En los momentos donde se más se respira incertidumbre y lo adverso parece dominar todas la realidades, es importante recordar la historia de ídolos, personas que estaban destinadas a escapar de las situaciones hostiles y tocar la cima. Nadia Nadim es una de esas ídolos, la afgana que escapó de la guerra de su país tras la masacre de los talibanes y ahora brilla en el fútbol mundial y en la selección de Dinamarca.
Cuando tenía 9 años, la madre de Nadia junto a sus 5 hijos, decidió escapar de Afganistán tras la muerte de su esposo, padre de Nadia, integrante del Ejército Nacional Afgano, que había sido asesinado por el ejército de los talibanes en el 2000, quienes buscaban tomar el control total del país. Nadia cuenta que su madre tuvo que usar pasaportes falsos para trasladarlos a Europa, y que además pagó a un traficante para atravesar Kabul y Pakistán. Su primer destino fue Italia, lugar en el que estuvieron una época para después trasladarse en un camión y con documentos falsos hacia Dinamarca, donde Nadie finalmente descubriría su pasión por el fútbol.
El destino ya estaba escrito para Nadia. Convertirse en una de las mejores futbolistas del mundo era inminente, pero eso no significaba que el camino iba a ser fácil. Nadia cuenta en varias entrevistas que al llegar a Dinamarca, muchas personas la rechazaron por su condición de inmigrante y de mujer. No solo había que enfrentarse a ser mujer en un deporte de mucho machismo como el fútbol, sino también a que te rechacen por tu lugar de origen y que te nieguen las oportunidades de demostrar tu talento. El camino el doble de difícil para Nadia, pero como todos los ídolos, ella nunca se rindió y continuó su camino que iba en dirección hacia lo más alto.
«A veces me preguntan si hubiera preferido irme o quedarme en mi país. Creo que la respuesta es obvia, si me quedaba posiblemente estaría muerta», cuenta Nadia para una entrevista. La ahora estrella mundial de la selección danesa no olvida sus orígenes, pero sabe muy bien lo que le habría pasado si se quedaba en Afganistán. Si buscamos un ejemplo de lo que significa fortaleza mental, habría que pensar en la figura de Nadia Nadim, una mujer que vive sin arrepentimientos.
Hace algunos años fue nombrada embajadora de la UNESCO para la Educación de las Niñas y Mujeres, gracias a su contribución a la igualdad de género y la inclusión social en el deporte. Ella sigue firme con los pies sobre la tierra, preparada para convertir un gol cada vez que una pelota llegue a sus pies y después abrazar a sus compañeras en un gesto de fraternidad.
Hoy Afganistán vive otra situación trágica, la historia se ha vuelto a repetir tras 20 años. Los talibanes han tomado nuevamente Kabul y los habitantes viven situaciones límites donde no parece haber soluciones cerca. Los sueños de los niños y niñas afganos se pierden entre el humo y las balas, pero a nosotros nos gustaría pensar que entre tanta gente existirá nuevamente una Nadia, o miles de Nadias, que lograrán escapar de la adversidad y tocarán lo más alto de la cima.