La goleada del Barcelona contra el Real Madrid deja muchas lecturas. La primera una pasividad en la grada y un buenismo jamás visto en el conjunto blanco en ninguna de sus secciones que refleja la poca exigencia interna y externa que tienen las blancas.
Real Madrid habiendo cubierto varios años la grada blanca en el Estadio Santiago Bernabéu, nunca vi una derrota 0-3 sin una monumental bronca. Si esto no cambia, es difícil un crecimiento que tampoco parece exigirse desde la grada.
Al Barcelona es casi imposible ganarle. Tienes que hacer un partido casi perfecto y que a ellas no le salgan las cosas. Y, aún así, sigue siendo muy complicado. Pero lo que no se puede permitir un equipo es, encima, tener errores en la pelota parada. A la primera, el equipo de Pere Romeu hizo gol. Otra vez Patricia Guijarro como contra el Atlético de Madrid aportando en el capítulo goleador.
Y otra de las consignas es tratar de aprovechar lo poco que te conceda el equipo blaugrana. Bien es verdad que Toril detectó pronto cual era el punto más endeble del Barça, si se puede decir así, que es la espalda de Irene Paredes y ahí puso dos pelotas casi seguidas. Alba Redondo se plantó sola delante de Cata pero no acertó a hacerle gol. Y con este Barcelona, quien perdona, al final la paga.
Pese a los presagios iniciales de ser un duelo más igualado de lo habitual, creo que es más las ganas que tenemos de ver un choque emocionante hasta el final que el acercamiento que volvió a quedar demostrado que es absolutamente irreal. Una sucesión de errores en cadena generó un disparo en la frontal de Patri. Error de Oihane, que va a un balón que nadie sabe dónde, error de María Mendez con una Pajor que gana una pelota en desventaja y dos errores de Lakrar con dos despejes condenatorios. Partido resuelto al descanso.
Una vez más, el banquillo culé le pasó por encima al blanco. Alberto Toril planteó una presión en la salida de la pelota del Barcelona. Presión por decir algo. Alba corría con más corazón que cabeza tras la pelota, Feller hacía gestos con las manos porque no tenía muy claro a quién presionar, al igual que Angeldahl y Olga y Oihane no apretaban a las carrileras del Barça. El resultado, muy claro: jugadoras del Barça corriendo por las bandas como le apetecía.
El Real Madrid es un equipo ideado para ganar. Da igual la categoría, disciplina, sexo o deporte. Me sigue asombrando que con 0-3 en el marcador, no haya una pitada contra el equipo, que perdiendo 0-3 haya aplausos al equipo o que la bronca no sea monumental con un resultado así al descanso. La resignación, enemiga máxima en la historia del cuadro merengue, no puede apoderarse de la sección femenina. Algún tímido “Toril dimisión” y gritos al final, pero nada que ver con cualquiera de los otros equipos de la estructura del club.
Es verdad que es difícil seguir la actualidad del Real Madrid porque lo ponen muy complicado. En la antesala del partido, cinco jugadoras y el entrenador del Barça comparecieron ante los medios de comunicación. De las blancas, nadie. Aún así, el Estadio Alfredo Di Stéfano registró la mejor entrada de la historia en el fútbol femenino. Un acierto de la Liga F colocar el duelo sin fútbol masculino.