Con esta victoria, los Mavs forzaron un quinto partido en la serie final de la NBA. El partido, que podría ser definitivo, se jugará el lunes, 17 de junio.
Acorralados al borde de la eliminación, los Dallas Mavericks firmaron anoche una de las mayores palizas de la historia de las Finales de la NBA al vencer 122-84 a los Boston Celtics y acercarse 3-1 en el global.
Luka Doncic se echó a los Mavericks a la espalda con una exhibición de 29 puntos en 33 minutos y se permitió descansar todo el último cuarto en el American Airlines Center de Dallas.
Los Celtics, que llevaban 10 partidos invictos, firmaron su peor actuación ofensiva de la temporada, pero aún disponen de una ventaja que ningún equipo ha desperdiciado en la historia.
El equipo verde tendrá otra oportunidad de proclamarse campeón, por primera vez desde 2008, en el quinto partido del lunes frente a su público.
Ninguno de los 156 equipos que estuvieron 3-0 abajo en playoffs logró remontar la eliminatoria, incluidas 14 ocasiones en Finales, pero Doncic y sus Mavericks no renuncian a creer en un milagro.
«Esta victoria no cambia nada. Gana el primero que llega a cuatro», recalcó Doncic. «Vamos a creer hasta el final. Creo firmemente en que podemos hacerlo, así que tenemos que seguir».
La superioridad del viernes de los Mavericks empujó al técnico de Boston, Joe Mazzulla, a tirar la toalla sentando a sus titulares a falta de tres minutos para el final del tercer cuarto.
Los locales no bajaron el pie del acelerador tampoco en el último periodo y terminaron con una diferencia de 38 puntos, la tercera mayor en un partido de Finales.
Boston, que sólo bajó de los 100 puntos en cuatro de sus 99 partidos anteriores este curso, vivió un auténtico colapso ofensivo quedándose en unos ínfimos 35 puntos en la primera mitad, la peor cifra desde la llegada de Mazzulla a finales de 2022.
Jayson Tatum fue el máximo anotador del equipo con apenas 15 puntos, mientras Jaylen Brown y Jrue Holiday se quedaron en 10 cada uno para unos Celtics reducidos a un 36,3% de efectividad en tiros de campo.
«Esta vez no se trata de nosotros. Hay que darles mucho crédito, jugaron muy bien, con mucha energía y de forma muy física, por eso están aquí», concedió Mazzulla.
«Ganar cualquier partido es difícil, pero ganar el cuarto partido de las Finales de la NBA lo es mucho más», describió Jrue Holiday, campeón en 2021 con los Milwaukee Bucks. «Ellos salieron desesperados y nos golpearon en la boca».
Reacción de orgullo
Heridos en su orgullo, los Mavericks se hicieron desde el principio con el control del partido para evitar que sus primeras Finales desde 2011 terminaran en una humillante eliminación.
El último equipo en ser barrido 4-0 en una eliminatoria por el título fueron los Cavaliers de LeBron James en 2018 a manos de los Warriors de Stephen Curry y Kevin Durant.
Doncic, que arrastra diversos problemas físicos, respondió con contundencia a las numerosas críticas recibidas por su expulsión en la recta final del tercer partido, que arruinó una espectacular remontada de Dallas.
El esloveno, máximo anotador de la temporada y finalista al premio MVP, hizo después autocrítica y este viernes respondió con un recital de 29 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias.
Su socio Kyrie Irving sumó 21 puntos y, después de dos grises primeros partidos, sigue recuperando el excelso nivel que impulsó a los Mavericks a convertirse en el invitado inesperado de estas Finales.
El banco de Dallas también dio señales de vida por primera vez en la eliminatoria, especialmente el novato Dereck Lively II.
El pívot, que a sus 20 años es uno de los jugadores más jóvenes en disputar unas Finales, logró 11 puntos y 12 rebotes con varias descomunales volcadas en una pintura que hasta ahora era reserva protegida de los Celtics.
Boston no encontró ninguna respuesta al vendaval de los Mavericks hasta que 88-52 abajo en el marcador, Mazzulla sentó a su quinteto inicial.
Jason Kidd llamó después a los suyos y los 19 000 aficionados texanos despidieron a Doncic con una atronadora ovación.
El lesionado Kristaps Porzingis, de quien Mazzulla dijo que podría jugar si fuera necesario, no llegó saltar a la pista. (AFP)