En un partido que fue una fiesta de inicio a fin, la Academia se impuso por 6 a 1 y está entre los ocho mejores del certamen continental.
«El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”. Al ritmo de esa canción, Racing armó su propio baile en el Cilindro. El partido ante Huachipato, para avanzar a cuartos de la Sudamericana, fue un trámite tan ágil, tan veloz, tan expeditivo, que la mira se posó raudamente en lo que se viene: el clásico ante Independiente. El duelo ante Huachipato nunca fue partido. La superioridad de la Academia fue abrumadora desde el primer minuto. El 2-0 conseguido en la ida en Chile brindaba un colchón que invitaba a la tranquilidad. Y en la vuelta, el equipo de Costas cocinó la cena antes de poner el mantel y los platos sobre la mesa. El encuentro pareció, por momentos, un entrenamiento ante un combinado de sparrings con camiseta roja para aclimatar al equipo de cara al derby de Avellaneda.
El local fue el dueño de la pelota, el que manejó los tiempos y administró los espacios ante un adversario desorientado, desahuciado y resignado. Nunca hubo partido porque no existieron equivalencias. La persiana se bajó en apenas diez minutos, cuando Rojas metió un buen centro tras una corrida de Carbonero y Baltasar Rodríguez hizo explotar al Cilindro por primera vez. Al duelo le sobraron 80 minutos en los que los hinchas empezaron a calentar la previa al cruce del domingo con el Rojo.
Después del primer gol, todo fue de Racing. Huachipato no pudo ni siquiera hacer sombra. El equipo chileno dejó espacios por todos lados, estuvo al borde del precipicio en cada incursión ofensiva del dueño de casa y no pudo evitar la catástrofe deportiva. La superioridad fue tan grande que no es habitual ver un contraste tan marcado en un cruce mano a mano de una competición internacional. Los laterales, Mura y Rojas, se lucieron al pasar al ataque por autopistas en las que nadie cobró peaje. Almendra distribuyó sin presiones. Quintero tuvo un trabajo más tranquilo que director de tránsito de pueblo fantasma y ni siquiera importó el penal que le atajó el arquero cuando el partido ya iba 3-0 arriba.
Rodríguez y Carbonero, quien selló un doblete, se hicieron un picnic a todo trapo en medio del Cilindro. Y Martínez fue Maravilla: amo y señor del área. Si la Acadé no metió una catarata de ocho goles en los primeros 45 minutos, fue porque Juanfer falló un penal y porque el arquero Cerda tuvo varias atajadas importantes.
Así, Racing armó un festival en su cancha. En el complemento, el foco estuvo puesto en tratar de cuidar las piernas, de no sufrir ninguna lesión de cara al cruce contra contra Independiente. La película que se proyectó sobre el campo de juego tenía final cantado. La Academia reguló energías. Pero fue mucho más incluso con la pretensión de dosificar esfuerzos. A media máquina, Racing pudo haber hecho diez goles sin siquiera transpirar.
La Academia, que en este semestre ha tenido partidos en los que no tuvo un funcionamiento acorde al potencial de sus individualidades, aplastó a Huachipato y en cuartos se enfrentará con el ganador del cruce entre Paranaense y Belgrano, que se medirán este jueves en Córdoba luego de que los brasileños se impusiesen por 2-1 en la ida. En la próxima parada asoma Independiente, un rival que supondrá otro nivel de exigencia para un equipo que despertó la ilusión.