Los británicos pierden su segunda final de Eurocopa consecutiva y ampliarán a seis décadas su sequía. Kane, señalado, sigue sin ganar un título en su carrera.
España es la eterna gloria e Inglaterra es la tragedia eterna. Sólo así se puede explicar la forma de saltar al campo de los de De la Fuente y el plan de los británicos. Pequeños a pesar de su galaxia de estrellas, conscientes de su constante drama durante los últimos 58 años. Ahora serán, mínimo dos más hasta el Mundial de Estados Unidos. El fútbol sigue sin volver a casa porque en casa no juegan para que el fútbol vuelva.
Cuatro de los cinco goles de Inglaterra en las eliminatorias de octavos, cuartos y semifinales habían llegado más allá del minuto 80. No es una estadística vacía, es una manera de pensar. Un plan. Que no pase nada durante mucho rato y que al final alguien destape el bote y salve al país. Y en la final contra España, una España que domina y que es vertical cuando le das opciones y espacios para serlo, el cerebro de Gareth Southgate actuó igual. Un partido largo, muy largo. Una Inglaterra sólida en defensa, muy sólida. Dos muros entre los cuatro defensas y los cinco centrocampistas para apagar fuegos.
Los ‘Three Lions‘ se plantaron en su segunda final de Eurocopa consecutiva insistiendo en que «el fútbol está volviendo a casa», pero el fútbol es España, ellos son la piedra en el camino y por eso volvieron a perder. No se puede explicar de otra forma un equipo cuya única manera de intentar ganar es desconectar las virtudes del rival y no potenciar las propias, con el mejor jugador de la Premier, de la Liga y el Pichichi de la Bundesliga en sus filas. Ni así.
Inglaterra entregó por completo la posesión, ganada en todos y cada uno de sus partidos en el torneo, y apenas superó el 30%. Se encajó atrás y buscó robar para correr en las pocas acciones que tuvo. Porque ahí residió su plan de equipo pequeño: que no pasara nada. Southgate escoró a Bellingham a la izquierda para fajarse con su compañero Carvajal e introdujo a Luke Shaw para limitar a Lamine Yamal mientras Walker hacía de stopper con Nico Williams.
DOS MARCAJES AL HOMBRE
En el centro, marcaje al hombre de Foden y Mainoo sobre Rodri y Fabián. Al hombre y constante, especialmente en el caso de los compañeros del Manchester City. Todo mientras las 50.000 almas británicas superaban en ruido y masa a los 10.000 españoles. Tampoco sirvió.
El plan de Southgate aguantó lo que tardó España en desperezarse: 46 minutos. El partido espeso de la primera parte se convirtió en líquido con el gol de Nico a pase de Lamine. Inglaterra, como en octavos, cuartos y semifinales, empezaba el duelo perdiendo. Es lo que suele suceder cuando no se va a por los partidos.
El arranque del segundo acto fue una tragedia shakespeariana. Inglaterra, incapaz de nada, claudicó ante una España superior y sólo el poco acierto hispano evitó una goleada. Dio igual la lesión de Rodri, timón español, las estrellas de la Premier estaban hincando la rodilla ante una generación española que no le teme a nada.
Southgate no dudó y retiró a Harry Kane, muy lejos de su mejor forma física prolongando su sequía de títulos, y le dio más de media hora a Watkins, héroe en las semifinales. Un cambio imposible en otro torneo y necesario para ellos en este. El técnico británico apuró sus opciones y metió a Cole Palmer, estrella del Chelsea, autor de la asistencia a Watkins en semifinales y futbolista que dio a Inglaterra el Europeo sub’21 del año pasado ante España. Retiró a un mediocentro como Mainoo, bajó de posición a Bellingham y puso todos sus nombres sobre la mesa. Fue valiente por primera vez en la final y le salió bien, porque así es el fútbol y porque Palmer enfrió los ánimos a los dos minutos de saltar al campo. Empate.
Pero Inglaterra fue presa de sus propios miedos y España de sus sueños, de saber levantarse de los golpes. No ganar nada desde 1966 convierte en tóxica a la selección inglesa porque 58 años son muchos. Es una tragedia constante para una generación de oro que sigue de vacío. España es gloria eterna e Inglaterra es una eterna tragedia.
«Hemos competido hasta el final de la final. Hoy no mantuvimos la posesión lo suficientemente bien. Los márgenes son pequeños, pero España ha sido el mejor equipo del torneo y se lo merece», reflexionó Southgate, que criticó el calendario. «Hay una desventaja por tener un día menos para prepararnos, pero estuvimos en el partido hasta los 80 minutos», dijo, insistiendo en que «ha sido un periodo duro para los jugadores, también para Harry Kane».