrero fue en el tercer parcial. Estaba crispado Alcaraz, que vio cómo su rival no bajaba el ritmo. Se desordenó y fue cediendo terreno hasta que se le hizo una montaña con el 5-1. Siguió jugando a toda prisa en ese parcial. Después Juanqui le dio primero ánimos: «Disfruta, que se note»; y le dijo una palabra clave: «Construye«. Si el partido le estaba saliendo cruz por la vía directa o por el de la habilidad, el camino era elaborar los puntos más, meter más bolas dentro para ir recuperando la confianza, tirar con más altura, aunque eso, en parte, sea ir contra su esencia. Es, en realidad, adaptarse.
«En el tercer set he visto que tenía que olvidarme del espectáculo e intentar darme una oportunidad de entrar en intercambios. Ha sido complicado para mí hacerlo, pero estoy feliz por haberlo logrado», confesó a pie de pista el exnúmero uno del mundo. El cuarto set fue una locura: comenzó con cuatro breaks consecutivos, dos para cara uno. Pero en cuanto Alcaraz se serenó y a De Jong se le empezó a notar el cansancio (le tuvieron que dar masajes), el duelo ya sólo fue en una única dirección.