El Mayor General Chris Donahue y el principal diplomático en Kabul, el encargado de Negocios Ross Wilson, subieron al último avión militar estadounidense, un C-17, que despegó del Aeropuerto Internacional Hamid Karzai en Kabul a las 15:29 hora del este de EE. UU. medianoche en Kabul, el 30 de agosto del 2021, con destino a un puerto seguro.
Estos dos ciudadanos norteamericanos pasaron a la historia por haber sido quienes cerraron la puerta de la representación estadounidense, en ese país. No obstante, es muy importante aclarar, que no fue solo Estados Unidos que abandono el país, sino como también las fuerzas de la OTAN.
Lo anterior marco el final de una campaña de 20 años de Estados Unidos en Afganistán. Vale señalar que también marcó el final del peor mes en el cargo del presidente Joe Biden no obstante que el estado de ánimo del electorado se había agriado durante mucho tiempo por la intervención. Poner fin a las “guerras para siempre” fue una promesa de campaña tanto de Joe Biden como de Donald Trump.
Aun así, muchos estadounidenses se horrorizaron una vez que las consecuencias inmediatas de la retirada se hicieron visibles: el rápido colapso del gobierno afgano, las escenas de la tragedia humana durante la evacuación en el aeropuerto de Kabul y el atentado suicida con bomba en la provincia de Khorasan por parte del Estado Islámico (ISKP) que mató al menos a 180 personas, incluidos 13 soldados estadounidenses.
Poniéndome en los zapatos, en ese momento, del presidente Biden, me gustaría desesperadamente pasar al próximo capítulo de la presidencia.
En un discurso para conmemorar el día “E”, como le he dado en llamar,Biden se mostró desafiante, elogiando el esfuerzo de evacuación como un «éxito extraordinario». «Ninguna nación ha hecho algo así en toda la historia», y tiene razón, no es fácil evacuar a más de 120.000 personas en dos semanas: estadounidenses, extranjeros y afganos, y se logró.
La gran pregunta es ¿Qué pasó para que los talibanes tomaran el control del país?, la respuesta es sencilla: todo se debe a la retirada de las tropas de los EE. UU. que comenzó en el mandato de Donald Trump. El expresidente quiso poner fin a la participación de Estados Unidos en las guerras de Irak y Afganistán y para ello tuvo que negociar un acuerdo de paz con los talibanes, en Doha a principios de 2020, mediante el cual se comprometieron a tener conversaciones con el Gobierno afgano, a no atacar a los EE. UU. y tampoco permitir que otros grupos tomaran el control del territorio, como Al Qaida. A cambio, el Gobierno estadounidense se comprometió a retirar las tropas.
De este modo, después de 20 años, el paradigma en Afganistán volvió a cambiar, retrocediendo 20 años. En 2001, Estados Unidos invadió el país como represalia por los atentados del 11 de septiembre poniendo fin al mandato de los talibanes que se habían hecho con el país en 1996. En el 2021, se puso fin a la presencia norteamericana con un costo en vida de más de 2.300 efectivos militares norteamericanos, y de cerca de 240.000 afganos, entre ellos más de 70.000 de ellos civiles.
No obstante, lo anterior, hay detalles de la sociedad norteamericana que hace recordar la vieja conseja popular: una vez que están encima del caballo les da miedo arrearlo. Esto lo digo por las recientes encuestas que han aparecido sobre el tema que trata este artículo.
Una encuesta de YouGov, realizada antes del ataque de ISIS-KP en el aeropuerto de Kabul, muestra que solo el 33% de los estadounidenses aprueba la forma en que el presidente manejo el tema Afganistán. Solo el 16% de los estadounidenses y, solo el 28% de los demócratas, dicen que la evacuación se ha manejado bien, mientras que a principios de julio el 70%, de los estadounidenses apoyó la retirada de todas las tropas para el 11 de septiembre de 2021. Ahora, están divididos en partes iguales sobre si marcharse o no fue un error. Amanecerá y veremos.
Una nueva era comienza en Afganistán, plagada de preguntas sin respuestas. Existe una gran incertidumbre sobre lo que se avecina, incertidumbre y temor por los miles de afganos que abandonaron el país en los últimos días y que se preguntan si volverán a ver su tierra natal, así como entre los 38 millones que aún permanecen en Afganistán, particularmente por el tipo de gobierno que impondrían los talibanes: ¿traerán de regreso las duras reglas y castigos que caracterizaron su último régimen?, seguramente que sí, porque el Talibán practica el más ortodoxo de los islamismos que existe y tiene una interpretación muy particular de la SHARIA.
Ya serán los organismos internacionales los encargados de establecer el asesoramiento y la ayuda que ese país necesitara. Por lo pronto los medios ya comienzan a bajar su efervescencia por lo acontecido, lo cual es una señal para tomar en cuenta, por su lado, imagino, que los Estados Unidos se dedicara, aun mas, a sus intereses vitales y estratégicos.