El domingo 6 de junio tocó el turno al pueblo de México. Llegó el momento de ejercer su derecho ciudadano, de expresar su libertad de decisión, de dejar atrás los dimes y diretes de las y los candidatos, y salir a votar. El día en el que demostrarían que cuidan la democracia y que necesitan poner un alto, con urgencia, a la amenaza que representa el presidente Andrés Manuel López Obrador, sus morenistas y su idea de la cuarta transformación.
Fue una fiesta cívica, no importaron las filas, ni el sol, ni el calor ni las medidas por el COVID que hicieron más lento el proceso. En general tuvo un comportamiento ejemplar. Destacó el compromiso de los funcionarios ciudadanos que colaboraron y vigilaron el ejercicio electoral.
Es de aplaudirse la labor del Instituto Nacional Electoral que cumplió con la entrega de material, instalación de las casillas y, sobre todo, sostuvo su credibilidad y liderazgo social.
Nuevo León, de interés especial para el presidente, se pintó de naranja. La ciudadanía prefirió dar el beneficio de la duda y votar por Samuel García para gobernador, joven con poca experiencia, que optar por lo ya conocido en manejos y relaciones cuestionables de Adrián de la Garza, Clara Luz Flores y Fernando Larrazabal.
La consigna era contundente: nada para Morena; fue una campaña muy fuerte en redes sociales en contra de ese partido. Así, se decidió por Movimiento Ciudadano y por un congreso repartido principalmente entre PAN y PRI. El gobernador electo, no tendrá el respaldo mayoritario de su partido, tendrá un congreso opositor, lo cual podría dificultar las decisiones, pero así es la democracia, requiere diálogo, trabajo colaborativo y gobernar para todos. Samuel García deberá demostrar sus habilidades de negociación con los diputados pues trabajará con ellos.
Para PRI, PAN y Morena, Nuevo León les dio un golpe fuerte. Con Larrazabal, el PAN tuvo la peor caída electoral desde 1973. De ser un partido que en el pasado tenía alta simpatía en el electorado, ahora no figura; las divisiones internas le han hecho mucho daño. El PAN necesita reinventarse.
Por su parte Clara, si bien ha tenido una carrera aceptable como alcaldesa y empezó bien posicionada en las preferencias electorales, Nuevo León no le perdonó su postulación por Morena. Ha demostrado vocación política y seguramente recibirá alguna oferta para integrarse al gabinete de AMLO, sin embargo, si desea tener a Nuevo León en la mira para futuras elecciones tendrá que deslindarse de Morena.
Adrián seguramente tendrá un papel activo en su partido, el PRI, y posteriormente se apunte para el congreso federal. Pero el PRI también tendrá que trabajar para borrar su imagen de corrupción si quiere avanzar en Nuevo León.
Ahora se verá si efectivamente Samuel cumple lo prometido en campaña y logre para su partido un buen posicionamiento estatal; esperemos que no se le suba el poder y piense, al igual que pasó con El Bronco, en la silla presidencial y olvide el desarrollo del Estado. Entre sus primeras acciones está la formación de su gabinete y ojalá escuche el consejo de empresarios y organizaciones ciudadanas.
A nivel federal, ya hay dos estados de Movimiento Ciudadano: Jalisco y ahora Nuevo León. Morena amplió su territorio al pasar de siete estados gobernados a posibles 17, lo que le dará fuerza para las elecciones presidenciales del 2024; PRI y PAN perdieron gubernaturas pero aumentaron diputados. En Congreso, Morena perdió la mayoría absoluta y calificada y ahora dependerá más de sus aliados para sacar adelante sus iniciativas.
AMLO con sus otros datos y visión particular de la realidad dice que le fue muy bien en esas elecciones y que está feliz. La verdad es que perdió una buena ronda y no lo reconocerá. Desde el conteo rápido el INE reveló que Morena tendría una disminución de más de 50 escaños respecto a lo que tenía antes de las elecciones; en 2018, Morena tuvo 21 millones de votos, ahora 16.
Perdió también en la Cd. De México, su brazo fuerte, que ahora está dividido; Claudia Sheinbaum será la primera en gobernar con la mayoría de las alcaldías en manos de la oposición.
Los partidos que AMLO creó para su apoyo, Fuerza x México, Encuentro Social y Redes Sociales Progresistas, perderán su registro porque no obtuvieron el tres por ciento de los votos reglamentarios.
¿Quién ganó?, por lo pronto, la ciudadanía que salió a expresarse porque no aprueba el México que AMLO quiere hacer. Ojalá esto estimule a tener la oposición inteligente que el país requiere con urgencia.
La lucha por México no ha terminado, pero sin duda, hay esperanza. Al menos AMLO y sus secuaces ya saben que no son los dueños del país.