El esloveno vence y Pelayo Sánchez vuelve a ser protagonista antes del paseo triunfal final por las calles de Roma.
En Bassano del Grappa, a cada invitado que llegaba para ver el final de la 20ª etapa, le regalaban una botellita de Grappa, la famosa bebida alcohólica de la zona. Con una graduación que varía de los 38 a los 60 grados, se bebe a chupitos sobre todo en ambiente familiar, festivo o en grandes celebraciones.
De no ser por el origen del UAE Team, seguramente se hubiera abierto una botellita en el bus de un equipo absolutamente crecido tras el show de su líder Tadej Pogacar. El esloveno, quien saludó al jefe Matar Suhail Al Yabhouni Al Dhaheri en la salida (ha venido para las cuatro últimas jornadas), deseaba brindar por todo lo alto en la última gran jornada montañosa de esta ‘Corsa Rosa’ que ha dominado de inicio a fin.
Muestra de ello es que ya no caben en su bus más ‘woflies’, el peluchito de lobo que le dan al líder cada jornada. El penúltimo lo agarró este sábado en Bassano del Grappa, tras un descenso eléctrico precedido por la doble ascensión al monte con nombre de destilado que presume de contar con 18 km al 8,1% de media.
Otra vez Pelayo (¿quién si no?), Janssens, Tonelli y Pellizzari fueron los hombres de una fuga que adelgazaría después al español más los Bardiani. Hicieron camino sin querer mirar realmente qué ritmo estaba metiendo UAE detrás.
El sol apareció y restó peligrosidad a los descensos y despertó a un Tadej que quería despedirse a lo grande. Majka volvió a servir el ataque de un ciclista que se sentía cómodo en un grupo de favoritos de tan sólo 14 hombres. Se acabó la fiesta para los fugitivos.
A falta de 36 km fue cuando arrancó un Pogacar que, sin siquiera mirar atrás, se marchó con una facilidad que ya no sorprende a nadie. Recogió a Pellizari y ambos afrontaron el descenso de la mano.
Negociaron con habilidad las curvas mientras, por detrás, el resto de favoritos parecían más preocupados por salvar el puesto que por intentar ascender en la general.
La suerte estaba echada. Pogacar, que despidió a ‘Pelli’ invitándole a la última, brindó por todos en el Grappa, la gran batalla final dentro de un Giro que ya lleva su nombre.
Por el camino le dio tiempo a enfadarse con los fans molestos, regalar gestos a los más amables, un bote a un niño y hasta para disfrutar de un paisaje irrepetible.
Mientras sus acompañantes en la general no se atacaban, él bailó sobre su bici como pretende hacerlo en el Tour, donde los invitados al convite serán muy diferentes. Antes, Roma le regalará la eternidad.